Ni las Administraciones ni la ciudadanía han reaccionado a la magnitud del problema. No existe un registro público de edificios donde exista amianto de cara conocer su estado y a su futura eliminación. Se necesita un plan de desamiantado a nivel nacional, de Comunidad Autónoma y local. Lo que está en juego es la salud pública de las personas y del medio ambiente.

El amianto nos rodea, está instalado en muchos lugares sin embargo la mayoría de las veces es desconocido. Convivimos con él, y la ignorancia le convierte en un material más peligroso de lo que puede parecer a simple vista. No lo vemos pero la inhalación de sus fibras puede tener graves efectos para la salud incluso letales, no somos conscientes de cuándo estamos expuestos.

Este mineral se conoce desde la antigüedad, pero su uso masivo se dio a partir de la revolución industrial principalmente en la construcción, la industria textil, naval y metalmecánica. En España, alrededor de 3000 productos incluyeron este material aislante e ignífugo en su fabricación.

Durante mucho tiempo ha sido un material apreciado por sus características como aislante, por sus elevadas propiedades térmicas, químicas e ignífugas, y por su bajo precio. Se ha utilizado en el aislamiento de edificios, como componente de diversos productos (tejas, tuberías de agua, mantas ignífugas, guantes y envases médicos), como aditivo de los plásticos y en la industria automovilística (revestimiento de embragues y frenos, juntas y amortiguadores).

Hasta que se descubrió el grave problema: al degradarse desprende unas fibras invisibles que se inhalan y pueden provocar graves enfermedades neumológicas, en ocasiones la muerte. En la década de los 80, la Organización Mundial de la Salud (OMS) lo calificó como material cancerígeno, y 50 países lo prohibieron.

Gran parte de la ciudadanía saben que es peligroso, pero muy pocos sospechan que la mortal fibra puede estar en casa, detrás de cada azulejo, en el yeso en la pared, en el techo, bajo el piso, ó en la tubería de canalización de agua potable. El polvo que resulta de una simple remodelación en casa es tan fino que lo impregna todo. En España, según AEAS -Asociación Española de Abastecimientos de Agua-, existen todavía unos 40.000 km de estas tuberías -un 20% del total.

Edificios públicos y privados, construidos entre los años 60 a 90, colegios e institutos, hospitales, viejas fábricas, viviendas con techos de uralita, aislantes de bajantes, conducciones de agua, depósitos, cientos de materiales y componentes. En la construcción se utilizaron miles de toneladas de amianto. Se conocen empresas que lo han usado pero no en qué edificios está instalado. Urge hacer un registro público y empezar a trabajar en su eliminación segura.

Paseando por pueblos y ciudades ves restos de uralita en la basura. Incluso hay gente que la corta con una radial inhalando miles de fibras de amianto que están en suspensión en el aire que respiran. No se tiene precaución ni prevención, bien por un tema económico o bien por ignorancia. Hay un grave problema de salud pública y de salud laboral que requiere de soluciones.

La Carta europea de derechos fundamentales, se basa, entre otros, en el derecho a la vida, y a unas condiciones de trabajo justas y equitativas, “Todo trabajador tiene derecho a trabajar en condiciones que respeten su salud, su seguridad y su dignidad”, de esta sólida base debemos partir para demandar la eliminación segura del amianto.

La Comisión Europea, la OMS y la Organización Internacional del Trabajo (OIT) han lanzado recomendaciones y convenios a todos los países para poner en marcha protocolos para la retirada del amianto de cara a evitar las enfermedades relacionadas con el asbesto (cánceres).

Sin embargo, el amianto sigue instalado en innumerables lugares y hay países en los que se continúa comercializándolo. El problema persiste, las prohibiciones para el uso del asbesto no están en vigor en todo el mundo. En Rusia, por ejemplo, en 2017 se seguían produciendo casi 700 000 toneladas de amianto. A nivel mundial, el pico de producción y consumo se alcanzó en 1980, con 4,8 millones de toneladas, pero todavía en 2016 se acercaba a los 1,4 millones. China es el principal consumidor de amianto (30%), seguido de India (15%), Rusia (13%), Kazajistán y Brasil (5%).

En España se estableció la prohibición de utilizar amianto en la producción a partir del 15 de junio de 2002, permitiendo seguir comercializando e instalando los productos fabricados previamente, hasta el 15 de diciembre de ese mismo año.

La OMS, y otras muchas instituciones internacionales y europeas, afirman que la inhalación de esta sustancia causa asbestosis, cáncer de pulmón, laringe y ovario, así como mesotelioma, un cáncer del abdomen. Según los últimos datos de esta Organización, 125 millones de personas de todo el mundo están expuestas al amianto en su lugar de trabajo, dando lugar a más de 107.000 muertes anuales por cáncer de pulmón. Además, se estima que cada año se producen varios miles de muertes atribuibles a la exposición doméstica al asbesto. Es un problema laboral, social y ambiental.

