Julia Navarro, Plaza y Janés, 2021.

Las buenas novelas nos hacen viajar desde la comodidad de nuestros sillones a universos paralelos que, en ocasiones, nos trascienden, aunque en su mayor parte nos permiten constatar las luces y sombras de la naturaleza humana y, particularmente, en este relato la crueldad que podemos desplegar cuando alojamos en nuestro interior el odio y la sed de venganza.

Abir Nasr es un adolescente que asiste al asesinato de su madre y hermana pequeña, y jura ante los cadáveres de su madre y hermana pequeña buscar a los autores por siempre. Tras la tragedia, unos tíos residentes en París le acogen y en la ciudad de la luz inicia una nueva existencia, asido entre dos mundos: el férreo de su familia y el de una sociedad que le es ajena y que ofrece, a los que allí se instalan: libertad y oportunidades.  Dos personajes juegan un papel destacado en la trama: por un lado, Noura, su prima, que representa la rebeldía frente a las normas estrictas de su padre, y Marion una joven francesa, bella y colmada de ilusiones, de la que se enamora perdidamente, sin ser correspondido.

Abir sigue la senda de la ira y años después, siendo un hombre experimentado en las lides del horror, acomete una misión terrorista en el centro neurálgico de Europa, Bruselas, que siembra la muerte y deja a la ciudad y a la humanidad sobrepasadas por tanta sangre y vidas arrebatadas.

De ninguna parte es una ficción muy dura, que evoca hechos que no deberían formar parte de la cotidianeidad en pleno siglo XXI. Los años, los lustros, las décadas…, avanzan sin tregua y la impotencia más extrema anida en los ciudadanos de bien de todo el planeta que son testigos, con la más extrema consternación y espanto, de la brutalidad y atrocidad que somos capaces de alcanzar.

Cuando finalicé el libro, me asaltó, como a Julia Navarro, la duda sobre el alcance de morir o el hecho de matar, cuando la ignominia nubla la razón y el corazón.  Y, también me hizo reflexionar sobre el papel que juega el azar por disponernos en un lugar u otro cuando nacemos y por conducirnos a bullir unas u otras vivencias.