Ahora bien, el logro de este objetivo, que pocos cuestionan más allá de los violentos, requiere de la concurrencia inexcusable de una serie de condiciones por todos conocidas: la unidad de las fuerzas políticas democráticas frente a los etarras; la confianza en la dirección gubernativa de la lucha antiterrorista; la renuncia expresa a utilizar las divergencias sobre el combate a los violentos en la brega electoral; y el respaldo claro tanto a las fuerzas de seguridad como a aquellos que las gobiernan por voluntad popular. El Gobierno, el PSOE y la gran mayoría de instancias políticas y sociales de España respetan estas condiciones. El PP, la AVT y los “federicos”, sin embargo, imposibilitan de facto día a día el desarrollo de las mismas. Por tanto, ¿quién quiere derrotar a ETA? ¿A quien quiere realmente derrotar la derecha de manera prioritaria? ¿A ETA o a Zapatero?

La derecha política, la llamada Asociación de Víctimas del Terrorismo que dirige el inefable Alcaraz, y la emisora de los obispos, de forma tan pertinaz como falsa, acusan al Gobierno socialista de propiciar la debilitación del Estado frente a ETA. Y lo hacen a la vez que perseveran en la utilización espuria de las controversias sobre la estrategia antiterrorista en las propias instituciones del Estado. Lo hacen a la vez que procuran quebrar la imagen de unidad de los demócratas en el rechazo a la violencia intolerante, boicoteando incluso las concentraciones convocadas para expresar la condena unánime a los atentados. Lo hacen a la vez que cuestionan la actuación de quienes dirigen cotidianamente a la policía y la guardia civil responsables de localizar y detener a los asesinos. ¿Quiénes son los que de verdad están procurando debilitar al Estado en la consecución del objetivo de acabar con ETA? ¿Quiénes son los que anteponen las metas electorales propias sobre el interés general de España?

Tras los últimos asesinatos de ETA en Francia, dirigentes del PP en todos los territorios de España y en todos los niveles institucionales han señalado al Gobierno como responsable práctico de la matanza, por la supuesta “debilidad” mostrada ante los violentos. Lo hicieron Zaplana y Acebes de manera inmediata. Lo hizo Esperanza Aguirre en el Parlamento de Madrid ¡ante una pregunta de la oposición sobre la vivienda! Y lo ha hecho el alcalde del municipio leonés del que era originario uno de los asesinados. A la par, Alcaraz se ha negado a acudir a las movilizaciones institucionales contra ETA, demostrando una vez más que responde antes a las estrategias electorales del PP que a la defensa de las víctimas a las que supuestamente representa y de las que cobra. Y la Cope azuzando a los “federicos”…

De cualquier manera, ¿cómo se pretende medir la fortaleza o la debilidad del Estado en el combate a ETA? ¿Por el número de víctimas? Más de cuarenta en el último mandato de Aznar, por desgracia. Y cuatro, también por desgracia, durante la actual legislatura. ¿Se mide así la debilidad? ¿O se mide en función del número de detenidos entre los terroristas? Algo más de trescientos en el periodo 2000-2004, gracias al trabajo eficaz de las fuerzas de seguridad. Y más de quinientos en el periodo 2004-2007, por idéntica razón. Me parece absurdo tanto un método como otro. Absurdo, tétrico y contraproducente en la consecución del objetivo fundamental de vencer a ETA.

A estas alturas todos sabemos ya de la razón por la que la derecha actúa de forma tan irresponsable y contraria al interés general. Hace tiempo que decidieron no para en marras a la hora de intentar desgastar al Gobierno de España y recuperar el poder que entienden les corresponde por “natura”. “Queremos un Estado fuerte cuando gobernamos. Pero debilitamos al Estado cuando gobiernan otros. Hasta que recuperamos el Gobierno”. Tal es la estrategia explícita de la derecha española. Por eso ponen en riesgo los esfuerzos para la unidad de los demócratas y para el aislamiento de los violentos. Por eso cuestionan al Gobierno de la nación en el ejercicio legítimo del liderazgo en el combate a los etarras. Por eso excitan los peores instintos en los sectores más extremistas.

No obstante, aún sabiendo de tales estrategias, y aún siendo conscientes de la inminencia de la campaña electoral, nunca es tarde para llamar a la responsabilidad y al sentido común. Si el objetivo es derrotar a ETA, hagámoslo de la única manera posible: juntos y lealmente.