Cuando se piensa en espectáculo cinematográfico la mente nos hace imaginar historias agradables que rezuman felicidad por los cuatro costados. Si es así, lo que usted interpreta cuando le digo que Gravity, la última cinta del cineasta mejicano Alfonso Cuarón, es un grandioso espectáculo, no vaya porque es un drama con su agonía respectiva allá arriba en el espacio, cerca de las estrellas y no muy lejos de nuestro querido planeta azul. Ahora bien, si quiere vivir una experiencia hasta ahora no ofrecida por el septimo arte, no deje de verla, eso si en 3D. Sentirá agonía, desesperación, impotencia y momentos de plenitud ante las maravillas que verán sus ojos allá tan lejos y cerca de nuestra madre tierra.

En “Gravity”, Sandra Bullock interpreta a la doctora Ryan Stone, una brillante ingeniera especializada en Medicina, que está en su primera misión en un transbordador, con el veterano astronauta Matt Kowalsky (George Clooney) al mando de su último vuelo antes de retirarse. Pero en un paseo espacial, aparentemente de rutina, se desencadena el desastre. El transbordador queda destruido, dejando a Stone y Kowalsky completamente solos, unidos el uno al otro y dando vueltas en la oscuridad.

En todo el relato se transmite el lado humano de una odisea cósmica en la que aún estando sumidos en una tragedia practicamente inevitable combina elementos para ensalzar la grandiosidad del espacio y del ser humano.

Con una música que hipnotiza, junto a la extraordinaria fotografía, el preciso montaje y la edición de sonido, su director logra que estemos presentes, como los verdaderos protagonistas en el espacio exterior. Sentimos el miedo de la soledad total, el dolor y la angustia de una probable e inevitable muerte. La buena interpretación de Sandra Bullock, como la del carísmático George Clooney, contribuyen decisivamente a dar credibilidad a sus personajes en circunstancias tan extraordinarias.

Todo ello convierte a esta película en una de las mejores hechas en los últimos años dentro de este género.