En estos tiempos de crisis o recesión económica no está de más echar un vistazo a situaciones similares de nuestro pasado. Por ello, es una gran oportunidad aprovechar esta oportunidad que nos ofrece la Fundación Mapfre con la magnífica exposición retrospectiva de Walker Evans, el fotógrafo que puso cara a la Gran Depresión. Una selección de las mejores fotografías originales de este artista norteamericano.

Con más de un centenar de instantáneas ‘vintage’ realizadas en gelatina de plata. La exposición documenta ampliamente todas las etapas de su trayectoria (1903-1975).

Walker Evans no es sólo uno de los nombres importantes en la historia de la fotografía sino una de las figuras que más han influido en el arte contemporáneo y en el camino a seguir en la fotografía. Sus imágenes son sencillas, técnicamente perfectas y en todo momento bellas. En toda su obra eleva lo cotidiano a arte. Evans contribuyó a la creación de esa imagen por la que Norteamérica se reconoció a sí misma. Logró con su fotografía cargada de realismo el conocimiento de lo que era la sociedad de esos años.

La exposición muestra cómo Evans captó en imágenes concisas, contundentes y sobrias todas las caras de una sociedad capitalista, se inicia con fotos tomadas con una Leica en Nueva York en 1928 en las que se observan rascacielos, escenas sencillas, calles, interiores. Y continúa, con La Habana, Nueva Orleáns y Chicago, que se unen al relato en el que explora el tejido urbano y la acumulación de signos.

El núcleo de la exposición lo forman la selección de imágenes realizadas en 1935 y 1936. Evans comprendió la amplitud del drama social durante la Gran Depresión pero al mismo tiempo supo mantener una distancia.

Con sus fotografías, en las que combina la crítica social, el documental y la estética, trata de acercar las duras condiciones de vida y la pobreza de la población rural a un público ignorante de la situación por la que atravesaba el país.

La exposición muestra también la nueva forma de tratar el retrato que tuvo Evans entre 1938 y 1945. Con la cámara oculta bajo el abrigo, se centró en las caras de los viajeros del metro de Nueva York.

En la última fase de su carrera, desde finales de los 50 y hasta su muerte, el color se convirtió en eje de su trabajo. En sus fotografías persisten los temas que le obsesionaron a lo largo de su carrera, con unas imágenes que son expresiones gráficas de una sociedad que se ha vuelto insensible a las múltiples representaciones que componen su experiencia cotidiana.

Una verdadera constatación de que al arte con mayúsculas se puede llegar desde la verdad más desnuda de la realidad, si se cuenta con sensibilidad, compromiso e inteligencia.