Así, advierten que el mundo no está en condiciones de resistir una nueva crisis global, porque el colapso del sistema financiero en 2008 vació las arcas públicas y dejó sin ahorros a los ciudadanos. El Informe hace hincapié en que el aumento de la tensión geopolítica y la creciente falta de cohesión social, motivados por el desequilibrio económico han situado a los Gobiernos y a las sociedades en una situación “especialmente vulnerable”.

Según el análisis del FEM, que pretende adelantarse en una década a los potenciales riesgos, el contexto de los riesgos globales en 2011 se define por una paradoja del siglo XXI, la de que a medida que crece la unión del mundo, también aumentan las distancias. La globalización generó crecimiento económico sostenido durante una generación, remodeló el mundo y aumentó su grado de interrelación e interdependencia, pero generó una distribución desigual de la riqueza, con gran beneficio para unos pocos. Según el FEM, el crecimiento de naciones como China, India y Brasil “está reequilibrando el poder económico entre países”, aunque la desigualdad dentro de cada país “va en aumento”.

Además, los problemas de desigualdad y equidad económica en el ámbito nacional e internacional cada vez pesan más y, en el plano político, hay indicios de que se está produciendo un resurgimiento del nacionalismo, del populismo y de la fragmentación social. Para afrontar estos problemas, se nos dice que “es fundamental mejorar la gobernanza mundial”.

El Foro Económico Mundial alerta también sobre la creciente volatilidad cambiaria, las crisis fiscales, el derrumbe de los precios de los activos, los desequilibrios de las balanzas comerciales y los niveles de endeudamiento de los países ricos. Igual peso tienen las actividades ilegales, incluidos el narcotráfico, el tráfico de armas y la corrupción, que mueven ya un 10% de la economía mundial.

Otro foco de preocupación es el que el Foro Económico Mundial engloba en el triángulo “agua-alimentos-energía”. El rápido crecimiento demográfico del mundo y la creciente prosperidad económica están ejerciendo presiones insostenibles sobre los recursos, y el FME prevé que la demanda de agua, energía y alimentos crezca entre un 30% y un 50% en los próximos 20 años.

Ante este panorama, en lugar de llevarse las manos a la cabeza e insistir en un modelo que se demuestra injusto y agotado, ¿no cabría proponerse que otro modelo es posible?

Ver el Informe completo: http://riskreport.weforum.org/#

Descárguese un resumen en PDF: