Hemos dejado atrás las elecciones municipales y autonómicas. El resultado ha sido duro de digerir para toda la izquierda en general y para el PSOE en particular.
Se necesita serenidad para asimilar el análisis de los resultados. Es cierto que ha avanzado la derecha, pero ha sido con la suma de la derecha extrema con la extrema derecha, lo que se da paso a una política negacionista, muy cerca a los planteamientos políticos de Trump y Bolsonaro a nivel internacional o de Duda en Polonia y Orbán en Hungría y los aleja de una derecha democrática, moderna y europea, al estilo de Macron en Francia o de Von der Leyen en la Unión Europea.
La izquierda española ha quedado mermada en estas elecciones por la acción de unos medios de comunicación totalmente en contra, que multiplica sus mensajes demoledores contra la acción política del gobierno y de la izquierda en general; a ello se une una fragmentación creciente de las formaciones políticas de izquierda que no agrada en nada a la ciudadanía, pues dificulta sobremanera la posibilidad de ganar escaños por la aplicación de la actual Ley electoral española. Un ejemplo significativo ha siso en Huesca, donde se presentaban cinco formaciones a la izquierda del PSOE, todas obtuvieron entre 4-5% de los votos, con lo que al no llegar al 5% no obtuvieron representación, por lo que el 20% de los electores se vieron sin ningún tipo de representación y ganó las elecciones la opción del PP.
Hemos de señalar dos elementos de singular impacto y valor: los resultados de la acción política de gobierno durante toda la legislatura y, en segundo lugar, los contenidos de la campaña electoral.
La acción política del primer gobierno progresista de coalición de la historia democrática reciente de España ha sido excelente en los contenidos y en las objetivos conseguidos (incremento del salario mínimo interprofesional, revisión anual de las pensiones de acuerdo al IPC, la ley de eutanasia, la ley laboral, la ley de educación, la ley de vivienda, las ayudas culturales para jóvenes y mayores, el ingreso mínimo vital, la ley de formación profesional, los ERTES durante la pandemia, los beneficios a los trabajadores autónomos, las ayudas a los transportistas, la agricultura y la pesca, los beneficios para las trabajadoras del hogar, la normalización laboral de los rider, el bono energético, la solución ibérica, los acuerdos sobre la elevación de los precios derivada de la guerra de Putin en Ucrania, la puesta en marcha del teléfono para atención al suicidio 024, la elaboración y aprobación de la estrategia de Salud Mental del SNS,…). Pero la acción política ha llevado demasiado “ruido interno”, se realizaban debates entre los socios de gobierno por casi todos los temas y eran debates públicos, en ocasiones agrios y con palabras gruesas llenas de desdén y, en no pocas ocasiones, de descalificaciones. Este ruido interno restaba credibilidad y consistencia a la propia acción política, aportando argumentos a los medios de la derecha mediática, ávidos de sangre para completarlos, en no pocas ocasiones, con exageraciones, interpretaciones variopintas e incluso fake news.
De tal suerte y manera que la acción de gobierno, con ser brillante, resultaba irregular, heterogénea y mate, restando la brillantez de tanto contenido social a los ojos del ciudadano medio. Una acción cainita que, lejos de favorecer la acción de gobierno, quitaba lustre e importancia a la propia acción de gobierno, permaneciendo los debates, las discusiones y las diferencias públicas, con lo que se aportaban argumentos a los medios de comunicación de la prensa más reaccionaria. De esos comportamientos y actitudes trascendían al exterior la imposibilidad de gobernar o llegar a acuerdos cuando, entre los dos socios del gobierno de coalición, solo hacían que pelearse entre ellos, fuera cualesquiera fuere el tema.
El segundo grupo de factores los situamos en la propia campaña electoral. Una campaña electoral de bajo perfil, muy plana y escasamente atractiva en contenidos políticos y programáticos, dominaban los contenidos más desabridos, bruscos y descalificatorios. Dos semanas bien diferenciadas: en la primera ha sido dominada por una derecha agresiva que desenterró el hacha y la serpiente de ETA, a lo que unía sus consabidas descalificaciones de tildar al gobierno de bilduetarra y otras lindezas parecidas. Aunque parezca mentira hubo que recordar que ETA había desaparecido desde hace 10 años por la labor de la democracia española personificada en Alfredo Pérez Rubalcaba y en José Luis Rodríguez-Zapatero; la hermana de Ordóñez, concejal del PP de San Sebastián asesinado por ETA, les tuvo que decir que no manipularan políticamente a las víctimas y que ETA ya no existía, aunque había casos sin resolver. El PP callaba que en plena época en la que ETA mataba, el PP pactaba, nada más y nada menos, los presupuestos con Herri Batasuna en el Ayuntamiento de Vitoria y que su alcalde, hoy portavoz en el Senada, el señor Maroto lo justificaba deseando que se pudiera hacer de forma general. Amén que el señor Aznar llamaba a los terroristas “movimiento vasco de liberación nacional”, ni más ni menos. Por no decir de otras manipulaciones del PP, como en los atentados de Atocha, que pretendió culpar a ETA de forma ignominiosa.
