Como consecuencia, la derecha dominará el parlamento y el senado en los próximos cuatro años; este dominio se suma al poder conseguido recientemente en los ayuntamientos y diputaciones y consolida la derechización que se viene produciendo desde hace años en la UE.
Los resultados no han sorprendido a nadie y se venían anunciando con reiteración por diversos medios de comunicación y analistas de distinto signo. No era lógico esperar buenos resultados de un gobierno socialista que ha llevado a cabo una política considerada por muchos como neoliberal y propia de formaciones de derechas. La crisis económica (utilizada como justificación de dicha política) nunca ha sido un argumento suficiente para justificar la política que se ha llevado a la práctica desde mayo de 2010 y que significó el enfrentamiento con los sindicatos que, incluso, convocaron una huelga general que ha terminado por pasar factura al PSOE. A ello hay que añadir las últimas decisiones tomadas por el gobierno (reforma de la Constitución y escudo antimisiles) en medio de la campaña electoral que situaron a la dirección del partido, al grupo parlamentario y al propio candidato socialista ante hechos consumados.
La derrota electoral cierra y abre una nueva etapa en el PSOE y le obliga a una profunda reflexión en el próximo congreso ordinario que se celebrará en los próximos meses. Reflexión que debe significar el comienzo de una profunda regeneración del partido en base a cuatro grandes asuntos:
A) Modelo de partido. El PSOE debe recuperar la democracia interna que ha sido una bandera emblemática e irrenunciable desde su fundación. Una democracia que impulse la participación y el debate entre los afiliados y garantice una mayor presencia en el tejido social y en las movilizaciones ciudadanas. Para ello es imprescindible que las agrupaciones socialistas abran sus puertas, trabajen y se muestren operativas en el desarrollo de esta política. También deben ser capaces de eligir a los militantes más idóneos para asumir responsabilidades en los órganos de dirección del partido a todos los niveles sin verse hipotecados por un pasado superado por los acontecimientos. No debemos olvidar que el nuevo secretario general del partido será también el portavoz del principal partido de la oposición en los próximos cuatros años.
B) Modelo de Estado y democracia. La crisis económica y la duplicidad de competencias en los tres ámbitos territoriales invitan a revisar nuestro modelo de Estado (desde el respeto a la España de las autonomías) y el funcionamiento del Senado, así como reflexionar sobre nuestra relación con la UE. Todo indica que el debate está abierto y que nos encaminamos a un Estado federal a partir de nuestra experiencia y funcionamiento de las CCAA. Otro asunto a debatir se refiere a las reivindicaciones de IU, grupos minoritarios y 15-M encaminadas a mejorar la ley electoral y la participación ciudadana. Por otra parte, nuestro país debe estar dispuesto a asumir la transferencia de competencias a la UE para hacer realidad finalmente la unión política y fiscal en ese ámbito.
C) Defensa de la socialdemocracia. El PSOE debe renunciar radicalmente a seguir apoyando la política neoliberal que nos impone la UE, para reducir el déficit y la deuda soberana en los plazos (excesivos) establecidos. Esta política resulta incompatible con la lucha contra el desempleo (nuestro verdadero problema) que debe encabezar el PSOE y que pasa por impulsar el crecimiento de la economía, única manera de crear empleo y de, incluso, reducir el déficit y pagar la deuda. Ello, además, debe significar la recuperación de una política (prácticamente abandonada) encaminada a conseguir el pleno empleo y el reparto del trabajo existente.
Además, el PSOE debe seguir defendiendo el fortalecimiento de las políticas públicas: enseñanza, sanidad y los servicios sociales (pensiones y dependencia), en defensa de los más débiles. Otros asuntos a tener en cuenta se refieren a la importancia de la inversión pública para salir de la crisis y a la necesidad de garantizar el mantenimiento de las empresas públicas (las pocas que quedan) dentro del sector público. Ello debe requerir, cuando menos, una fuerte banca pública a partir de la reforma del sistema financiero, así como una decidida voluntad de seguir luchando contra el fraude fiscal y de abordar una profunda reforma fiscal en base a los principios de suficiencia, equidad, y progresividad. Otras políticas deben garantizar, en todo caso, la igualdad de oportunidades en todos los ámbitos de la sociedad.
D) Internacionalismo y globalización. La actual crisis económica ha puesto en evidencia el fracaso sin paliativos de la Internacional Socialista y del Partido Socialista Europeo. Recomponer esta situación debe ser una tarea urgente y decidida como respuesta al fenómeno de la globalización y a la superación de las desigualdades y la pobreza en el mundo.
En este sentido, el PSOE debe impulsar el internacionalismo socialista en busca de respuestas progresistas en el marco de la globalización. Respuestas diferenciadas de la derecha neoliberal y capaces de ilusionar a los jóvenes y a la ciudadanía en general.
En todo caso, el trabajo a desarrollar en la oposición debe ser compatible con la defensa de estas políticas y, particularmente, con el fortalecimiento de las estructuras partidarias encaminadas a la movilización de su militancia. Para hacer esto realidad hay que convocar y celebrar con rapidez el congreso ordinario. Un congreso que, finalmente, tendrá la última palabra en la necesaria regeneración de un partido centenario.