El género de superhéroes ya no es una novedad en los cines. Tras aquel “Superman” de los 80 los estudios vieron que no eran nada despreciables los ingresos de las adaptaciones del cómic a las pantallas y ya tenemos incontables ejemplos a las espaldas. Tras “Thor” tenemos esta nueva versión de los XMen en sus años mozos, a la espera de que nos lleguen “Linterna Verde” y “Capitán América”.

Tras el fracaso absoluto de “XMen 3” con su lamentable guión los aficionados al cómic nos echamos las manos a la cabeza: “XMen 2” fue una gran película de superhéroes (de mutantes en concreto), con el gran pulso de Bryan Singer en la batuta, y lo que prometía cerrarse como una gran trilogía se fue a la basura, pues Singer apostó por hacer en su lugar un “Superman” realmente irregular, y peor aún, aburrido. Luego llegó el spin-off de “Lobezno”, una película de aventuras que no estaba mal y que debía casi todo al carisma que ejerce Hugh Jackman como protagonista, pero no era algo realmente para el recuerdo. Así y todo, una fría indiferencia es lo que se sentía en el ambiente cinéfilo cuando se anunció esta vuelta a los XMen, esta vez ambientados en los años 60.

Felizmente podemos decir que volvemos a los mejores momentos de la saga iniciada por Singer: aventuras que mantienen el ritmo y la tensión, puntos de humor suficientes pero sin pasarse ni caer en el ridículo, muchos personajes pero casi todos bien trazados, y lo mejor, unos trasfondos dramáticos de calado para los protagonistas absolutos de la cinta: Xavier y Magneto.

La película nos sitúa en unos años 60 donde el recién doctorado Charles Xavier (aún con pelo y carente de su parálisis, interpretado por James McAvoy) comienza a reclutar mutantes para formar un grupo que ayude a otros como él, y de paso salve al mundo cuando las cosas se pongan feas (como el conflicto soviético-americano de los misiles nucleares en Cuba). Le acompaña un Erik Lensherr (Michael Fassbender) antes de ser Magneto, un hombre atormentado por los campos de exterminio nazis que centra su vida en una venganza interminable contra aquellos que acabaron con su familia.

Hay efectos especiales, obviamente, y aventura juvenil, también, pero sobre todo hay un interés por contar una de las relaciones de amistad-odio más importantes del mundo del cómic, la dicotomía entre la coexistencia pacífica con aquellos que son diferentes o el odio racial y el exterminio. Tanto McAvoy como Fassbender están fantásticos, pero sólo por ver cómo éste último ha desarrollado al personaje de Magneto merece la pena la película, siendo creíble en todo momento las contradicciones que atormentan su alma. Como enemigo de ambos encontramos esta vez al seguramente primer villano realmente carismático de la saga: un Kevin Bacon mordaz e irónico, seductor y cruel, que como siempre que hace de villano se desenvuelve con maestría en su hacer. Como secundarios también podemos destacar a Nicholas Hoult como Bestia (mucho mejor su aspecto que en “XMen 3”), January Jones como la gélida Reina Blanca o Jennifer Lawrence como una joven Mística, también un personaje muy bien desarrollado en el guión.

Podemos pues ir sin miedo a ver este XMen que parece cruzado en parte con las aventuras de James Bond en la Guerra Fría. Encontraremos una película muy entretenida y disfrutable. Esperemos que si continúan esta nueva saga no se les tuerza el rumbo como pasó con su serie “madre”.

Lo mejor: El papel de Magneto, y cierto cameo sorprendente…

Lo peor: Algunos mutantes de los villanos, que no tienen pasado ni diálogos, ni parece importar lo más mínimo.