Según los datos del barómetro del CIS de octubre, el PSOE es en estos momentos el primer partido en intención directa de voto. En concreto, un 16,6% de los electores dicen que piensan votar por este partido (un 26,8% si ponderamos esta cifra por el total de posibles votantes). A continuación, se sitúan el PP, con un 15% de los votos primarios (un 24,2% ponderados), y Ciudadanos con un 11% (17,7% sobre el total), con Podemos en cuarto lugar (8,8% y 14,2% respectivamente), quedando por detrás IU, con un 3,1% (5%) de los votos, al tiempo que UPyD prácticamente desaparece (Vid. tabla 1).
TABLA 1
INTENCIÓN DE VOTO EN OCTUBRE, SEGÚN EL BARÓMETRO DEL CIS (%)
Intención primaria de voto (ponderada sobre posibles votantes) |
Partido más cercano a sus ideas, o con el que simpatiza más (ponderada sobre posibles votantes) | Pronóstico de voto del CIS (“cocinado”) |
Tendencias / Variaciones de la “cocina” |
|
PSOE |
26,8 |
28,3 |
25,3 |
Se reduce |
PP |
24,2 |
24,2 |
29,1 |
Se amplía |
Ciudadanos |
17,7 |
15,2 |
14,7 |
Se reduce |
Podemos |
14,2 |
12,5 |
10,8 |
Se reduce |
IU |
5,0 |
6,2 |
4,7 |
Se mantiene |
UPyD |
0,6 |
1,0 |
1,2 |
Se amplía |
ERC |
3,0 |
3,4 |
2,2 |
Se reduce |
PNV |
0,8 |
1,0 |
0,7 |
Se mantiene |
CDC |
1,9 |
2,6 |
2,9 |
Se amplía |
Otros |
5,7 |
5,6 |
5,4 |
Se reduce |
Si nos atenemos a la información sociológica específica que permite identificar una parte del posible voto oculto, en función del partido que los encuestados sienten más próximo a sus ideas y con el que simpatizan más, la ventaja del PSOE aún es algo mayor. En concreto, de acuerdo con estos datos más indirectos, el PSOE podría obtener el 28,3% de los votos emitidos, el PP un 24,2%, Ciudadanos el 15,2% y Podemos el 12,5%.
En su conjunto, los datos primarios del CIS apuntan hacia una estructuración de las intenciones del voto que difieren de algunas de las encuestas (telefónicas y en red) que se están publicando últimamente, mostrando menores potencialidades de voto tanto de Ciudadanos como de Podemos.
Se trata de unas diferencias que no se explican solo por los distintos niveles de rigor estadístico de los procedimientos muestrales empleados en unas y en otras encuestas, sino también por la dichosa “cocina”, que tiende a presentar al público los datos sociológicos convenientemente filtrados y aderezados.
También en este caso, el CIS ha hecho su propia “cocina”, con el resultado final de unas previsiones electorales que no coinciden con lo que los propios encuestados dicen directamente que van a votar en las próximas elecciones generales; o con el partido con el que más simpatizan. En este caso, con una neta ventaja añadida a favor del PP, y con una cierta merma estimada también para partidos como Ciudadanos y Podemos que despiertan ciertas expectativas en la opinión pública, sobre todo Ciudadanos, bajo el influjo del “efecto Cataluña”. ¿Cómo es posible que, a partir de tales “mimbres”, los “cocineros” del CIS puedan llegar a “tejer” su “cesto” final? Sin duda, eso es todo un misterio.
Estamos, pues, ante un fenómeno de dualidad predictiva –a veces claramente intencionada y sesgada─ que está dando lugar a fiascos muy notables en los pronósticos electorales en varios países. Incluso en las encuestas a pie de urna.
El problema de fondo en España –pero no solo─ es que determinados partidos suelen tener un apreciable porcentaje de voto oculto que no aflora en las encuestas y que es necesario estimar con diferentes procedimientos proyectivos. Cuando el sistema de partidos en España presentaba un carácter netamente bipartidista y operaba el “efecto balancín” entre el PSOE y el PP, resultaba más fácil efectuar tales proyecciones predictivas. Sin embargo, ahora todo es bastante más difícil –y eventualmente erróneo─, debido a la diversificación del sistema de partidos español, con más de una cuarta parte de los electores que piensan votar por nuevos partidos, a la caída notable del recuerdo de voto del PP (muchos de sus votantes de 2011 ahora ni siquiera reconocen que votaron por este partido), y a las tendencias hacia la volatilidad de voto, que dan lugar a que bastantes ciudadanos no tengan todavía decidido a quién piensan respaldar finalmente en las urnas.
Es decir, con todos estos elementos abiertos, las predicciones se hacen cada vez más difíciles, y muchas veces tiende a imponerse la creatividad de los “cocineros” y los sesgos político-ideológicos de cada cual. De ahí las grandes discrepancias que existen entre las encuestas que se publican, de acuerdo a los colores políticos y los proyectos estratégicos de los respectivos patrocinadores y/o autores.
En el caso de las Encuestas del CIS suele darse también un cierto sesgo adicional “pro-gobierno establecido”, que está en función del tamaño de los “tarjetones-acreditaciones” que, con el rótulo de “Presidencia de Gobierno” bien visible, utilizan sus encuestadores para sortear las barreras de los porteros y de los domicilios particulares. Lo cual, ciertamente, cada vez dificulta más la realización correcta de las encuestas domiciliarias.
Hasta ahora, el CIS, con sus importantes recursos económicos y técnicos, contaba con medios y procedimientos adecuados para identificar tales sesgos y corregir las predicciones. Lo que no sabemos es si los métodos tradicionales continúan siendo correctos y precisos en estos momentos, después de un ciclo político en el que tantos cambios se están dando en el mapa político español.
Por lo tanto, la noche del 20 de diciembre habrá que estar preparados para sorpresas, como ya ha ocurrido en otros países últimamente. Y de momento habrá que fijarse principalmente en las tendencias más evidentes. Tendencias entre las que destacan el deseo muy mayoritario de los españoles de un cambio político, el progresivo deslizamiento de la mayoría de la población hacia las posiciones de izquierdas en el espectro político (un 59% se sitúa en los cinco espacios de izquierdas en el barómetro del CIS de septiembre y un 59,3% en el de octubre, en comparación con un 17,4% y el 24,9% respectivamente en los cinco de la derecha), la mayor complejización del mapa de preferencias políticas, y la ventaja comparativa del PSOE en voto directo declarado.