La hoguera de la explicación ha quemado más políticos que brujos la inquisición. Hasta los científicos tiemblan cuando se trata de negar las apariencias, principal sustento del sentido común y del saber popular. A menos que consigan otras apariencias para convencer. Así, para demostrar que el átomo tenia mal puesto el nombre necesitó esa tremenda apariencia que se llamo “bomba atómica”. Por ello, en ocasiones, es mejor no explicarlo. En una entrevista a Miguel Bosé, el cantante recordaba el consejo que más apreciaba de su padre: “Hagas lo que hagas, Miguel, nunca lo expliques”. Consejo sabio y torero. El anterior presidente José María Aznar lo aplicó siempre a rajatabla. Y dejar de hacerlo, fue el principio de su principal error. Porque un error grave de comunicación política es empecinarse en afirmar la verdad más conveniente (económica, histórica, legal, etc.) y negar las evidencias. Precisamente, porque en la realidad social y política, la verdad es relativa y las apariencias definitivas.

El segundo ingrediente es un sólido y usado “suelo”. Un electorado fiel y permanente. Aquellos que el poeta bautizo como “imprescindibles”. Porque hay quien lucha un día. O una campaña. Pero los “suelos” son el “humus” que da verdadero sabor a las victorias y el abrazo que acoge las derrotas. Un partido desfondado, como parece ser el caso de IU, es un partido sin futuro. Por ello, es preciso un “suelo” revitalizado. Sobre todo en climas ahora adversos al PSPV, como es la Comunidad Valenciana.

El tercer ingrediente es algo prestado. Para poder crecer, nunca viene mal una ayuda de los electorados que están más próximos. Es el famoso “voto útil”. Pero el voto útil significa que te consideran capaz y capacitado. Darle un voto útil a quien se considera un inútil es una paradoja difícil de encontrar electoralmente. Porque un líder, aún siendo muy válido, no es útil si ya fracasó en el intento o su único argumento es el celebre “ayúdame a echarles”. Debe haber algo más que un “quítate tu para ponerme yo” si se quiere conseguir la confianza de un préstamo.

Por último, algo fresco, nuevo. Los jóvenes y los nuevos votantes son imprescindibles en escenarios de voto “inflacionarios”, como es el de la Comunidad Valenciana. Y aquí no valen cuotas. No se trata de incluir jóvenes en las listas electorales o en los directorios gubernamentales. No se trata de hacer guiños informales. Ni de emplear un lenguaje juvenil o de recurrir a iconos mediáticos. Todo eso es generalmente contraproducente. Siempre saben, por intuición, formación o desprecio, que el “rey” esta desnudo. No hay espacio para el quinto ingrediente, pero en esencia, con esas cuatro cosas, azul, usado, nuevo y prestado se puede ir con las mayores garantías a unas elecciones. Hay quien dice que también a cualquier otro tipo boda o compromiso.