La incapacidad de un compromiso consistente con la amenaza del calentamiento global.

En el artículo anterior reflexionábamos sobre las alternativas: decrecimiento, estancamiento distribuido, o nuevo modelo de desarrollo, en línea con las pretensiones de Naciones Unidas en su último “Informe Nuestra Agenda Común”[1]. Hoy vamos a referirnos al contraste del contenido de ese Informe con el presentado por la propia Naciones Unidas[2] en referencia al papel de las Contribuciones Nacionales Definidas (NDC, por sus siglas en inglés) por los 191 países comprometidos con los Acuerdos de parís de la COP 21 sobre Cambio Climático del año 2015, que van a presidir la próxima reunión de la COP26 en Glasgow y, en gran parte, el futuro del calentamiento global, el cambio climático asociado y sus consecuencias que, como hemos señalado reiteradamente en estas páginas, previsiblemente sean de elevada gravedad para España.

El 17 de septiembre de 2021, el Informe provisional de Naciones Unidas sobre las NDC actualizadas a 30 de julio de 2021, recogía los datos de las 164 las partes, representando a los 191 países signatarios, que habían actualizado sus NDC, que representan del orden del 93% de las emisiones globales de 2019.

Su consideración conjunta, de cumplir todos los países con sus compromisos, llevaría a que las emisiones globales, para el 2030, fueran un 16,3% superiores a las de 2010. Lo que haría imposible conseguir el objetivo de mantener el calentamiento global por debajo de 2ºC para 2100 ya que ello exige que las emisiones se reduzcan, como mínimo, un 25% hasta 2030. Y mucho menos es alcanzable el objetivo de que el calentamiento permanezca por debajo del 1,5ºC, ya que en este caso la reducción de emisiones al 2030 debería alcanzar el 45% de las registradas en 2010.

La Figura siguiente muestra la evolución 2010-2020, la asociada a las previsiones con los NDC aprobados hasta 2030, y las sendas correspondientes a distintos Escenarios de emisiones y calentamiento global previsible asociado.

La senda amarilla correspondiente a SSP2-4,5, es la que establece el Grupo de Trabajo I, (sobre la base de las ciencias físicas: AR6 WG1)[3] al 6º Informe del IPCC, presentado el 9 de agosto de 2021, que conduciría a un aumento de temperatura a final de siglo de entre 2,1º y 3,5ºC, con una media de 2,7ºC. En todo caso, una senda muy lejana de la necesaria para cubrir los objetivos deseados y prevenir riesgos catastróficos, particularmente en países como España.

De los nuevos NCD presentados, como ya hemos señalado en estas páginas, la UE ha aumentado su objetivo de reducción de emisiones, para el 2030, del 40 al 55%, y pretende ser neutra en emisiones de gases efecto invernadero en el año 2050. El Reino Unido ha aumentado el objetivo de reducción de emisiones del 53 al 68%, para 2030, para llegar también a la descarbonización en el 2050. EEUU presenta su descarbonización para el 2050, y China para el 2060[4].

La UE+China+EEUU representan más del 50% de las emisiones globales de GEI; pero, aunque estas desaparecieran en su totalidad para el 2060, el ritmo de crecimiento de las emisiones del resto de países no comprometidos con su reducción, llevaría a un incremento global de la concentración de GEI en la atmosfera. No obstante, si EEUU, siguiendo la pauta de la UE, asume y cumple la senda de su nuevo compromiso de descarbonización para el 2050 y China materializa la suya para la descarbonización entre 2030 y 2060, podríamos esperar que el calentamiento global se situara por debajo de los 2ºC para el 2050, según las señaladas previsiones del Grupo Intergubernamental sobre Calentamiento Climático (IPCC).

Ante esta situación, el Presidente de la COP26, Alok Sharma, acaba de señalar públicamente, que durante las charlas con más de 100 gobiernos antes del encuentro en Glasgow, había solicitado una y otra vez cuatro cosas:

1) Planes ambiciosos de cada país para recortar las emisiones y alcanzar la meta de cero neto para mediados de siglo.

2) La aportación anual de 100.000 millones de dólares americanos por los países desarrollados para ayudar a los países en desarrollo a luchar contra el cambio climático.

3) Planes para la adaptación al cambio climático, ya inevitable, que evite sus peores consecuencias e incremente la resiliencia socioeconómica de los países.

4) Un acuerdo sobre las reglas finales del Acuerdo de París.

Una preocupación creciente en los Informes del IPCC. ¿Qué futuro?

