La vida en las calles va recuperando poco a poco la normalidad. Parece que ha pasado el largo invierno de la COVID-19 y se va abriendo en la gente una incipiente primavera de alegría y de ganas de vivir, que es corroborada por el hecho de que ocho de cada diez españoles creen que, en relación con la situación sanitaria generada por el coronavirus en España, lo peor ha pasado ya. Aunque, a una gran mayoría les sigue preocupando mucho o bastante la pandemia.

Es cierto que esta preocupación por la COVID-19 ha bajado desde el 93,4 por ciento de hace un año al 80,4 por ciento de ahora, según los datos del Barómetro del CIS del mes de octubre. Pero hay que ser conscientes de que la situación persiste, y hay que tomar las medidas necesarias con el objetivo de que la enfermedad continúe bajando y no se produzcan complicaciones con la llegada de la temporada de la gripe.

Una de las primeras cosas que hay que destacar, es que gracias a la vacunación masiva que se está realizando en España, algunas de las preocupaciones existentes han variado a lo largo del último año.

Así, si hace un año la mayor preocupación de los españoles, en relación con la pandemia, tenía que ver con la salud, gracias a las vacunas y a la vacunación, ahora los ciudadanos están más preocupados por los efectos económicos y sobre el empleo que está teniendo esta crisis del COVID-19, una vez que ven más a salvo sus vidas.

Concretamente, en octubre del año pasado para el 40,9 por ciento de la población la mayor preocupación eran los efectos sobre la salud, en un momento donde todavía no había una vacuna contra la enfermedad. Ese porcentaje, ha bajado en la actualidad hasta el 29,3 por ciento, con la vacunación masiva que se ha realizado.

En sentido contrario, si en octubre del año 2020, el 23,4 por ciento de la población estaba más preocupada por los efectos sobre la economía y el empleo de la pandemia, ahora con esta paulatina vuelta a la normalidad, este porcentaje ha subido hasta el 45 por ciento. Siendo la mayor preocupación de la ciudadanía.

Todos estos meses de pandemia han puesto al descubierto las vergüenzas de unas políticas neoliberales que tenían y tienen una gran voracidad por privatizar y privatizar servicios y empresas públicas estratégicas; y por recortar los servicios públicos esenciales para la población.

La pandemia ha vuelto a poner en valor el papel del Estado en la economía y en la vida de los ciudadanos. Los ciudadanos lo tienen claro, pero hay que tratar de que no se les olvide.

Un 84,3 por ciento de los españoles, tras los meses de pandemia, cree que son convenientes reformas en la sanidad española. Frente a un 10 por ciento que opina que no, según el CIS.

Siendo esto importante, lo más relevante son las reformas que señalan como más oportunas para la sanidad española. Para un 94,3 por ciento de la población, dedicar más recursos económicos; para un 94 por ciento, aumentar las plantillas del personal sanitario; para un 90,9 por ciento, aumentar la coordinación entre la Comunidades Autónomas; y para un 84,7 por ciento, aumentar las instalaciones y los recursos dedicados a prevenir las pandemias.

Esto significa, que hay que proteger y mejorar la sanidad pública frente a las políticas privatizadoras que se llevan realizando en algunas Comunidades Autónomas como Madrid, desde hace décadas. Y para ello, los ciudadanos deben tener una participación activa, tanto a la hora de impedir más privatizaciones como para cambiar estas políticas con nuevos gobiernos autonómicos dentro de dos años.

Es posible, como se ha visto en la Comunidad Valencia, donde tras años de privatizaciones sanitarias, con el cambio de un gobierno del PP a uno liderado por el PSOE, se van recuperando, para los valencianos, los hospitales privatizados.

Por último, y enlazando con la persistencia de la preocupación por la pandemia, hay que destacar que en España la mayoría de la población, ante los riesgos de contagio de coronavirus, está a favor de obligar a todas las personas a vacunarse, aunque no quisieran hacerlo. Así piensa un 46,9 por ciento de los españoles. Un 23 por ciento opina que depende. Y un 24,6 por ciento, cree que no hay que obligar a nadie a vacunarse.

Cambian las preocupaciones, pero es bonito ver como los españoles se decantan por hacer efectivo su derecho a la salud a través de una sanidad pública mejorada.