El pueblo ha votado para elegir sus Alcaldes y sus Presidentes de Comunidades Autónomas. Con contadas excepciones, aunque alguna importante, en casi ninguna ciudad de importancia o Autonomía se sabe, de manera cierta, quien va a ser el Alcalde o el Presidente. Ahora se abre un segundo turno, el de las negociaciones, los pactos, los consensos, las alianzas…; no faltan palabras para designar el proceso. Pero, seguro se sabe que, sea cual sea el resultado de estas semanas que se avecinan, el resultado será decisión exclusiva de los Estados Mayores nacionales, autonómicos o locales de los Partidos Políticos. Los votantes nada tendrán que ver en ello, aunque de las discusiones deba salir su Alcalde o su Presidente. Es fruto de nuestra buena Ley electoral actual.

Otra de las consecuencias de dicha Ley, es que, en las Comunidades Autónomas donde se ha votado para el Parlamento, hay la friolera de 25 Partidos diferentes representados. Y cabe señalar que no se votó para los Parlamentos de las Nacionalidades llamadas históricas, donde existen otros Partidos específicos. La integración de estos en la lista de Partidos representados nos llevaría hasta una cifra de ¡casi cuarenta formaciones políticas!

Otro análisis nos lleva a constatar que los efectos del éxito, indiscutible, de los Partidos emergentes tiene dos consecuencias que los politólogos y los comentaristas de la prensa no señalan con suficiente claridad, al menos en mi opinión. El primer resultado de la votación amplia obtenida ─pero muy lejos de ser mayoritaria─ en favor de Podemos, es impedir la victoria del PSOE. Podemos ha conseguido que el PP, derrotado, siga siendo el primer Partido de España. La segunda reflexión que hago es que, con la creación de Ciudadanos en España (de nada servía en Cataluña), las Derechas pueden salvar sus gobiernos en muchas ciudades o Comunidades Autónomas. Por lo tanto, queda por ver dónde está realmente el triunfo de las izquierdas en estas elecciones.

Pero puede resultar cierto ese triunfo si los Partidos que se oponen al PP consiguen, como piden a gritos los ciudadanos, unirse en torno a un gobierno diferente del actual. Tengo mis dudas. ¿Por qué? Por el ejemplo de lo que ocurre actualmente en Andalucía, donde se ha bloqueado, de mala manera, la investidura de Susana Díaz, en espera de los resultados del 24 de mayo. Lo cual puede hacer pensar que algunos en ─Podemos por ejemplo─, quieran esperar a las Elecciones Generales antes de mojarse en un pacto de gobierno.

Madrid puede ser el escenario que desmienta este pesimismo: si el PSOE apoya a Carmena para la Alcaldía y Podemos le devuelve el servicio en favor de Ángel Gabilondo en la Comunidad. Esto es algo tan matemático que puede parecer imparable. Pero la desunión de las izquierdas, en la historia, ha sido una mina de refutaciones a la lógica de las sumas post electorales.

Lo único que deseo es equivocarme.