UNA ASIGNATURA PENDIENTE

Javier Pérez Royo

Revista Temas 324 – El Poder Judicial – diciembre 2021, pg. 11-13

El poder judicial es un poder extraño. “Es un poder que no lo es”. Es un poder del Estado y, en cuanto tal, su existencia no puede no remitir al mundo de la política. Y no lo es, en la medida en que su actuación debe quedar confinada en el mundo del derecho. De ahí que Montesquieu escribiera: “De los tres poderes que hemos hablado, el de juzgar es en cierta medida nulo. No quedan más que dos”. Con esa calificación Montesquieu no dice lo que parece decir, sino todo lo contrario. Montesquieu expresaba un desiderátum. Expresaba lo que debería ser un Estado perfectamente constituido, que no existe en parte alguna. El poder judicial debería ser un poder nulo, porque es un poder “terrible” que, si deja de serlo, puede constituirse en la mayor amenaza para la libertad y seguridad de los ciudadanos.

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