Entre estos dos acontecimientos han pasado unos noventa años. El trabajo sigue siendo fundamental, bĂĄsico para cualquier sociedad, en Arjona en 1920 o en Francia en 2010. Claro que existen interpretaciones variadas de su significado y en ellas no entro. Estimo que el trabajo es necesario tanto para el desarrollo del individuo como para la articulaciĂłn de la sociedad pero con condiciones Ă©ticas entre las cuales la retribuciĂłn y la dignidad son exigencias. No es esto un recordatorio utĂłpico cuando he podido leer en un gran diario una entrevista en la cual un empresario “innovador” afirmaba que en Estados Unidos veĂ­an a Europa como un balneario y para Asia Ă©ramos un parque temĂĄtico.

Vivimos tiempos revueltos, econĂłmicos, polĂ­ticos, sociales y tambiĂ©n Ă©ticos. Y cada cual de nosotros estĂĄ al acecho de cualquier informaciĂłn que dĂ© una pista, una soluciĂłn. Estos dĂ­as Felipe GonzĂĄlez ha dado en el clavo, al menos en mi opiniĂłn, afirmando que “debemos trabajar mĂĄs y mejor”. Es la frase que ha hecho aflorar en mi mente el recuerdo de “Naranjero” que, para poder trabajar “mĂĄs”, quemaba la mĂĄquina que permitĂ­a trabajar “mejor”. El trabajo es un tesoro. Un tesoro hay que protegerlo, cuidarlo, repartirlo y tambiĂ©n actualizarlo si le damos un sentido Ă©tico. El progreso, al menos hasta hoy, ha condenado felizmente la quema de la segadora consiguiendo que el trabajo aumente en la sociedad mundial y se reparta mejor. Pero esto no se ha hecho sĂłlo por la fuerza propia del progreso econĂłmico y cientĂ­fico, tambiĂ©n han intervenido las ideologĂ­as, no nos avergĂŒence el tĂ©rmino, cristianas y socialistas, sin olvidar el pragmatismo capitalista del Fordismo. Pero el desarrollo capitalista primero saltando las fronteras, despuĂ©s pasando de una naturaleza empresarial a una financiera, ha cambiado la situaciĂłn.

Trabajar mejor es una necesidad indiscutible y una posibilidad. Estamos lejos de la productividad de otros paĂ­ses europeos y trabajar mejor puede tambiĂ©n mejorar la calidad de vida del trabajador y no sĂłlo su eficiencia. Es un camino ya emprendido, aunque quede mucho por hacer. Un esfuerzo necesario que implica romper con costumbres, tradiciones y postulados de antaño. Pero hay ejemplos que pueden suscitar alguna duda. Finlandia, paĂ­s celebrado por la eficiencia de su sistema educativo, por la importancia de las nuevas tecnologĂ­as y de las innovaciones en su industria no estĂĄ exenta de dificultades en la actualidad. Nokia no resuelve todos los problemas. En el coste del trabajo, sea en el Norte de Europa o en el Sur, una parte bastante importante estĂĄ representada por el coste de la sociedad de bienestar, sea mĂĄs o menos perfecta. Como parece difĂ­cil convencer a las poblaciones que deben aceptar la supresiĂłn del Seguro de enfermedad, de la educaciĂłn pĂșblica obligatoria y gratuita, del seguro de paro, de las pensiones… y otras ventajas obtenidas en el pasado, esta parte de coste del trabajo pesa obligatoriamente cuando hay competir con muchos paĂ­ses exteriores a Europa. Si al obrero francĂ©s su empresa le ofrece 132 euros de salario en TĂșnezÂż cuales son las condiciones sociales que supone tal retribuciĂłn? Trabajar mejor es ciertamente ineludible pero Âżes suficiente?

Por ello creo muy ajustado que se añada “mĂĄs” a “mejor”. Pero, Âżes posible? MundializaciĂłn es hoy equivalente de deslocalizaciĂłn. Han desaparecido las fronteras para las mercancĂ­as y para el trabajo, no para los trabajadores. El transporte es baratĂ­simo y su contribuciĂłn al coste de la mercancĂ­a nada tiene que ver con el coste social del trabajo europeo. Los paĂ­ses emergentes y las multinacionales saben que la huida de puestos de trabajo de Europa hacia otras zonas del mundo es inevitable. MĂĄs aĂșn se pide a los Estados que reduzcan sus servicios, sus funcionarios, lo que antaño compensĂł la fuga de puestos de trabajo industriales o agrĂ­colas ÂżEntonces?

Por optimista que pueda ser no creo que, sin cambios de las reglas del juego, se pueda compensar en Europa la pĂ©rdida de trabajo que supone la mundializaciĂłn y su pervertida competitividad. Sin trabajo no hay pensiĂłn, seguro de enfermedad, escuela gratuita… ÂżBalneario, parque temĂĄtico? ÂżEs nuestro futuro? Me recuerda unas paginas escalofriantes de “La MĂĄquina del tiempo” de H.G.Wells, mĂĄs temibles que las hazañas de “Naranjero”.

Cuando un barco amenaza con hundirse porque entra agua por su casco no lo salva acelerar la velocidad, hay que achicar agua y sobre todo cegar las š vías de aguaš. Hay que cerrar las espitas por las cuales el trabajo fluye fuera de Europa.