49 mujeres fueron víctimas de violencia de género en el año 2022 y 38 menores huérfanos y huérfanas. En el mes de diciembre del 2022 se cometieron 11 asesinatos machistas, ha sido el mes más violento desde que en 2003 se empezó a contabilizar a las mujeres asesinadas. Y en la misma línea continuamos en los primeros días de este mes de enero de 2023, Natalia, Belén, Eva María y Hayate, 4 mujeres, 3 en tan sólo un día, el 8 de enero, quizá en el momento de publicar este artículo se haya producido algún crimen más. Todas ellas asesinadas por el mero hecho de ser mujeres.
No podemos normalizar el machismo. La tolerancia debe ser cero frente a las violencias machistas.
Dolor, rabia, furia, injusticia son algunos de los adjetivos que puedo usar para describir la impotencia que sentimos las mujeres ante esta situación. No es tolerable que, en el siglo XXI, en el que se están produciendo constantes avances, como la 5ª revolución industrial o el avance de la digitalización, sigan produciéndose hechos tan primitivos y pueriles como el asesinato de mujeres. La discriminación y las desigualdades entre hombres y mujeres deben terminar.
Dispositivos de seguimiento telemático de agresores, mayor protección penal para las víctimas durante la tramitación de los procedimientos, coordinación judicial y policial, reforzar el acompañamiento y asesoramiento de las víctimas, y fundamental, trabajar más en la prevención de la violencia desde edades tempranas, son algunas de las posibles acciones que oímos, cada vez que muere asesinada una mujer, para solucionar la situación.
Pero, ¿se están poniendo las suficientes medidas para evitar y prevenir esta violencia de género? Según datos del Consejo General del Poder Judicial relativos al tercer trimestre del año 2022, sólo se solicitaron órdenes de protección para las víctimas en un 21% de los casos.
La macroencuesta sobre violencia hacia las mujeres realizada el año 2019, elaborada por el CIS, traslada cifras que deberían escandalizarnos, 1 de cada 2 mujeres residentes en España, de 16 o más años, han sufrido violencia a lo largo de sus vidas (casi 12 millones). Y 1 de cada 5 la han sufrido en los últimos doce meses (más de 4 millones de mujeres).
Algo está fallando. Tras las legislaturas vividas bajo el gobierno del PP y el retroceso que se produjo en las políticas de igualdad y contra la violencia de género y el actual discurso rancio de algunas CCAA como Castilla León ó Madrid, se están realizando esfuerzos por parte del Gobierno de coalición que aún no han dado los resultados esperados. El 42% de las mujeres asesinadas el año pasado por sus parejas o exparejas había denunciado. El Estado, las Comunidades Autónomas, los Ayuntamientos, la sociedad, hemos de movilizarnos ante este repunte de feminicidios.
Estimaciones publicadas por la Organización Mundial de la Salud sobre la violencia contra la mujer indican que alrededor de una de cada tres (30%) mujeres en el mundo han sufrido violencia física y/o sexual de pareja o violencia sexual por terceros en algún momento de su vida. Esta misma fuente, indica que casi un tercio (27%) de las mujeres de 15 a 49 años que han estado en una relación informan haber sufrido algún tipo de violencia física y /o sexual por su pareja.
Parece que esta grave vulneración de derechos humanos no tiene fin, y constituye un peligroso problema para las mujeres ya que afecta negativamente al bienestar y a su salud física, mental, sexual, así como a su descendencia, pero también social, las familias, amistades o vecindario si son conocedores deben denunciar esta situación de riesgo, arropar, ayudar y apoyar a las víctimas, la violencia de género es un problema de todos y todas. La desigualdad de género constituye un importante problema de salud pública.
La prevención juega un papel prioritario. La evaluación de las actuales medidas, nuevas propuestas, mayor coordinación entre Administraciones, cuerpos policiales, Fiscalía, Ministerio del Interior, Ministerio de Igualdad, incluso Ministerio de Trabajo; y sobre todo mayor protección y respuesta social, son necesarios. Todo ello paralelo a un sistema educativo que instruya en igualdad y un sistema de protección social decente. El sector sanitario, también es fundamental para proporcionar cuidados en la salud de las mujeres que sufren violencia, en muchos casos, incluso, para identificar esta problemática. Su ayuda en la detección es fundamental.
Los efectos de la violencia machista en la salud son evidentes. Cefaleas, síndromes de dolor (de espalda, abdominal o pélvico), trastornos gastrointestinales, limitaciones de la movilidad y mala salud general, son algunos de los síntomas que en el ámbito sanitario pueden ser detectados y que son producidos por este tipo de violencia. El 42% de las mujeres víctimas de violencia de pareja refieren alguna lesión a consecuencia de la misma. También juegan un papel fundamental el apoyo psicosocial y psicológico, para combatir la depresión, estrés y otros trastornos de ansiedad, del sueño, alimentarios e incluso intentos de suicidio.
Hay muchos tipos de violencia que sufrimos y normalizamos, me refiero a las violencias machistas en el ámbito laboral; ejemplo de ello son la brecha salarial, el acoso sexual y por razón de sexo y el oculto en muchos casos acoso moral. Debemos actuar también respecto de la violencia en el trabajo. La acción sindical es una medida preventiva fundamental, es una herramienta para ayudar a evitar esta desigualdad de género en el ámbito profesional. La elaboración de procedimientos y protocolos, así como planes de igualdad en las empresas evitarán discriminaciones y desigualdad en las mujeres.
Se evidencia la necesidad de una mayor dedicación de recursos, así como la atención integral de las mujeres víctimas de violencias machistas, garantizar su protección, su autonomía, su integración social, mejorar la formación de cuerpos policiales y crear más centros territoriales de ayuda a las víctimas, en definitiva, reforzar las políticas para evitar este tipo de violencia.
Junto con el desarrollo de programas escolares, educativos, que mejoren la seguridad en las escuelas, que incluyan en los planes de estudio y promuevan relaciones basadas en la igualdad. La educación es una premisa indispensable, también en el ámbito privado, en la familia. Porque esa violencia masculina no es natural, es aprendida y, puede ser reemplazada por valores sociales positivos basados en el respeto, la tolerancia y la igualdad. El conjunto de la sociedad civil, administraciones e instituciones hemos de reforzar el compromiso para combatir la violencia machista.
Basta de asesinatos de mujeres.