¿Dónde está el Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas? Porque él es el responsable de promover el respeto universal de todos los derechos humanos y libertades fundamentales de todas las personas, sin distinción de ningún tipo, y de una manera justa y equitativa. Y también debe ocuparse de las situaciones en que se violen los derechos humanos.

El avance institucional que supuso la creación del Consejo, ha chocado con los intereses de los Estados, que han llevado a una división entre los gobiernos que tienden a apoyar las iniciativas pro derechos humanos, los gobiernos que suelen oponerse a ellas y los gobiernos indecisos, que en numerosas ocasiones su suman a los Estados que se oponen a que se tomen medidas contra los actores que vulneran los derechos humanos.

En esta realidad, ha sido decisiva la actuación política de EE.UU de no hacerlo funcionar y la debilidad de la UE, que ha hecho algunos esfuerzos por asumir el liderazgo en Ginebra, pero no ha ofrecido una dirección estratégica general para, con una sola voz europea, obtener una mayoría interregional y pro derechos humanos entre los indecisos.

Desgraciadamente, en este Consejo son los gobiernos que ponen obstáculos o se oponen a extender los derechos humanos, los que demuestran más iniciativa y claridad de visión que los defensores tradicionales de los derechos humanos, y han adoptado numerosas medidas para debilitar este organismo que podría pedir cuentas a ellos o sus aliados.

Ante las violaciones de los derechos humanos que se producen de manera sistemática en muchos lugares del mundo, se necesita que el Consejo funcione de forma eficaz. Y para que tenga éxito es esencial, primero, el cambio de rumbo de la administración Obama para convertir EE.UU en el líder de la promoción de los derechos humanos. El respeto a los derechos humanos y al Estado de Derecho es una obligación que no puede verse condicionada por el resultado inmediato o la venganza.

El segundo elemento para que funcione el Consejo de Derechos Humanos, es una UE capaz de generar la voluntad política necesaria, con una sola voz, para estar en condiciones de contribuir a la formación de una verdadera coalición global pro derechos humanos. Anteponiendo los derechos humanos a los intereses nacionales y económicos. Pero hasta el momento, la Alta Representante de la Política Exterior y de Seguridad y el Servicio Europeo de Acción Exterior (SEAE), creados por el Tratado de Lisboa, no han respondido a las expectativas como responsables de la diplomacia europea y de la representación de la UE en el mundo y en las instituciones internacionales.

Para que el respaldo a la promoción de los derechos humanos sea real y eficaz, los gobiernos deben entre otras medidas garantizar su escrupuloso respeto por los derechos humanos, rendir cuentas por abusos graves sin importar quién sea el responsable, y garantizar que los gobiernos que obstruyan la defensa de los derechos humanos paguen un precio político en sus países.

La promoción eficaz de los derechos humanos no puede ignorar los cambios de poder en el mundo. El papel tradicional de los países de occidente en la promoción de los derechos humanos ya no es suficiente. Se deben formar nuevas coaliciones para promover los derechos humanos en todo el mundo, estableciendo relaciones con otras democracias que los respetan ampliamente. Pero también, hay que integrar los derechos humanos en las políticas prácticas de desarrollo, en las políticas antiterroristas exigiendo obligaciones y responsabilidades y en el desarrollo de las cortes y tribunales internacionales.

Por último, también hay que perfeccionar algunos mecanismos de funcionamiento del Consejo. Para superar el alto grado de politización que tuvo la Comisión de Derechos Humanos, se consideró que el nuevo Consejo asumiera entre sus tareas decisivas una revisión periódica universal, basada en información objetiva y fidedigna, del cumplimiento por parte de los Estados de los derechos humanos.

Este mecanismo universal de revisión periódica que garantiza la universalidad del examen y la igualdad de trato a todos los Estados, no resolvió, algunos aspectos claves: no se indica cómo se medirá el cumplimiento de los Estados en materia de derechos humanos; tampoco como se conseguirá la información objetiva y fidedigna; no se concreta si el examen que harán los Estados miembros del Consejo será en sesión pública o privada; y, por último, el examen tendrá por finalidad identificar las necesidades de cada Estado en relación con el fomento de su capacidad institucional, en vez de identificar el grado de cumplimiento real de las obligaciones de los Estados en materia de derechos humanos.

¡A por ello!