La socioformación involutiva, concepto inspirado en el de terraformación, es un proceso orientado a modificar deliberadamente la atmósfera de la opinión pública, elevando la temperatura social, la topografía ideológica o la ecología institucional de una sociedad para asemejarlo al entorno de la cultura franquista y hacerlo adecuado para la vida y desarrollo electoral de la derecha española. Este concepto se basa en la ingeniería comunicacional, es decir, en la aplicación de la tecnologías de la información para cambiar las condiciones de una sociedad y alcanzar, por ejemplo, una temperatura que permita la presencia normalizada de la extrema derecha, y una atmósfera con tan poco oxígeno que facilite la formación de ideas radicales elementales.

Las direcciones del Partido Popular están en ello, en la socioformación involutiva de la sociedad española desde que Fraga se exilió a Galicia para ocultar su glorioso expediente de servicios a la dictadura. Primero contra el “felipismo”, con las baterías mediáticas bombardeando sistemáticamente la opinión pública. Y está escrito. Allí se forjó la fama el primer director del Inmundo Dantesco, desde un balcón celebrando la faena torera de cortarles las orejas al lobo que fue Alianza Popular. Un Inmundo Dantesco que desciende los círculos del infierno de dos en dos: lujuria, avaricia, herejía y fraude. Gracias al “sindicato mediático del crimen”, y a base de moldear la opinión pública desde finales de la década de los 80, crearon un espacio habitable para el posfranquismo difundiendo esquemas mentales de suma cero. Si hasta entonces fue democracia contra dictadura, en ese momento estableció la derecha uno nuevo, ellos contra el absolutismo de Felipe González.

Después contra la “ilegitimidad” de Zapatero, y ahora contra el “autócrata” Sánchez.  Es muy interesante como, teniendo los cuadros y líderes del Partido Popular sus raíces actitudinales e ideológicas fuertemente hundidas en la mentalidad franquista (siempre tienen la verdad sin argumentos, lo que justifica perseguir verbal e institucionalmente a quienes piensan diferente), convierten su debilidad en fortaleza atribuyéndoselo a los demás. La pancarta afirmando que “La constitución destruye la nación”, además de una afinada rima consonante es toda una declaración pública de una firme creencia de la derecha madrileña y algunas de sus sucursales autonómicas. Es la motivación de lo que dicen y explica lo que hacen y cómo lo hacen. Para la derecha involutiva, la constitución española es un continente y no un contenido. Útil para tirar a la cabeza de otros, pero vacía de sustancia: véase la entrada Consejo General del Poder Judicial.

Almeida, hace nada, afirmaba en una entrevista que “existe un plan, desde hace años, para impedir que el PP gobierne”. Primero pensé, cierto, se llama elección democrática. En un segundo pensamiento por fin lo vi. Existe, y lo implementan dentro de la organización del PP. Ya sea Rato, “púnica”, Gürtel, Kitchen o Papeles de Bárcenas, en el PP tienen un plan para que los españoles les mantengan alejados del gobierno. Un plan de viaje al que han añadido un “sidecar de extrema derecha” con quienes antes viajaban dentro del carro.

Cualquiera que esté en este mundo, y no en el socioformado involutivo, ve meridianamente que vale la pena. Imaginar un gobierno de cínicos estructurales con Feijoó a la cabeza y Abascal en los testículos pone los pelos demócratas como escarpias. Las políticas y la gestión del gobierno socialista han valido y valen la pena. Como lo valió remover la losa y timbre del dictador Francisco Franco. Una tumba de la que, como lámpara de Aladino, salieron todos los fantasmas y malos genios de la dictadura pasada para asustar en el presente con volver en el futuro. En ese sentido, todos los esfuerzos por que la sociedad española progrese valen la pena. Incluida la pena mediática que algunos asumen entera.

Hasta ahora, los lobos atados democráticamente “aúllan luego cabalgamos”, aunque desgarren la sociedad. Si los lobos se sueltan y muerden a los ciudadanos, en carne y hueso, la pregunta evidente será: Who let the dogs out? En esencia, los discursos incendiarios de los líderes del PP no son mejores que un contenedor de basura ardiendo. Es más, son lo mismo.