“Recuerda que cambiar de camino, seguir a quien te coloca en la dirección correcta, no significa perder libertad: cambiar es una acción tuya, que precisa tu impulso, tu decisión y también tu inteligencia.”
Traigo a colación estas palabras de Marco Aurelio, en Meditaciones, Enseñanzas para una conducta moral, porque España está en un momento clave de su historia.
Un tiempo, que necesita de la inteligencia, de la colaboración, de la libertad y del entusiasmo de nuestros representantes públicos y de todos los ciudadanos, para diseñar una sociedad prospera y con equidad que nos llene de bienestar durante las próximas décadas.
Ahora es el momento de comenzar un nuevo tiempo de tolerancia y de colaboración. Recuperar la fraternidad de la que hablaba la revolución francesa, y abandonar la crispación que se cuela por la rendija de nuestras vidas cotidianas. Una crispación, que empieza en la política, pero que se va extendiendo a todos los ámbitos de la vida. Una crispación, que nos divide y nos hace peores como personas y como sociedad.
En una sociedad plural como la española, hay que aprender a comprender al que no opina o siente como tú. Y en ese ejercicio de ciudadanía, hay que poner fin a la intolerancia creciente que practican determinados partidos políticos que ven al adversario como un enemigo al que eliminar, en lugar de como un representante de los ciudadanos con el que poder dialogar y llegar a acuerdos.
La crispación y la intolerancia creciente entre los principales partidos políticos está erosionando gravemente nuestra democracia y sus instituciones, como se puede observar en el día a día o en la no renovación de instituciones claves del Estado.
Parar esta situación, y comenzar un nuevo tiempo de tolerancia, colaboración y fraternidad es posible. Y recordando que cambiar de camino, seguir a quien te coloca en la dirección correcta, no significa perder libertad, es momento de que sigamos las actividades cívicas a la que los españoles dan más importancia.
El Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) en su encuesta de Opinión Pública y Política Fiscal del pasado mes de julio, preguntaba que a la hora de considerar a alguien como un/a buen/a ciudadano/a, ¿qué importancia le da Ud. a cada una de las siguientes actitudes y comportamientos? En una escala de 0 a 10, en la que 0 significa que lo considera ‘nada importante’ y 10 ‘muy importante’.
Los resultados son esclarecedores. Si observamos los datos de la escala entre el 9 y 10. Para el 87,7 por ciento es muy importante para considerar a alguien un buen ciudadano ser una persona responsable y honesta. Para un 76,6 por ciento, respetar las opiniones de los demás, aunque sean diferentes de las propias. Para un 68,7 por ciento, no evadir impuestos. Para un 65,8 por ciento, cumplir siempre las leyes y las normas. Para un 55,2 por ciento, ser solidario con la gente que está peor, Y para un 47 por ciento, votar en las elecciones es muy importante para considerar a alguien un buen ciudadano.
Estas actitudes cívicas muestran que vivimos en una sociedad con unos valores que también deben tener su reflejo en todos los ámbitos de la sociedad, y especialmente en la esfera pública.
Esperemos que sea así y cambiemos de camino.