En política, que a fin de cuentas es cultura consustancial al mono evolucionado, no es usual encontrar estas dos tipologías y sí mucho más frecuente el término medio e incluso un número importante de aquellos escorados hacia las cercanías del límite superior enunciado por el pensador asiático. Pero tampoco parecen faltar las propensiones hacia el límite inferior, para qué negarlo.

Así las cosas, es sumamente interesante observar cómo toman postura los grandes políticos del planeta respecto a la crisis económica (y por tanto política) como la que nos envuelve. Porque este macro -y micro- asunto es sin duda alguna un excelente medidor de las capacidades intelectuales y de bondad humana de los representantes de tantos millones de ciudadanos terrestres.

Y porque alrededor de dicha crisis gira, de una u otra forma, el resto de temas de las distintas legislaturas mundiales, en todas y cada una de sus posibles escalas. En política, como en la vida misma, las sinergias están servidas con un catalizador como el de los actuales volcánicos temblores del sistema capitalista (¿suena mejor sistema de mercado?), cuya epicentro radica en el propio entendimiento, desde este enfoque, del mundo y sus habitantes. Y sobremanera cuando se trata de capitalismo exacerbado, que es lo que en no pocos lugares del globo se practica aún, desafortunadamente.

En este sentido, es singularmente esclarecedor ver cómo se resuelven las primeras derivadas de la mentada crisis para el ciudadano, esto es, la carestía de la vida y el incremento del paro. Lo cual debe implicar que no pocos modifiquen su postura y opten por la solidaridad entre los animales sociales, por la colaboración entre éstos, mucho más que por la competencia salvaje. Y en definitiva, entre otras cosas, porque ciertos poderosos de las altas finanzas y empresariado asuman ahora menos beneficios, como todo el mundo. De hecho, es posible que esta enésima crisis del sistema financiero del capitalismo, pueda derivar en un replanteamiento de éste y de sus propias esencias. En realidad, ya estamos asistiendo al increíble espectáculo del ¡intervencionismo! del presidente Bush para paliar el caos capitalista.

Es, pues, una ocasión de oro para la solidaridad, para las posturas progresistas. Y esto hay que saber gestionarlo. Pues bien, consustancial y fundamental para tal gestión, es que ésta ha de explicarse públicamente, y por supuesto no de cualquier manera. Porque hay que hacer bien y comunicarlo asimismo bien. Así debe ser la buena política en este siglo. Y no todo el mundo sabe hacer bien esto.

En fin que, es asimismo momento para demostrar, una vez más, que en general lo que los políticos cuestan a sus representados no es caro sino barato. No sea que vayamos a entrar en otra crisis aún peor. A pensar, queridos representantes, a hacer bien y a hacerlo saber… bien. Porque, además, quien cumpla esta doble condición, estará legitimado y en vanguardia para ganar al adversario en la primera ocasión en que los ciudadanos votemos.