La “ludoteca” de Barcelona funcionaba como una guardería clandestina que carecía de las licencias necesarias para la actividad que desempeñaba e incumplía todas las normativas. El personal contratado era insuficiente, no tenía papeles ni formación para el cuidado de niños. Además, las condiciones de higiene del local dejaban mucho que desear y los menores se encontraban en una situación casi de hacinamiento, ya que se atendía a 32 bebés, cuando el máximo aforo que permite la legislación según los metros que tiene el local es de 10 niños.
Urge terminar con esta situación. Para ello es necesario que en España se organice, de una vez por todas, una red de guarderías y centros de educación infantil que cubra la demanda que existe. De lo contrario, sucesos como este de Barcelona, continuarán salpicando de luto la actualidad. Una actualidad en la que las familias de rentas más bajas suelen ser las protagonistas. Porque la falta de recursos y las desigualdades sociales siguen estando en el origen de muchos de estos sucesos. Hechos de este tipo son consecuencias extremas que se derivan de los déficit sociales que tiene España. Es necesario volver a recordar que mientras la Unión Europea dedica un 29% del PIB de media a inversiones sociales, España se gasta un escaso 20% de su Producto Interior Bruto.
La creación de plazas de guarderías fue materia de ofertas electorales. La campaña ha pasado y el PSOE ha ganado las elecciones. Ponerse manos a la obra para crear esa red de centros públicos de educación infantil prometida en el programa es cumplir una parte importante del contrato establecido con los ciudadanos. Pero además, significa apostar por políticas sociales que de verdad vertebran nuestro país desde uno de los valores que definen los proyectos progresistas: poner en marcha iniciativas que favorezcan la igualdad de oportunidades, beneficiando socialmente a todos los ciudadanos.