Y hoy por hoy, dadas las actuales circunstancias políticas, económicas y sociales quizás la única y verdadera forma de llevar estos ideales a la realidad sería implementarla a través de la iniciativa legislativa popular y el referéndum.
De nada sirven las buenas ideas, pensamientos. Las quejas, proposiciones racionales, justas, democráticas.
La voluntad de un pueblo, de su inmensa mayoría. ¡De nada sirve! es como ladrar a la luna, si no se articula de una forma concreta, incrustada en lo más real de la vida individual, institucional o social.
En mi opinión, ya es momento de dejar el lamento, la INDIGNACIÓN. Todo tiene su momento. Modestamente creo que ya ha llegado el momento de pasar de la indignación, a la movilización, a la acción.
Por ello realizo estas dos propuestas que hacen relación a dos leyes que hace ya más de 30 años que se aprobaron. Sobra decir que la sociedad, las circunstancias sociales, políticas y económica son diametralmente diferentes a las que existían cuando se aprobaron ambas Leyes.
INICIATIVA LEGISLATIVA POPULAR:
Anulación artículo 2 de Ley Orgánica 3/1984, reguladora de la iniciativa legislativa popular, y que establece las materias excluidas de la iniciativa legislativa Popular (expresamente excluye las de naturaleza tributaria).
REFERÉNDUM:
Modificación Ley Orgánica 2/1980, sobre legislación de las modalidades de referéndum.
Contemplar la posibilidad de que se pueda realizar un referéndum a iniciativa popular (agotada y fracasada la anterior acción de iniciativa legislativa popular) con el requisito de que para convocar el referéndum se necesita el apoyo, mediante firmas, del 20% del número de electores (actualmente serian 7 millones de firmas) y la aprobación de dicho referéndum por mayoría simple del cuerpo electoral (actualmente 18 millones de personas).
Este podría ser el cauce viable para plantear a la voluntad de los ciudadanos cuestiones como una ley fiscal en las que las grandes empresas estratégicas, que obtienen mayores beneficios, (Bancos, comunicación, electricidad, petróleo) se les atribuya responsabilidad, puesto que obtienen su beneficio de la sociedad, sean ellas en buena parte las que sufraguen los gastos sociales del país que se consideren necesarios por la mayoría ciudadana.
Igualmente, asuntos como banca pública, reforma de la ley electoral. También extrapolar este poder ciudadano a nivel europeo para decidir si queremos un Parlamento Europeo con verdadero poder legislativo, un Gobierno europeo elegido democráticamente con capacidad ejecutiva.
Frente a los grandes pilares del poder económico neoliberal FMI, COMISION EUROPEA, BCE, se necesita una verdadera democracia nacional, europea y mundial. ¿Para cuándo un Consejo de la ONU elegido democráticamente?
El poder que está llevando a millones de personas a la precariedad laboral, económica, política, social -y por lo tanto VITAL- está estructurado a nivel mundial; por lo tanto, respuestas locales o nacionales nada o muy poco pueden hacer para cambiar esta situación.
El primer paso debe y puede darse a este nivel local o nacional; pero sin un verdadero contrapoder a nivel Europeo, Latinoamericano, etc., y finalmente mundial, la batalla siempre va a conducir al fracaso. Solo si la mayoría social es consciente de su verdadera fuerza y poder para transformar la realidad, podremos lograr unas sociedades verdaderamente democráticas, con lo que esto conlleva de bienestar y dignidad para los ciudadanos en su conjunto.
No deberíamos limitarnos solamente a protestar, indignarnos o reaccionar frente algo; sino sobre todo, proponer, construir, forjar esperanzas e ilusiones que puedan plasmarse en la realidad