Tres han sido las claves de la crisis. En primer lugar se trata de aplicar con eficiencia y celeridad las respuestas elaboradas en el ámbito nacional e internacional para atajar la crisis económica y el desempleo galopante. La amplia y contrastada experiencia de Salgado en la gestión gubernativa, recientemente demostrada en el programa de 8.000 millones de gasto municipal, ha sido el argumento esgrimido por Zapatero para explicar su sorprendente nombramiento. Menos sorpresa ha causado la atribución del ministerio inversor en infraestructuras para José Blanco, el principal responsable de la buena marcha de la organización socialista y de sus principales éxitos electorales.

La segunda clave reside en lo que el Presidente ha denominado la “coordinación territorial más necesaria que nunca”. En un Estado complejo como el nuestro, con funciones y competencias concurrentes y compartidas, resulta harto difícil afrontar grandes objetivos de Estado sin la complicidad activa del conjunto de las administraciones. La gran experiencia y la indudable autoridad política de Manuel Chaves han de servir para aportar las dosis de coordinación, coherencia y cohesión precisas en nuestro entramado institucional, a fin de afrontar los desafíos colectivos con garantías de éxito. Si ya era una necesidad antes, ahora es una obligación inexorable.

La tercera referencia de la crisis es la educación. Zapatero es tan consciente de la importancia crucial del factor formativo para la modernización de nuestro modelo de crecimiento, como del retraso y las dificultades endémicas que soporta nuestro sistema educativo respecto al resto de países desarrollados. El plan Bolonia atraviesa problemas de ejecución y, sobre todo, de explicación. Y el experimento de separar la educación universitaria del resto del sistema educativo para lograr un mejor maridaje con las tareas investigadoras, ha merecido una “rectificación”, en palabras del propio Presidente. El respaldo a las industrias culturales con el nombramiento de González Sinde viene a reforzar esta apuesta por el futuro de la sociedad del conocimiento.

Más allá de los nombres propios, y tras el largo periplo de cumbres internacionales, Zapatero ha reafirmado ante la sociedad española y los interlocutores socio-económicos su planteamiento estratégico para hacer frente a la crisis económica: concertación mundial de las políticas económicas; fuerte estímulo público de la demanda; reforzamiento de los sistemas de protección social; garantía de solidez y transparencia para el sistema financiero; transformación del modelo productivo; y diálogo social y territorial.

Si esta es la receta, no tiene mala pinta. Se trata de un programa con clara vocación socialdemócrata y si, como Zapatero sostiene, ha recibido el aval del G-20 y los principales líderes mundiales, estamos ante un camino que puede conducirnos efectivamente al final del túnel.

El rumbo parece bien marcado. El nuevo ritmo lo pondrán los nuevos ministros (y ministras). Para eso les han nombrado. Buena suerte.