En tanto que Presidente del Gobierno de España se ha dirigido a los ciudadanos para celebrarla. Desafortunadamente para él no estamos en los tiempos en los cuales sólo existía la radio. Hoy tenemos una pantalla que permite, a la vista de la fisionomía de quien está hablando, evaluar su convicción y su sinceridad. Hace poco una muy buena película“El discurso del Rey” narraba la historia, que pudo haber sido trágica, del rey de Inglaterra, George VI, que era tartamudo. La reeducación triunfó sobre su defecto y pudo, en circunstancias dramáticas, dirigirse eficazmente a su pueblo. Cuando Mariano Rajoy nos habló de la Constitución por Televisión española, seguro que la mayoría de los espectadores se distrajeron más con la anomalía de su mirada, que se fijaron en el contenido de su discurso. En efecto, como al parecer, le es imposible memorizar una frase, ya se vio en el debate electoral con Rubalcaba, estuvo leyendo su texto y, para colmo, los técnicos le colocaron la pantalla de lectura lateralmente, con lo que nuestro Presidente se dirigió a la pared y evito insistentemente mirar a sus conciudadanos cara a cara.
Pero lo más grave es que cuando contesta a preguntas sobre la hipotética reforma de la Constitución no consigue levantar el nivel de su expresión y multiplica falsos argumentos para realmente no pronunciarse. Es difícil pensar que es un entusiasta de nuestra Carta Magna, pues fue una figura importante de Alianza Popular, partido que no manifestó nunca una aprobación total. Recordemos que de sus 16 diputados, solo 9 la votaron. Podríamos admitir que hoy diga que no está a favor de la Reforma de la Constitución si es para incluir en ella una reforma del modelo territorial, o una serie de cláusulas sociales o para reformar un Senado, cuya ley electoral es una prebenda para el P. Sería lógico que expresase sus discrepancias con lo que piden socialistas o nacionalistas, al parecer también una mayoría de la sociedad. Pero su argumento es que como no están los Partidos de acuerdo sobre el fondo, no hay que ponerse a discutir del tema. Además añade que cuando se elaboró nuestra constitución hubo consenso previo para su texto. ¡Increíble! ¡Cómo!, ¿al sentarse en la Ponencia constitucional estaban previamente de acuerdo sobre su futuro texto el CDS, el PSOE, AP, PCE y CiU ? ¿Quién se cree tal tontería? ¡Aunque salga de la boca de un Presidente de Gobierno! No había consenso previo. Sí, había consenso para elaborar una Constitución y someterla a ratificación del pueblo. Pero para ello, hubo que discutir, y discutir mucho de cosas muy serias como Monarquía o República, Escuela pública, recordemos que el representante del PSOE, Gregorio Peces Barbas llego hasta retirarse de la Ponencia por discrepar de la mayoría, Autonomías, Nacionalidades históricas, Iglesia católica, voto de censura en las Cortes… No había previo consenso sobre estos y muchos otros temas. El consenso se forjó con el diálogo, con la voluntad de diálogo. Que Mariano Rajoy diga categóricamente que no quiere reformar la Constitución, pero que no evoque la ausencia de consenso sobre las reformas para zanjar el debate. Esto se verá cuando se discuta. Ciertamente existen diferencias muy marcadas de opinión pero existe, es innegable, en nuestra sociedad una crisis de la Constitución. Explorar las posibilidades de consenso, para resolver los problemas, no es ninguna humillación, es situar la política a su más alto nivel.
Lo que no quiere confesar Mariano Rajoy es que no admite diálogo porque no está en condiciones de mantenerlo seriamente. Le pasa con la Constitución, con el problema de Cataluña, con la Ley Wert o la próxima barbaridad de Gallardón sobre el aborto, como le pasó con el Prestige. Entonces la solución escogida fue alejarlo en el mar para que se hundiese con su petróleo y allí esconder el problema. Hoy igualmente aleja los problemas, pensando que se van a hundir en el mar del olvido, aunque de ellos sigan brotando periódicamente convulsiones que no necesita nuestra sociedad. Afirmar que no puede autorizar un referéndum en Cataluña, aparte de ser una perogrullada, no resuelve nada. Es como cuando permitió que se hundiera el barco petrolero afirmando que su óleo ya no brotaría de él y se demostró que esto no era cierto.
Sólo presenta mediocridad y esto es imperdonable para un Presidente de Gobierno. Mucho a aludido su Gobierno y él, personalmente, a la Marca España. Es evidente que no sirve para promoverla.