El Grupo Intergubernamental sobre Calentamiento Climático (IPCC), a medida que va contrastando datos y trabajos científicos, en sus sucesivos Informes[5], ha ido ampliando, a peor, las consecuencias previsibles de la concentración de GEI, aunque presuponen que el calentamiento climático sigue siendo un proceso gradual y controlable, y no consideran que se sobrepasen algunos de los “tipping points”[6] que pueden hacer que se acelere el cambio del sistema climático planetario, atendiendo a que la naturaleza de muchos de los procesos involucrados en estos “tipping points” es desconocida experimentalmente, y sólo se puede modelizar y prever, teóricamente, bajo ciertas formulaciones, supuestos e hipótesis, más o menos discutibles.

En todo caso constatan, reproduciendo y matizando procesos ya comentados en estas páginas, que, en el último decenio (2011-2020), la temperatura global de la superficie terrestre fue aproximadamente 1,09°C superior a la de los niveles preindustriales, siendo ahora comparables a las temperaturas medias de hace unos 125.000 años (Último Período Interglacial), cuando la capa de hielo de Groenlandia era más pequeña y el nivel del mar probablemente unos 5-10 metros más alto que el actual. Constatación asociada a la actual dinámica de pérdida de hielo en todo el planeta que, el artículo de Slater, T. et alt. (2021)[7] estima en 28 billones de toneladas de hielo entre 1994 y 2017 (lo que equivale a una capa de hielo de 100 metros de espesor que cubriera todo el Reino Unido). Pérdida de hielo que está contribuyendo a un incremento del nivel del mar de una media de 3,5 cm (34,6 ± 3,1 mm). Señalan, además, que la velocidad a la que el hielo desaparece en todo el planeta se está acelerando, ya que la tasa general de pérdida de hielo ha aumentado un 57% en los últimos 24 años en comparación con la década de 1990.

El último Informe del IPCC (2021) citado, también señala que la tasa del aumento del nivel del mar casi se ha triplicado en comparación con la de 1901-1971, mientras que la tasa promedio de pérdida de masa de la capa de hielo de Groenlandia fue aproximadamente seis veces más rápida durante el período 2010-2019 en comparación con el período 1992-1999, así como que la capa de hielo de la Antártida estaba perdiendo masa en promedio tres veces más rápido en 2010-2019 en comparación con 1992-1999.

En su artículo, Slater, T et alt. (2021) destacan que la mitad de todas las pérdidas se debieron al hielo en tierra, incluidos 6,1 billones de toneladas de los glaciares de montaña, 3,8 billones de toneladas de la capa de hielo de Groenlandia[8] y 2,5 billones de toneladas de la capa de hielo de la Antártida, lo que, además de su incidencia en el aumento del nivel del mar, también afecta a la disponibilidad de recursos de agua dulce en el planeta.

Su conclusión es que las capas de hielo están siguiendo los peores escenarios de calentamiento climático establecidos por el IPCC, y que el aumento del nivel del mar tendrá impactos muy graves en las comunidades costeras en este siglo, ya que estiman que, por cada centímetro de aumento del nivel del mar, aproximadamente un millón de personas en las regiones bajas costeras están en peligro de ser desplazadas.

Por otra parte, señalan que “no cabe duda de que la gran mayoría de la pérdida de hielo de la Tierra es una consecuencia directa del calentamiento climático”, ya que el aumento de la pérdida de hielo ha sido provocado por el calentamiento de la atmósfera y de los océanos, que se han calentado 0,26°C y 0,12°C por década desde 1980, respectivamente. Dinámica particularmente preocupante, ya que el hielo actúa, por una parte, como una barrera aislante, evitando que el océano caliente la atmósfera; y, por otra, refleja la energía térmica del Sol evitando el calentamiento del océano. Proceso sobre el que también tiende a incidir, a largo plazo, el potencial avance del abedul enano hacia el norte, por el calentamiento, disminuyendo igualmente la energía reflejada por el hielo. Y hay que tener en cuenta, además, que la apertura de nuevas rutas marítimas en el Ártico, ya en funcionamiento, puede incrementar los efectos negativos globales.

Un Ártico que, en promedio, se está calentando tres veces más rápido que el resto del planeta, por lo que seguirá perdiendo hielo, lo que además de elevar el nivel del mar, podría afectar a las corrientes marinas con consecuencias en gran parte desconocidas, pero que pueden llegar a ser muy graves sobre el Clima.