La OIT estima que cada año entre 100.000 y 140.000 personas mueren en el mundo a causa del asbesto. En la Unión Europea, se estima que esta fibra mineral será el origen de la muerte de medio millón de personas de aquí a 2030.

Y tanto en el presente como en el futuro se hablará sobre el mesotelioma, la asbestosis, el cáncer de pulmón ó de laringe… por mucho tiempo, ya que es el largo tiempo que transcurre entre la exposición al asbesto y el desarrollo del tumor maligno, entre 20 y 30 años.

El uso de este producto está totalmente prohibido en toda la Unión Europea, en el caso de que se tenga que manipular es obligatorio que se tomen grandes medidas de seguridad por parte de aquellas personas que vayan a estar en contacto con el material, que, además, debe ser eliminado en plantas especialmente preparadas para ello.

El 14 de marzo de 2013 el Parlamento Europeo emitió Resolución preocupado por la eliminación de este material, y junto con el Dictamen del CESE (Comité Económico y Social Europeo) de 20 de febrero de 2015, son los dos instrumentos fundamentales para la erradicación del amianto en la UE. Ambos textos describen claramente la situación y plantean una hoja de ruta de las actuaciones a desarrollar, fijando como límite máximo de eliminación del material el año 2032.

Incluso existen líneas de financiación para planes concretos de desamiantado. La propia Marianne Thyssen, Comisaria europea de Empleo como representante de la Comisión, E-000862/2018, de 10 de abril de 2018 planteó: “Los Estados miembros pueden asignar ayudas de los Fondos Estructurales y de Inversión Europeos para la manipulación y la retirada del amianto en función de los objetivos de los respectivos programas nacionales o regionales”.

Avanzamos, pero no es suficiente, lo que está en juego es la salud pública de las personas y del medio ambiente. Actualmente son escasas las experiencias dirigidas hacia la supresión segura del amianto. Polonia, Reino Unido ó Lituania; y aquí en España, Navarra, Murcia ó ahora Cataluña. Todas experiencias positivas perfectamente traspolables a otros países ó ciudades.

Sin embargo, aún hoy hay constructores, personal dedicado a demolición y reformas, y en general personas trabajadoras de diferentes sectores que están expuestos a este riesgo si no se toman las medidas adecuadas. Es necesario concienciar a las empresas y organizaciones gubernamentales para que tomen las medidas adecuadas para eliminar el asbesto. El objetivo debe ser evitar la exposición al amianto de las personas trabajadoras y de la ciudadanía en general.

Hay que trabajar para la promoción de una vigilancia sanitaria específica tanto en instituciones de la sanidad pública como en los servicios de prevención privados, con el objetivo de posibilitar la detección precoz de enfermedades pulmonares, de facilitar el reconocimiento profesional y acceder a las prestaciones económicas de la Seguridad Social por enfermedad profesional. El reconocimiento de las enfermedades relacionadas con el amianto es una tarea pendiente.

Para finalizar, aunque la existencia del amianto es antigua y el conocimiento de su peligrosidad también lo es, hoy en día, en el siglo XXI sigue siendo uno de las mayores dificultades de salud laboral, medioambiental y de salud pública.

Ni las Administraciones ni la ciudadanía han reaccionado a la magnitud del problema. No existe un registro público de edificios donde existe amianto de cara conocer su estado y a su futura eliminación. Se necesita un plan de desamiantado a nivel nacional, de Comunidad Autónoma y local.

Es fundamental que se tome cartas en el asunto, que haya un compromiso en la detección y eliminación de este material cancerígeno y por tanto muy peligroso, a la vez que es necesario educar a la ciudadanía porque respirar fibras de amianto produce enfermedades muy graves, como el cáncer, y debemos evitarlo.

Son posibles iniciativas a nivel local, autonómico y nacional para llegar tal y como aconseja la UE a su desaparición a finales de 2032. La ciudadanía necesita que desarrollen estrategias similares a la de Navarra ó la Polonia, que incluyan propuestas legislativas, educativas, de formación de personas trabajadoras, de financiación pública para su eliminación, de sensibilización sobre los riesgos y las enfermedades que causa, de construcción de lugares para su destrucción, la difusión de mejores prácticas sin olvidarnos de la deuda social que tenemos con las víctimas. Es necesario elaborar procedimientos de reconocimiento e indemnización, así como prestarles apoyo jurídico y personal.

Sería conveniente la aprobación de un “Fondo de compensación sin culpa” similar a los que ya existen en diferentes países europeos, Francia, Bélgica, Holanda, que evitara el peregrinaje judicial de las y los afectados y les facilitara mejoras sociales una vez que se les declare la enfermedad como ocupacional. Porque se encuentran en situación de desprotección cuando se produce una enfermedad profesional causada por amianto, ven mermada su salud, sus capacidades. Proporcionar a las personas trabajadoras una mejor calidad de vida debe ser otro de los objetivos a desarrollar. Tenemos una deuda social con las víctimas de este material y urge solventarla.