Se establece de esta forma un choque entre dos modelos de globalización o de gobernanza mundial, la defendida por un pensamiento progresista a favor de una globalización justa, un reforzamiento del Estado y del sistema público en pos de la igualdad entre la ciudadanía o medidas como la de garantizar la primacía de la legalidad y el control sobre los movimientos migratorios, fortalecer la cooperación internacional para mejorar las condiciones de vida, económicas y sociales en los países emisores, y desarrollar una política de inmigración clara, que provea de derechos y obligaciones a los ya emigrados. Frente a este modelo de sociedad global está el pensamiento neoliberal –en alza en la actualidad- en donde la economía manda frente a los derechos y las libertades, y en donde los sistemas públicos garantistas se difuminan a golpe de tuerca en forma de medidas “de control presupuestario”, medidas que en el fondo llevan aparejadas la quiebra del principio rector de la igualdad en las democracias, principio que permite que la ciudadanía tenga la oportunidad de tener a su alcanza conquistas de antaño como la Educación o la Sanidad pública entre otras. En definitiva, es el propio modelo de Estado el que está en juego en las postrimerías de un siglo XXI cargado de nuevos retos que ahora les toca enfrentar a las generaciones nacidas al abrigo de la democracia. Tenemos ante nosotros el deber y la responsabilidad de nuestra participación activa, y es cuando menos curioso observar como el “apagón” y el “alienamiento en los contenidos” ofertados desde las televisiones de países como España o Italia pretenden tal vez desmovilizar a través de esa nueva cultura ficticia que hace que los problemas personales de Belén Esteban o las tramas de Gran Hermano sean para las generaciones de jóvenes de nuestro país de más intereés que el conflicto en Libia o la reforma laboral.
Llegados a este punto no cabe duda de que son dos las claves que desde el pensamiento progresista deben ponerse en valor como elementos fundamentales para hacer frente a la situación que el presente y el futuro deparará a nuestra democracia. Por un lado el reforzamiento de la sociedad civil activa, libre, independiente y reivindicativa, una sociedad que debe servir como contrapeso a los poderes tradicionales del Estado frente a las desviaciones que desde los mismos se pudieran realizar en relación al ejercicio de sus responsabilidades. La calidad de una democracia lo es mayor en base a la existencia por ende de una sociedad civil en los términos anteriormente señalados. Se convierte la misma, de esta forma, en una salvaguarda y una vigilante activa del propio desarrollo democrático. ¿O es que acaso no fue gracias en gran parte a ese tipo de sociedad civil comprometida nuestra propia transición democrática o no lo fue menos en los movimientos que alzarón la voz para decir “No a la Guerra”? Hoy, en cambio, asistimos a un inmovilismo, a una falta de participación y compromiso en las nuevas generaciones de jóvenes. Generaciones de universitarios que se movilizan en torno a grandes botellonas o partidos de futbol de la selección española en un mundial de Sudáfrica pero que se alejan en su mayoría del compromiso activo de la participación social y política, de las herramientas que desde la sociedad civil se tienen no sólo para hacer frente a los retos de este nuevo tiempo, sino para seguir conservando los derechos y las libertades que anteriores generaciones han logrado con trabajo, esfuerzo y compromiso. O es que, ¿acaso piensa alguien que los derechos que hoy disfrutamos son consencuencia de una tarde de verano? Y ante esta falta de compromiso analizada anteriormente y a mi juicio la casi inexistencia de una sociedad civil activa, tenemos que analizar desde el pensamiento progresista las causas que nos ha llevado a ello. Aquí varias son las causas, y varias las soluciones.
Las causas claras: falta de participación en la política y alejamiento de ésta de la sociedad, la falta de una sociedad civil activa e independiente, la inexistencia de un modelo educativo que tenga como principio rector la educación en el compromiso o la existencia de modelos de comunicación a través de la mass media que forja a las nuevas generaciones de jóvenes en valores alejados del compromiso, el esfuerzo o los valores de solidaridad.
Las soluciones concretas: la puesta en marcha de un modelo de partidos políticos de apertura a la ciudadanía y de procedimientos de democracia participativa en su seno que posibiliten la participación real y libre de quienes quieran aportar su tiempo y su esfuerzo en la construcción de una sociedad justa, libre e igual, el apoyo decidido a la activación e independencia de la sociedad civil y el trabajo constante y en red de esta con los agentes públicos y privados en la construcción de proyectos comunes y el replanteamiento del modelo educativo a todos los niveles son sólo algunas de esas soluciones que desde el pensamiento progresista tienen que ponerse en marcha. Cabe reseñar aquí la importancia de la Educación, de la apuesta decidida en el replanteamiento de la misma, pues no sólo es educación la que se conforma en base a la asimilación contenidos sino también la que forza a hombres y mujeres en el compromiso democrático. La asignatura de educación a la ciudadanía es un primer paso sin lugar a dudas pero creo firmemente que deberían de existir otros. Nuestras universidades, por ejemplo, deberían ser espacios a la reflexión y el compromiso, a la formación en valores no sólo en conocimientos y la construcción de ciudadanos y ciudadanas plenos en el significado de la palabra ciudadanía, la puesta en valor de la creatividad y del espíritu crítico son otros de los valores que desde nuestra educación pública deberíamos de poner en valor y de igual forma como señalaba recientemente el Candidato a la Alcaldía de Sevilla, Juan Espadas, la inversión pública constante en infraestructuras educativas que permitan el desarrollo de esa educación al alcance de todos y no sólo de unos pocos, pues es éste el elemento fundamental que forja las democracias y es esta la que determina la temperatura de nuestro presente y la hoja de ruta a nuestro futuro.