No es una cuestión de individualismos. Hay ministros y ministras que han cumplido un papel excepcional e histórico, como la vicepresidente de la Vega. Una mujer de una fortaleza, honestidad, capacidad de trabajo y coordinación extraordinarios. Pero hay papeles, gestiones y momentos de crisis que agotan políticamente. Y eso resulta comprensible.

Lo cierto es que desde hace meses, dentro y fuera del partido, los que defendemos una gestión y acción socialista coincidíamos en apuntar debilidades que se estaban convirtiendo en crónicas: mala comunicación, gobierno poco político en su conjunto, decisiones muy presidencialistas, mala coordinación, y un partido de perfil bajo. No son críticas. Es un análisis de sobra conocido.

Mucho nos ha hecho sufrir Zapatero durante estos meses donde no sabíamos si haría el cambio de rumbo esperado. ¡Y lo ha hecho! En un momento difícil pero decisivo. Con los presupuestos aprobados, con las medidas económicas para combatir la crisis puestas en marcha, con unas elecciones autonómicas en escasos meses, y con una fuerte pérdida de credibilidad.

Y los primeros análisis no se han hecho esperar: Zapatero rectifica, corrige errores, fortalece el gobierno, vuelven hombres fuertes del socialismo español, se recupera prestigio y credibilidad, se fortalece la organización del partido… Todas las lecturas, de buena fe, que se están realizando desde los medios de comunicación tienen su certeza; como siempre, nada es blanco y negro, pero en los matices de cada opinión existe una parte de verdad.

La fortaleza que ha demostrado Zapatero con esta decisión es demostrar que sí sabe escuchar, corregir, decidir, y atajar los problemas.

El Psoe ha cogido aire. Ha respirado fuerte. Ha despegado un estado de optimismo importante dentro de sus filas. Y el electorado socialista sonríe descubriendo que Zapatero está dispuesto a pelear las elecciones. ¡Quiere y queremos ganar!

Y si la estrategia de Rajoy hasta el momento era esconderse en casa y no salir demasiado, según consejo sabio y acertado de sus asesores, ¿qué piensa hacer ahora? No es un hombre dispuesto a pelear el cuerpo a cuerpo, ni a desnudarse de su pasado (aunque fuera lo que más deseara). Si toda estrategia del PP consistía exclusivamente en esperar a que Zapatero cayera solo por su propio desgaste, ahora “el rey” ha reforzado su ejército político y gubernamental. En cambio, la guardia de Rajoy sigue contaminada: desde Trillo y sus persecuciones judiciales hasta Camps con la tribu de Alí Babá y los más de 40…

La vida siempre es impredecible. Una sorpresa que nunca sabemos lo que guarda detrás de la puerta. Lo mismo podemos decir de la política.

El Psoe ha recuperado un gobierno fuerte, un partido revitalizado, unas figuras claves con credibilidad, capacidad de acción y gestión, y con un compromiso vital y político. Y que nadie lo dude: con un discurso político.

¡Ok, Zapatero!