No podemos olvidar que, la recopilación efectuada por McKensey (2020)[9] destaca los “tipping points” más relevantes y el riesgo de su potencial retroalimentación sobre el calentamiento global, tal y cómo se aprecia en la Figura 3 siguiente.

Es importante destacar que los últimos registros disponibles sobre todos y cada uno de los “tipping points” señalados están incrementando la certeza del riesgo de que los fenómenos asociados se produzcan y de que el riesgo de calentamiento global incrementado sea una realidad.

En concreto, cabe destacar la ya señalada pérdida de hielo, y la problemática del Ártico y de la tundra siberiana como potenciales “tipping points”, ya que hay que tener en cuenta que, en 2020, la mayor desviación anual de temperatura con respecto al promedio de 1981-2010 se concentró en el Ártico y el norte de Siberia (dos ámbitos de riesgo de “tipping points”) alcanzando más de 6°C por encima de dicho promedio.

La ola de calor, con puntas específicas en el verano de 2020, llevó a temperaturas que superaron los 38ºC en algunas partes de Siberia, provocando incendios forestales que reavivaron los incendios subterráneos del año anterior en áreas con permafrost[10], liberando grandes cantidades de metano y de CO2[11] y retroalimentando el deshielo del propio permafrost, y nuevas liberaciones de metano, con sus potenciales graves consecuencias sobre el incremento del calentamiento.

En paralelo, se produjo, en 2020, otro aspecto considerado “tipping point” de potenciales graves consecuencias sobre el incremento del calentamiento global, como fue el hecho de que la superficie de hielo marino del Ártico fuera significativamente más reducida que el promedio histórico, continuando una tendencia media de reducción de la capa de hielo que se estima es del orden del 1,3% anual, que se superpone a que el espesor de dicha capa de hielo también tiende a reducirse.

Como síntesis general, una clara conclusión del Informe del IPCC (2021) que merece destacarse, es que habrá una ocurrencia creciente de eventos extremos sin precedentes en los registros observados hasta ahora, incluso con 1,5°C de temperatura global de calentamiento (y no podemos olvidar que ya estamos en el nivel de los 1,2ºC), con olas extremas de calor que aumentarán en frecuencia e intensidad. Pero si se llega a un calentamiento de 2°C los cambios en la intensidad de estos procesos serían al menos el doble, y con 3°C, cuádruples en comparación con los cambios a 1,5°C. Y la dinámica actual nos lleva muy por encima de los 2ºC, como apreciábamos en la Figura 1.

Y para acabar, ¿qué podemos esperar en España?

En la Ponencia Marco del 40 Congreso del PSOE se hace una reflexión sobre la nefasta política del PP entre 2012 y 2018 en las materias consideradas en este artículo, lo que es evidente a tenor de los datos disponibles. Se valora la correcta política definida en materia de Emergencia Climática desde finales de 2019 y el desarrollo de leyes, planes y estrategias que, para el período 2021-2023 van a ser cubiertas con el acceso a fondos del Mecanismo de Recuperación y Resiliencia Europeo, a través de las medidas incorporadas en el Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia Español, que ha obtenido una evaluación sobresaliente por la Comisión Europea; pero cuya recepción de los pagos futuros está condicionada al cumplimiento de los Objetivos e Hitos comprometidos. Lo que no va a ser fácil dadas las dificultades de gestión y de materialización de los presupuestos tradicionales de este país, no ajenas, en la actualidad, a la descapitalización de medios y humana provocada por el Gobierno del PP en la Administración General del Estado.

Nada que objetar en el capítulo de las medidas de mitigación asociadas a los compromisos asumidos con y por la UE. Ni a las líneas que se recogen en la citada Ponencia Marco respecto a los epígrafes que se reproducen a continuación, si bien existen actuaciones en el sector agrícola, industrial, servicios e infraestructuras, cuyo supuesto de “no causar daños significativos” (epígrafe 1389) es discutible:

