Pero eso no es lo que necesita España. ¿España? ¿Qué España? ¿Un debate? ¿Qué debate? Seguramente Rajoy pensará: para qué es necesario realizar un debate cuando ya sabemos lo que va a ocurrir, lo que va a decir cada uno, y además no servirá para nada, pues los españoles ya saben que las cosas están “en medio del precipicio en caída libre”. ¿Para qué hacer un debate? Rajoy pensará que en el debate saldrán las palabras malditas: prima de riesgo, rescate, crisis financiera, Bankia, Rato y sus amigos, reforma laboral, impuestos, promesas incumplidas, soberbia frente a Europa, y un largo etcétera que le producirá un desgaste.

Al fin y al cabo, los españoles ya votaron y le dieron una mayoría absoluta (que equivale a un reinado de cuatro años para hacer lo que le dé la gana sin control parlamentario). ¡Oiga, y si los españoles se equivocaron, que hubieran leído la letra pequeña igual que con las preferentes de los Bancos!

Los ciudadanos seguimos siendo ingenuos al emitir nuestro voto, seguimos confiando en que no todo lo que se dice en campaña es falso, que seguramente algo de lo que el Gobierno del PP dijo cuando estaba en oposición sería verdad. Los ciudadanos emitimos el voto, cada vez más, con decepción y desesperación que con ilusión y confianza democrática.

¿Cómo puede haber confianza en la Democracia parlamentaria, representativa y política que vivimos si el primero que la ignora y la humilla es el Presidente del Gobierno?

Hay más motivos y razones que nunca para un Debate del Estado de la Nación que ayude a clarificar posiciones, que genere un debate y una contienda democrática, que se contrasten posiciones, que se establezcan compromisos, que se regulen los presupuestos, que ….. ¡¡¡¡ HABLE EL PRESIDENTE DE GOBIERNO!!!!