Todo esto, unido al desgaste político que se palpa en la opinión pública, sobre todo después de la huelga general y de la incapacidad mostrada por el gobierno para tener una mínima sensibilidad por lo que sienten y piensan los ciudadanos, componía –en el inicio de Semana Santa– un panorama bastante desolador y preocupante.
Pues bien, en este contexto resulta que durante tales días negros, tanto TVE como RNE –es decir, la “Pública”, la que se supone que informa con objetividad y profesionalidad– ha estado abriendo sus espacios informativos con una peculiar y sorprendente jerarquización de sus informaciones. Así, lo más importante y más destacado –y se supone que lo más decisivo para nuestro futuro y para la vida de muchas personas– era si la lluvia podría permitir la “salida” de algunos pasos procesionales, con especial atención a las incertidumbres que se cernían sobre la célebre “madrugá” sevillana.
En consecuencia, con esta “jerarquización” de los problemas, las cámaras nos ofrecían una y otra vez, las imágenes de jóvenes y adolescentes desconsolados y abatidos ante la enorme gravedad de estos peligros, acompañados de vez en vez por los rostros descompuestos de adultos llorando con gran dolor.
Con los años me he ido haciendo cada vez más comprensivo con los sentimientos y con las creencias de todo el mundo, y hasta puedo entender que la Semana Santa española es un fenómeno sociológico complejo que en bastantes aspectos trasciende los componentes puramente religiosos. Por eso, como muchos otros españoles, yo también tengo asumido el eco informativo de tales manifestaciones públicas. Pero, más allá del respeto, lo que resulta difícil entender es un trastocamiento tan enorme de las prioridades informativas. En este caso no se trataba de cuestiones simplemente religiosas o emotivas, sino de un asunto de estricta profesionalidad y seriedad.
No sé cuantos conciudadanos, que esperan la objetividad informativa de la “Pública”, habrán sentido estos días la misma perplejidad que yo, al contemplar cómo después de estas informaciones tan amplificadas, detalladas y extendidas sobre las consecuencias procesionales de las incertidumbres climatológicas y los riesgos de la “madrugá” sevillana, los locutores de turno daban cuenta apresurada, y a veces casi como incidental, sobre las negras perspectivas que se están cerniendo sobre la situación económica y social de España y de muchos españoles. ¡Eso si que suscita lagrimas y temores! Los suscita y, si no hay cambios, los continuará suscitando a gran escala.
Pero eso, no se puede entender la manera en la que algunos medios públicos estructuran sus priorizaciones y sus informaciones. Nada hay que objetar a que los medios de comunicación privados organicen sus informaciones de acuerdo a los criterios que tengan por más convenientes. Pero ¿la “Pública”…..? ¿Estamos también en esto ante un avance de lo que está por venir?
Para más INRI –y nunca mejor traída tan manida formula– gran parte de la información económica que se nos ha brindado estos días ha venido nucleada por las declaraciones realizadas por el Ministro de Economía, Señor de Guindos, a diversos medios de comunicación – con una destacada presencia alemana – para informar, con intención “tranquilizadora” (sic), de que los Presupuestos solo han sido una primera entrega de otras medidas restrictivas muy duras -¡menuda forma de tranquilizar!– que van a venir a continuación en Sanidad y Educación.
Es decir, el Señor de Guindos, “tranquiliza” a los mercados anunciando dolor, sufrimientos y restricciones para los sectores más débiles de nuestra sociedad. En algunos de estos anuncios, parecía que las imágenes querían ofrecer la estampa propia del momento, con la iluminación (escasa y con sombras), la faz del anunciante (seria, con barba mal afeitada y con gestos angulosos) y el entorno (triste y sombrío). Vamos, que solo les faltó a los realizadores convencer al entrevistado para que compareciera vestido de “nazareno”, conformando así una síntesis casi completa de un propósito informativo alienador.
¿Tendremos que desenterrar de nuevo los tristes versos del buen Machado sobre aquella “España de charanga, pandereta y Sacristía” ¡Menuda manera de intentar ganar credibilidad internacional y capacidad para generar una respuesta eficaz y solvente frente a la crisis!