Posteriormente, a lo largo de la década de los 40 y de los 50, el exilio se sigue nutriendo de nuevos militantes que huyen de la represión y la persecución franquista por su activismo político y sindical y por su labor de proselitismo encaminado a mantener vivas las organizaciones obreras y los partidos políticos de izquierda. Posteriormente, el exilio político conecta con la emigración económica que proviene de España en búsqueda de mejores condiciones de vida y de trabajo, alcanzando a cerca de 3 millones de trabajadores que se desplazaron a Francia, Alemania, Bélgica, y Suiza, principalmente. En relación con estos hechos se han celebrado este año diversos actos- y están previstos otros para comienzos del próximo mes- recordando la pérdida que significó el exilio para nuestro país y el drama humano que sufrieron los trabajadores más conscientes y sus familias.
En días pasados, la Fundación Francisco Largo Caballero (FFLC) también ha homenajeado a una importante delegación del exilio socialista- principalmente responsables que lo fueron de UGT- compuesta de más de 50 hombres y mujeres de la segunda generación del exilio que se han desplazado expresamente para este homenaje desde Francia, Alemania, Suiza, Bélgica, y Méjico, entre otros países.
A lo largo de tres días los representantes del exilio han puesto en común el testimonio de sus padres y han compartido sus propias experiencias con los máximos responsables de UGT en la actualidad, así como con militantes obreros que desarrollaron su actividad en la clandestinidad y sufrieron la represión, la cárcel, y el destierro como, por ejemplo, Nicolás Redondo, verdadero militante bisagra entre el exilio y las organizaciones en España. Entre todos han recordado a los fundadores de UGT y PSOE, fundamentalmente a Pablo Iglesias, y añorado sus enseñanzas; lo que se llamó el pablismo: la austeridad, la honradez, la ética, la militancia, y el activismo en la defensa de las ideas socialistas. La labor desarrollada en las Casas de Pueblo en la formación de los trabajadores, en la constitución de las cooperativas y mutualidades obreras, y en la protección social de los trabajadores. En aquel entonces se aspiraba a formar un hombre nuevo, distinto, cuando no opuesto, al que se suponía había contribuido a crear la sociedad burguesa y la moral católica.
Particularmente mereció la atención la instauración de la II República, el voto de la mujer, el esfuerzo desarrollado en la educación- con la construcción de escuelas-, los avances en la legislación laboral y social bajo el ministerio de Largo Caballero, la profundización de las libertades; en definitiva, los avances llevados a cabo en la modernización del país a lo largo de la etapa republicana.
Posteriormente, la memoria histórica nos recuerda la lucha contra el franquismo y el sindicato vertical, las relaciones de la clandestinidad y el exilio con el movimiento obrero internacional- que aportó el apoyo material y moral para el mantenimiento de las organizaciones socialistas, a pesar de la represión franquista-, y la activa participación de los partidos y sindicatos, así como de diversas organizaciones, en la recuperación de las libertades, participando activamente en las movilizaciones obreras: huelga general en Vizcaya, 1947, huelga de tranvías en Barcelona, 1951, huelgas mineras en Asturias, 1962, Bandas de Echévarri, Granada, Ferrol, Vitoria Los primeros de mayo también fueron fechas emblemáticas en la etapa franquista, con movilizaciones convocadas por las organizaciones obreras en la clandestinidad, a pesar de la persecución y la represión policial.
Finalmente se ha recordado el 30º congreso de UGT celebrado en Madrid, en abril del año 1976, bajo el eslogan A la Unidad Sindical por la Libertad, que fue el primer congreso en el que participaron los exilados homenajeados, celebrado después de la muerte del dictador. Un congreso que significó el comienzo de la transición sindical y que fue posible por el tesón y el esfuerzo del exilio que continuó celebrando congresos en territorio francés- 12 en el exilio, el primero después de la guerra en Toulouse (Francia), en 1944- y aprobando resoluciones que resultaron de referencia obligada en la lucha por la recuperación de las libertades.
El grupo de exilados tuvo tiempo también para visitar lugares emblemáticos: el cementerio civil de la Almudena; el museo Reina Sofía donde pudieron ver el Guernica pintado por Picasso, por encargo del Gobierno de la República, con motivo de la exposición universal de París, en el año 1937, por lo tanto en plena guerra civil; los lugares de memoria relacionados con la batalla del Jarama que contribuyó a la defensa de Madrid y mantuvo abiertas las líneas de comunicación con Valencia y donde participaron muy activamente las brigadas internacionales: Vosotros sois la historia, vosotros sois la leyenda, vosotros sois el ejemplo heroico de la solidaridad y la universalidad de la democracia No os olvidaremos y cuando el olivo de la paz florezca
Y, finalmente, los exilados acudieron al congreso de los diputados donde fueron recibidos por su presidente, José Bono, que glosó el valor de la democracia y reconoció la contribución del exilio al restablecimiento de la democracia que actualmente disfrutamos: El árbol florido lo está por la semilla que tiene plantada bajo tierra.
Los actos se han celebrado con profunda emoción y han resultado verdaderamente entrañables. Son de justicia y contribuyen a realzar el valor de la libertad y de la democracia, representando una llamada de atención y motivo de reflexión para las actuales generaciones, además de significar el reconocimiento histórico a esos hombres y mujeres que vivieron durante su niñez o adolescencia el drama de una expatriación forzosa; en todo caso, es una referencia y una enseñanza verdaderamente útil, sobre todo, para los más jóvenes y para la clase política en general.
En contraposición con ello, hemos comprobado con satisfacción, y una vez más, que una fecha como el 20-N ha pasado desapercibida y que los jóvenes ni conocen ni saben lo que representa esa fecha. Nadie se ha acordado de la muerte de Franco; ni siquiera la derecha más extrema se ha significado con manifestaciones de algún relieve. En todo caso, eso explica, entre otras cosas, que el pueblo español lleve casi tantos años viviendo en democracia, como los que sufrió en la dictadura pasada.
Estamos, por lo tanto, ante tres muy buenas noticias en el mapa político que nos está tocando vivir: el homenaje al exilio y a lo que representó en la recuperación de las libertades, el olvido del 20-N, y los más de 30 años de democracia, garantizada por la Constitución Española (el mes que viene se cumple el 31º aniversario de su aprobación).
La conclusión a partir de estos hechos está clara: las libertades están consolidadas, y eso, en estos momentos, no es poco. Sobre todo teniendo en cuenta la pobreza del debate político entre el gobierno- sin mayoría cómoda en el parlamento y presionado por la crisis económica y el desempleo- y la oposición- sin alternativas y visión de Estado- que no termina de conectar con la España real y sigue hipotecada por la corrupción y por su problema de liderazgo.