En España hemos encontrado la solución a nuestros problemas laborales:¡trabajar como chinos!
Efectivamente, aquellos chinos de los que graciosamente nos reíamos por sus rollitos de primavera, el arroz tres delicias y las tiendas todo a 100. De repente nos hemos enterado de que China es la segunda potencia económica mundial, la primera potencia exportadora, la segunda potencia científica, la tercera potencia espacial, la primera potencia en crecimiento de I+D+i, así como la primera potencia en graduados universitarios por año. Nuevamente, Europa (y no digamos España) ha permanecido con una ceguera casi permanente a lo que ocurría alrededor del mundo.
Los llamados BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Suráfrica) son los países emergentes que representan casi la mitad de la población mundial y que están creciendo económicamente (en un momento donde Europa hace aguas), tienen graves carencias y debilidades. Por ejemplo, la ausencia de democracia, de derechos laborales y las grandes desigualdades sociales. Recomiendo leer la revista “Temas” del mes de marzo y el análisis detallado que hacen los colaboradores.
A lo mejor, son justamente estas carencias y debilidades las que han hecho frotarse las manos al empresariado español, que ha descubierto las excelencias de la sumisión, la discreción, el esfuerzo más allá del bienestar, las jornadas interminables de lunes a domingo durante 365 días al año y de sol a sol. Además, todo ello “barato, barato”.
Ésa es la apuesta empresarial de nuestros tiempos: fuera regulaciones laborales y fuera derechos que estorban y encorsetan el empleo, mientras dejamos que emigren nuestros científicos y técnicos, nuestros jóvenes en los que hemos invertido años y dinero en formación, y se escapa la apuesta por una industria productiva basada en la innovación.
Sólo hay un error en esta ecuación. Que China, la que compra nuestros productos de lujo, la que imita nuestros jamones ibéricos a 15.000 euros la pieza, la primera exportadora mundial, la que está “colonizando” industrias, la que ha comprado los locales de las principales calles de nuestras ciudades, la que tiene en propiedad polígonos industriales en suelo español, la que ha abierto el banco más grande de Europa en Madrid, la que tiene “dinero contante y sonante”, puede también ofrecer empleo a los trabajadores españoles. ¡Y quién sabe si a la velocidad que se deterioran aquí las condiciones laborales no nos será más rentable trabajar para el empresariado chino!
Pues se abre un nuevo futuro: ¡trabajar como chinos para los chinos!