Isabel Allende, Plaza y Janés, 2022.

Revelar lo que me ha evocado esta novela, es adentrarme, de nuevo, en el mundo literario de su autora. Isabel Allende, maestra en la creación de semblanzas humanas, narra el transitar de una mujer, desde su nacimiento en el año 1920, hasta su momento final.

La obra está escrita en primera persona. Detalla las andanzas de su larga vida en una carta que dirige a su querido y añorado nieto. Una vida que se inicia con la mal llamada “gripe española”, y que se apaga un siglo después en plena pandemia del año 2020.

Violeta, así llamada la protagonista, desde su más tierna infancia se verá enredada en acontecimientos extraordinarios que marcarán su día a día. Los más hermosos, los que tiñeron su corazón de amor y pasión, los más sombríos los que la hicieron creer que la justicia era una ilusión. Aunque los quebrantos del existir le partieron en mil pedazos, supo recomponerse y seguir adelante, con la mirada puesta en el futuro, arañando los pequeños momentos de felicidad y paz, que todos buscamos.

Es un libro emocionante, de recuerdos, de sueños, de alegrías, de decepciones, de lo que pudo haber sido y no fue, de lo imprevisible… del buscarse a uno mismo y a los otros y no hallarse, ni hallarlos.

En alguna otra ocasión he rememorado las palabras de García Márquez cuando decía: “La vida no es la que uno vivió, sino la que uno recuerda, y cómo la recuerda para contarla”.  Violeta, a través de la excelente pluma y conocimiento del ser humano de su creadora, hace suya está idea y nos traslada por sucesos que marcaron el siglo XX hasta la tercera década del XXI: la lucha por los derechos de las mujeres, el auge y caída de los dictadores, dos pandemias…

Si disponen de tiempo para viajar desde el sosiego de su recogimiento, les recomiendo se imbuyan en esta historia de personajes encontrados, lo más seguro es que les remita a sus propias añoranzas y biografías personales. Disfrutaran y pellizcará su sensibilidad. Que más se puede pedir…