Así están las cosas de embarradas y duras, con grandes dificultades de analizar lo que se precisaba, sino que se perdía el tiempo en estas diatribas que a nada conducían, llega la segunda semana y se utiliza la amenaza del “pelotazo” en las elecciones, con una serie de casos en el voto por correo en el que se encontraban involucrados fundamentalmente del PP y, en menor medida, del PSOE y, sobre todo, del partido de Melilla. Toda una desfeita, como se dice en gallego, que se cernía con conductas llenas de trapalladas y amenazas por parte de la derecha culpando a la izquierda directamente de estar gestando un pelotazo electoral.
Las carencias en la acción política y en la campaña enmarcan la derrota de la izquierda, pero no es la causa que justifica todo. Los militantes socialistas estaban lamiendo sus heridas tristes, pesarosos y, sobre todo, preocupados e incrédulos. Resonaban en sus oídos las palabras de Martin Luther King: “No me preocupa lo que dicen los malos, sino el silencio de los buenos”.
La recia y sufrida militancia se encontraba en medio de un silencio pesaroso lamiéndose las heridas, sin más espera que la desesperanza o que se encendiera algún punto de luz. Para las elecciones generales queda aún seis meses, una eternidad para sufrir insultos, ataques e ignominias…
La caverna mediática y política afilaban sus garras y lo personalizarían en el presidente del gobierno, su bestia odiada, sí, odiada. Preparaban toda una estrategia envolvente plena de paradojas: si lo hace porque lo hace y si no lo hace porque deja de hacerlo, así es como se comunican políticamente a base de paradojas empaquetadas en papel de seda. Ya preparaban todo su argumentario de repeticiones reiteradas, basadas en falsedades, insultos y descalificaciones. Viendo lo hecho en la precampaña y en la campaña, la postcampaña se aliaba con Goebels y ya solo quedaba repetir y repetir, porque a base de repetir las mentiras la gente acabará por creerlo como verdad…
Entre tanto, Pedro Sánchez pensaba en una salida, algo que fuera definitivo y fuera útil para el conjunto de la ciudadanía, de forma súbita decide realizar una declaración institucional y anuncia la disolución del parlamento y la convocatoria de elecciones anticipadas en el plazo que contempla la ley: 54 días, lo que significa que las elecciones se celebrarán el domingo día 23 de julio.
Una decisión clara y rotunda del presidente de Gobierno en ejercicio de sus atribuciones constitucionales. Nada más formulada su decisión se iniciaron las atribuciones interpretativas por parte de todos los medios de la caverna mediática y de la oposición parlamentaria. Una derecha, henchida de su triunfo con la extrema derecha, se siente crecida e inicia su reacción con más razones cogidas por los pelos, expresión de su rabia, de su frustración y de su odio, ya no hay duda: sí odio, hacia el presidente de Gobierno y que han venido haciendo público y difundiéndolo desde el minuto “0” de su presidencia.
¿Qué ha pasado con esa comparecencia?
Lo primero es que el presidente de Gobierno vuelve a tomar la iniciativa, frente al lamento, la culpa, la impotencia de unas elecciones que se pierden tras una acción de gobierno limpia ante una serie sucesiva y encadenada de crisis pandémica, climática geológica y bélica.
Retomar la iniciativa tiene una consecuencia inmediata, aunque el hecho de perder las elecciones es importante, pasa a un segundo término. La portada se gana con las elecciones adelantadas y que la fecha es en pleno julio. De nuevo el señor Fakejoo critica con denodada agresividad la convocatoria porque es inédito, pero se le olvida que él mismo convocó el día 12 de julio de 2020 las elecciones en Galicia, es decir julio y con pandemia.
Desde luego la decisión de Pedro Sánchez ha sido una jugada maestra de un gran político. Tomar decisiones bajo presión, aparentemente las circunstancias en contra, en un contexto complicado, pero con seguridad y firmeza. Un golpe de timón con autoridad, seguridad y firmeza: se debe cambiar el rumbo para poder actuar de forma diferente.
