No sé por cuánto tiempo tendremos en los cines, cada día más escasos de versión original, la mágica película autobiográfica de Guillaume Gallienne, “Guillaume y los chicos, ¡a la mesa!”. Dirigida, escrita y protagonizada por el mismo, esta particular obra refleja de una forma totalmente original y surrealista la búsqueda de identidad del actor-personaje.

Esta película fue una obra de teatro, un monólogo, interpretado por Guillaume Gallienne quien asumía todos los papeles. Aquí, en la adaptación, Guilluame Gallienne, aparte de interpretarse a sí mismo de niño (un niño con cuerpo de adulto pero que indudablemente es un niño), también se viste con ropas de mujer para convertirse (y es que a todas luces se convierte en una mujer aburguesada) en su propia madre, con la que mantendrá conversaciones a lo largo de toda la película. Un toma y daca, una ayuda virtual para expresar todas las inquietudes y emociones que guarda en su interior Guillaume. La comodidad, la opulencia y la superioridad siempre han sustentado las paredes de una mansión en la que el protagonista ha crecido totalmente diferente con respecto a sus otros hermanos. La influencia de su madre ha sido clave en su cuidado, su educación y su trato, haciendo de él una persona fascinante bajo la influencia femenina de su querida madre.

La historia de Guillaume será relatada por él mismo, de una forma realmente sorprendente y original, desde el escenario del teatro nacional francés Comédie-Française, pero también a través de una distorsionada realidad cinematográfica, en el que será un divertido viaje a través de su infancia, su adolescencia y su juventud hasta encontrar su verdadera identidad.

Sorprendente y original, serían los atributos más acertados para calificar esta peculiar cinta. Tanto por la historia que nos cuenta, como por la manera que lo hace. Su fondo como la forma se pueden calificar también de imprevisible, hechizante, conmovedora, intrigante, cómica, surrealista, barroca y sobre todo, divertida, fascinante y encantadora.

No deja de ser, la narración, eso sí muy particular, de cómo llegó a ser actor desde que tuvo conciencia de que era muy diferente a la mayoría de los chicos hasta encontrarse como persona. Una historia en la que poco importa la verdad de los hechos, sino la realidad de las emociones y de las hilarantes situaciones que llevan a un personaje como Guillaume a comportarse como una niña, o como una joven, o como un niño que es una niña, o como un homosexual, o como un niño que juega a ser niña, o como una madre que quiere tener una niña, o como un niño que quiere ser una madre… mientras a la vez interpreta al niño que fue, a su propia madre y al Guillaume que es con ayuda de saltos en el tiempo y drásticos cambios de localización. Habrá montones de situaciones distintas con las que confundirá, pero a la vez fascinará al público, pero sin perder un momento el sentido, que no es otro que descubrir la particular historia de este tan maravilloso personaje y actor. Maravilloso en todos los sentidos. Maravilloso en su entrega, en su sinceridad y en su arriesgada propuesta que no dejará indiferente a nadie.