  1. En estos tres años de gobiernos progresistas hemos logrado avanzar de forma significativa, pero queda mucho por hacer. Debemos revisar nuestra forma de relacionarnos con la naturaleza, en todas sus dimensiones, desde cómo nos alimentamos, cómo producimos y consumimos, a cómo gestionamos los residuos que generamos. Estamos hablando de ecología política, es decir, de evolucionar hacia un nuevo modelo de vida, un nuevo modelo de producción y de consumo respetuoso con los límites del planeta, sin dejar a nadie atrás.
  2. Los Fondos Europeos de Recuperación son una oportunidad única para llevar a cabo esa transformación en nuestro país en los próximos cinco años. Tal y como siempre defendió el PSOE, una parte importante de dichos fondos está destinada a la transición ecológica (37%) y la totalidad de los mismos está condicionada a que no exista un deterioro ambiental. Así, todas las inversiones públicas en la recuperación han de respetar el principio ecológico de “no causar daños”.
  3. Esto significa que hay que integrar las perspectivas del clima en el corazón de las políticas y decisiones, en las estrategias de empresa, en proyectos de ciudad y territorio, en la innovación, en la economía y las finanzas, en las políticas sociales y de equidad, en el sistema fiscal y el energético, en la puesta en valor de nuestros recursos y en el debate social de nuestro futuro en común.

Pero sí hay mucho que objetar en las insuficiencias de medidas urgentes de adaptación, defensa y potenciación de la resiliencia socioeconómica ante los inevitables y crecientes procesos extremos que, ya inevitablemente, van a incidir sobre el territorio y la sociedad española.

Pero eso tendrá que ser materia de un próximo artículo.

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[1] https://www.un.org/es/content/common-agenda-report/assets/pdf/informe-nuestra-agenda-comun.pdf

[2] United Nations. (2021).- “Nationally determined contributions under the Paris Agreement”. Framework Convention on Climate Change (FCCC). 17 September 2021. https://unfccc.int/sites/default/files/resource/cma2021_08_adv_1.pdf

[3] IPCC, 2021: Summary for Policymakers. In: Climate Change 2021: The Physical Science Basis. Contribution of Working Group I to the Sixth Assessment Report of the Intergovernmental Panel on Climate Change [MassonDelmotte, V., P. Zhai, A. Pirani, S. L. Connors, C. Péan, S. Berger, N. Caud, Y. Chen, L. Goldfarb, M. I. Gomis, M. Huang, K. Leitzell, E. Lonnoy, J. B. R. Matthews, T. K. Maycock, T. Waterfield, O. Yelekçi, R. Yu and B. Zhou (eds.)]. Cambridge University Press. In Press. https://www.ipcc.ch/report/ar6/wg1/downloads/report/IPCC_AR6_WGI_SPM.pdf

[4] Otros países grandes emisores, como Brasil, habían presentado un NCD sin objetivos de reducción de emisiones para 2030 y sin las medidas exigidas desde numerosas instancias para frenar el aumento de la deforestación. En el otro extremo, ni Australia ni Rusia habían aumentado su compromiso de reducción de emisiones,

[5] El último, ya citado, de agosto de 2021 y, el anterior, de 2020: Grupo Intergubernamental sobre Calentamiento Climático (IPCC) (2020).- “Special Report on Climate Change and Land”. https://www.ipcc.ch/srccl/

[6] Por ‘tipping point’ podemos entender el punto de inflexión en el que, tras un cierto grado de evolución de una variable, una pequeña variación adicional provoca una gran diferencia (posible salto cualitativo).

[7] Slater, T, Lawrence, I.R., Otosaka, I.N., Shepherd, A., Gourmelen, N., Jakob, L., Tepes, P., Gilbert, L., Nienow, P. (2021).- “Earth’s ice imbalance”. The Cryosphere, 15, 233–246, https://tc.copernicus.org/articles/15/233/2021/

[8] En el año 2020, 23,1 millones de kilómetros cuadrados de la capa de hielo de Groenlandia (alrededor del 70 por ciento de la superficie de la capa de hielo) alcanzaron el punto de fusión. Los glaciares y las capas de hielo de las montañas en lugares como Alaska, América del Sur y High Mountain Asia continúan derritiéndose, lo que contribuye más que Groenlandia o la Antártida al aumento del nivel del mar, lo que afecta a las comunidades costeras de todo el mundo.

[9] McKensey (2020).- “Leading the battle against climate change: Actions for China.” June 2020. Pág. 13. https://www.mckinsey.com/business-functions/sustainability/our-insights/leading-the-battle-against-climate-change-actions-for-china

[10] El permafrost es un suelo rico en carbono en profundidad, acumulado durante siglos/milenios, cuyo incendio puede mantenerse por largo tiempo en capas profundas, favoreciendo su reinicio superficial en épocas de calor que elimine la capa de nieve y hielo que le protege.

[11] La temporada de incendios forestales en Siberia ha sido inusual en 2020 (desde mayo hasta bien entrado el otoño) con una liberación récord de 244 megatoneladas de dióxido de carbono, superando en más de un tercio el récord de 2019.