Si el presidente de Gobierno no hubiera tomado esta decisión, el PP dos días a la semana (Senado y Congreso) hubiera repetido sin descanso la frase tan manida de “señor Sánchez, váyase” y “convoque elecciones, señor, Sánchez”. Hubiera sido insufrible, lancinante, devastador y la derecha extrema con la extrema derecha hubieran lanzado todo tipo de razones en contra del gobierno y todo ello con la presidencia de turno de la Unión Europea. Hubiera sido un espectáculo de esos que desangran al sistema democrático.
Ahora toca recomponer la militancia, las agrupaciones y los canales de comunicación interna y externa, deben ponerse en marcha con toda la maquinaria electoral a tope y en alto nivel de producción y rendimiento. No hay tiempo para lamentos, ni para llantos.
La izquierda del partido socialista debe solucionar la fragmentación en la que se encuentra, dejar al margen los egos y que sea el equipo y el grupo resultante el que se bregue por las elecciones. También a este sector se dirige la decisión del presidente del Gobierno, basta de ruidos y dilaciones, solo queda el acuerdo porque sino pasarían a ser irrelevantes.
No hay duda, se va a tener que gobernar en coalición, sea de derecha extrema con extrema derecha o sea reproducir un pacto progresista sin complejos y sabiendo solventar las dificultades que aparecieron en esta legislatura. No debemos olvidar que Ciudadanos prácticamente ha desaparecido y Podemos ha quedado reducido a su mínima expresión, tras estas elecciones.
La derecha extrema y la extrema derecha ya ha iniciado sus acciones que denominan de revertir el sanchismo. En Madrid se quedan sin plaza de educación infantil pública 10.000 niños y niñas; además se incrementa el precio de la comida que pagan los padres y madres en los centros escolares, mientras la comunidad bloquea el pago de la comida en las residencias de ancianos al nivel de un alimento de hambre y se rescinden contratos en el servicio de salud de la Comunidad de Madrid.
Sobre las decisiones económicas y sociales del Gobierno de España se pronuncian tres medios de comunicación internacionales, con el silencio y ataque de los medios españoles. En efecto los nada sospechosos The Guardian, The Economist y The Finantial Times expresan su apoyo a las políticas económicas emprendidas por Sánchez, señalando la contención de la inflación y la solución ibérica, así como el hecho que exista un claro incremento de puestos laborales tanto en número como en calidad. Un reconocimiento de gran importancia para aclarar las informaciones apocalípticas de la derecha política. La conclusión común de estos tres medios de comunicación internacionales es que Sánchez debe continuar gobernando para continuar las reformas emprendidas.
La caverna mediática y el PP claman por “revertir el sanchismo”, pero no especifican ni lo que es el sanchismo, ni qué es lo que van a revertir de lo legislado. Lo que ellos denominan despectivamente “sanchismo”, no es más que socialismo, que socialdemocracia sin más apellidos. Referirse a sanchismo tiene una clara intencionalidad descalificatoria, personalista y claramente agresiva hacia la persona de Pedro Sánchez, al que siguen señalando como ilegítimo, okupa, mentiroso, mediocre y otras cuantas lindezas. Confunden las acciones de gobierno con los efectos económicos en la cartera individual de la ciudadanía, como efecto de una situación económica internacional producto de la guerra de Putin en Ucrania, solo hace falta hacer una mera lectura a la prensa internacional.
Son tan mendaces que solo insultan y silencian la posición política española internacional, donde Pedro Sánchez ha tomado un papel relevante y destacado, como nunca había tenido España en décadas o quizá más. Esta posición internacional de España lo es por la facilidad de Pedro Sánchez en expresarse en varias lenguas diferentes al castellano de forma directa. Hay quien dice que esto no es importante, solo muestran el supino desconocimiento de las reglas actuales de la comunicación política y personal. Dos imágenes contrapuestas: soledad e incomunicación de M. Rajoy y el departir en grupos diversos de Pedro Sánchez e incluso impartiendo su presentación en inglés en la conferencia de Davos con un gran compromiso con los más débiles y vulnerables.
Ahora es necesario que las listas socialistas al congreso y al senado sean consistentes y no con los de siempre, que se basen en preparación y conocimiento de los candidatos y no en pago de favores; que esas listas se fundamenten en lealtades y no en fidelidades. La campaña debe ser honesta y clara, sin barroquismos innecesarios, aclarando lo hecho y explicando las propuestas a realizar. Hacer una campaña cercana a la ciudadanía, a la antigua usanza, pero incorporando con sabiduría las nuevas tecnologías de la información y la comunicación.
Decía Sócrates que en el debate cuando se percibe alguien como perdedor solo le queda la calumnia. Así lo estamos viendo con los actos de la derecha extrema y la extrema derecha y todo su cortejo mediático.