• Tarima portátil de aglomerado para cada desempleado, con objeto de que pueda ofrecer sus servicios de empresa en empresa con dignidad y altura de miras.

• Tarima fácil de quemar para cada madrileño que no llegue a fin de mes, con objeto de que pueda alcanzar los frutos de los árboles en primavera y tenga leña con que calentarse en el invierno.

• Tarima de nogal y marfil para cada autónomo en su búsqueda de financiación, con objeto de que demuestre la solvencia debida ante el banquero encargado de aprobar los préstamos.

• Tarima con canadiense para cada joven sin vivienda, con objeto de se instale cómodamente en los parques públicos o bajo los puentes de la región en tanto bajan los precios.

• Tarima aséptica para cada paciente en lista de espera en los hospitales de Madrid, con objeto de que pueda beneficiarse del aire puro de las alturas mientras le llega el turno para ser atendido.

• Tarima con barrera de colores para cada familia con niños sin plaza en la escuela infantil, con objeto de que el padre o la madre puedan cuidarlos cómodamente en sus lugares de trabajo.

• Tarima con prismáticos y kit de espionaje para los miembros del Gobierno autonómico, con objeto de que puedan vigilarse unos a otros sin entretener a los policías en menesteres que no les son propios.

No sé si todas estas medidas serán del todo efectivas, pero seguro que al menos impulsamos la industria maderera y los servicios de carpintería.