Se llamaban Gunnar Skjeseth, Martin Shei, Torjorn Engbretsen, y Olsen. A estos cuatro jóvenes socialistas muertos por la democracia se van a unir, víctimas de una violencia de misma significación, muchos más, y no lo dudemos, en esta época de desprecio de las ideologías hay quien muere o va a morir por su ideal.
Los socialistas noruegos han sido permanentes solidarios con la causa de los republicanos y demócratas españoles y esto se conoce muy poco en nuestro país. Desde el primer momento de nuestra contienda fratricida ayudaron a los niños de la guerra evacuados. Terminada la Segunda Guerra Mundial reemprendieron esta labor organizando desde el año 1946 estancias en Noruega de niños exiliados y enviando fondos para ayudar a ancianos y enfermos del exilio. Rápidamente entendieron que había que pasar de la ayuda humanitaria a la política y así, durante décadas, sí décadas, no solo años, albergaron viajes de jóvenes del interior de España y del exilio para que adquiriesen formación política y sindical. Al mismo tiempo recogían fondos para ayudar a los presos de la represión franquista. Todo esto se hacía a través del Norske Spania Komiteen, llamado también Comité Narvik. Narvik es la ciudad del norte de Noruega donde tantos españoles murieron, alistados entre las fuerzas aliadas que atacaron ese puerto donde llegaba el hierro que tanto necesitaba la Alemania nazi. En el Norske Spania Komiteen colaboraban sobre todo los sindicatos, pero también las Juventudes Socialistas. El delegado del comité en Francia era el socialista Carlos Martínez Parera. Recuerdo que si Franco no entró nunca en la OTAN fue por el veto que mantuvieron los noruegos como habían prometido a sus compañeros españoles.
No me parece ocasional que el monstruo fascista haya escogido este momento de reunión y de recuerdo de los jóvenes socialistas para matarlos. Sería triste que nadie señalase que este acto terrorista es también un acto antisocialista.
Se puede ser social demócrata y perecer por ser socialista. Como Olof Palme.