En un tiempo caracterizado por la fragmentación de las representaciones políticas, el pacto no es opción, sino obligación. Cuando el resultado de las urnas configura una institución pública con cinco, seis o siete fuerzas políticas, no estamos en un escenario más o menos democrático que cuando la institución contaba con solo dos o tres fuerzas representadas. Sencillamente, ahora hay más actores a tener en cuenta para los acuerdos y para los desacuerdos.