La crítica a los partidos políticos y a la “partitocracia” tiene una larga tradición y, aunque en el pasado procedía sobre todo de las filas conservadoras, en la actualidad se está intensificando y haciéndose más transversal. Aun siendo evidente que los partidos son indispensables para el funcionamiento democrático, a veces son considerados por algunos como uno de los problemas más acuciantes de la vida política. Por ello hablar de la crisis actual de los partidos y de la clase política se ha convertido en un tópico recurrente. No es infrecuente que los partidos sean presentados como carentes de respuestas para los acuciantes problemas socioeconómicos y políticos y las situaciones de gobernabilidad, alejados de sus bases sociales, encerrados en sí mismos y lastrados por dinámicas internas endogámicas y en ocasiones poco democráticas, negando a veces a sus afiliados algunos derechos y libertades que en la sociedad tienen como ciudadanos.

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