Aproximadamente uno de cada seis seres humanos pasa hambre en la “sociedad global” del siglo XXI. Tan sólo este dato justifica moral y políticamente que los Estados más desarrollados financien políticas públicas de cooperación internacional. De hecho, la solidaridad interpersonal (sin distinción de nacionalidad, etnia, sexo o credo) es parte de la identidad política de la izquierda, y, en Europa desde hace décadas la izquierda apuesta por avanzar hacia la internacionalización” de las políticas de solidaridad del Estado de bienestar para tratar de contribuir a un desarrollo más equilibrado de la humanidad.

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