Por ello, a medida que las cosas se han ido complicando hasta convertirse en un auténtico pulso que afecta al liderazgo de Mariano Rajoy, mucha gente se ha empezado a plantear tres preguntas clave que pueden estar en el fondo del contencioso.
Primera pregunta: ¿qué es lo que Miguel Blesa no está dispuesto a hacer, hasta el punto de que Esperanza Aguirre quiere quitárselo de en medio cueste lo que cueste y sin pararse a valorar si podría continuar al frente de Caja Madrid? Lo cual resulta especialmente chocante teniendo en cuenta que todo el mundo reconoce que Blesa lo ha hecho bien, es un buen profesional y tiene un talante proclive a la concordia y al entendimiento. Y además fue un candidato propuesto en su día por el propio Aznar y no por los líderes del PP en Madrid.
La segunda pregunta es similar: ¿qué es lo que piensa Aguirre que Rodrigo Rato no está dispuesto a hacer al frente de Caja Madrid, hasta el punto de que no se avenga a ningún acuerdo en torno a su candidatura, e incluso reclame la expulsión del PP de quien se ha atrevido a defender en público la opción Rato con exagerada vehemencia y rotundidad?
Y la tercera pregunta, en conexión a las dos anteriores, concierne a ¿qué es lo que Ignacio González, mano derecha de Aguirre, está dispuesto a hacer al frente de Caja Madrid, hasta el punto que la Presidenta de la Comunidad está dispuesta a enfrentarse a muerte con el Alcalde de Madrid y con el Presidente de su Partido, sin tener en cuenta los costes de imagen y de credibilidad que esta pugna tan complicada puede causar al PP y a la propia entidad que se quiere controlar?
Si alguien pudiera contestar a estas tres preguntas – y se atreviera a hacerlo– es posible que las cosas quedasen bastante mas claras. Pero, en cualquier caso, estamos ante un típico conflicto de manual, de esos que no tienen fácil solución, o al menos una solución que pueda evitar costes para unos o para otros.
Si Rajoy cede ahora y claudica ante las bravuconadas de Esperanza Aguirre, es evidente que su liderazgo saldrá tocado en unos momentos delicados en los que se enfrenta a serios casos de corrupción, y en los que el PP empezaba a remontar en las encuestas. Pero si no cede, e impone a Rato, es evidente que también tendrá costes internos y externos. De ahí que, de momento, sólo parezcan plausibles dos soluciones: o bien abrir un plazo mas tranquilo para la sustitución ordenada y consensuada de Blesa, o bien plantear una tercera opción en torno a alguien mas neutral, que suscite suficiente consenso supra-partidario y que no transmita la impresión ante la opinión pública de que alguien “ha ganado” totalmente el pulso, ni Aguirre, ni Rajoy, ni la Moncloa, ni el Banco España ¿Existe ese tipo de persona? Seguro que existe, pero para considerar tal posibilidad es preciso que primero se sosieguen los ánimos, que se racionalicen las opciones, que se hable con todos y que se despejen eventuales pretensiones espúreas. Si se avanza en esta perspectiva y todos saben ceder un poco es evidente que todos ganaran bastante y, sobre todo, ganará una institución tan importante como Caja Madrid, que bien merece no ser tratada como un simple campo de batalla, o como un pretexto para dirimir querellas internas -o personales– de más hondo calado.