El Congreso de los diputados le volvió a decir “NO” al PP en su intención de institucionalizar “las fake news” en el Parlamento. En esta ocasión, 187 representantes de los ciudadanos rechazaron la toma en consideración de su modificación de la ley de organización del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS), que pretendía, de manera inconstitucional, castigar a los apestados ciudadanos comprometidos con la participación en un partido político, en un sindicato, o en un gobierno, con no poder ser presidentes del CIS por esa implicación ciudadana. Eso sí, si tu compromiso vital ha sido con la pasta, con la CEOE o cualquiera de sus organizaciones o fundaciones, tendrías vía libre, como gente de bien.
Es curioso, pero no sorprendente, que, en su intervención en el Congreso, el PP continuó con su sistemática campaña de acoso y derribo al Centro de Investigaciones Sociológicas, y a su presidente, el catedrático José Félix Tezanos. ¿El argumentario? el de siempre: que si contaminación ideológica, que si parcialidad, que si desprestigio porque no acierta. ¡¡PAPARRUCHAS!!, a sabiendas de que es falso, porque tienen los datos y conocen la verdad.
Escuchando y analizando las críticas no hay el más remoto atisbo de comentario o argumento empírico o técnico. Todas, absolutamente todas las opiniones son descalificadoras. Sin fundamento empírico o metodológico, insultos.
Pero ya se sabe: para algunos es más importante conservar la silla de diputado que la verdad, aunque haya que venderse al diablo, difamando, calumniando o apartando la evidencia porque no coincide con el argumentario que el jefe de turno te ha dado y debes repetir a pie juntillas para continuar en las listas.
Pero, además, en este caso, el derecho a la pereza que algunos padecen llega a extremos exagerados cuando una y otra vez, para no cansarse mucho, se utilizan los mismos falsos argumentos y los mismos falsos gráficos que hasta ellos reconocen en privado que no son buenos. Pero qué más da, porque hay que hacer el trabajo.
Frente a esta campaña de acoso, sería bueno hablar de datos. Sería bueno que los que critican las encuestas del CIS, abandonaran por un momento los adjetivos y expresiones del “yo pienso, yo creo, yo opino”, y respondieran a la pregunta ¿Qué hay en la metodología del CIS y en sus datos que le hacen aborrecible? Y para que el debate sea serio no hablen de series que nunca lo fueron (la estimación de voto) y argumentos parecidos. O de interpretar los resultados electorales como si fuesen los datos de referencia para estimar los coeficientes de ajuste de un modelo (error medio absoluto, etc.). Hablemos de ciencia y metodología, aunque para ello a algunos le cueste abandonar la cacería política y su defensa a ultranza de una ideología.
El CIS es imparcial, independiente y “acierta” aunque esa no sea la finalidad de una encuesta, sino conocer la opinión pública en un momento determinado. ¿Es así porque lo digo yo? No. Es así porque al analizar en el tiempo sus investigaciones se puede destacar que:
- El funcionamiento del CIS es independiente y trabaja con objetividad científica y neutralidad, de acuerdo con los principios del método científico, al margen de las ideas que pueda tener cada presidente o investigador, como ocurre en otros campos de la actividad científica, profesional e investigadora.
- El CIS funciona con total transparencia. Todos los datos de su actividad científica son de acceso libre para los ciudadanos y la sociedad española en su conjunto. Y se explica detalladamente el modelo de estimación seguido, para que cualquier ciudadano o científico pueda utilizarlos para hacer sus propios análisis y entender cómo se han realizado las estimaciones. Unos datos, que se publican con la mayor rapidez de la historia de la institución.
- No todas las encuestas son iguales. Atendiendo a criterios objetivos (tamaño de la muestra, error muestral, procedimiento de selección de encuestados, población, cuestionario, sistemas de ponderación, transparencia y acceso a los datos…) las encuestas del CIS son las más fiables, estudiadas, citadas y consultadas, porque proporcionan la información y los datos de más calidad que se realizan en España. La inmensa mayoría de las encuestas que se publican en los medios de comunicación social no publicitan el cuestionario, no dan los datos primarios, solo ofrecen estimaciones, no informan sobre cómo llegan a ellas, etc.
- El CIS publica en sus encuestas la intención de voto y la estimación. En la etapa de Tezanos en el CIS, se han hecho públicos los modelos de estimación de voto, algo que nunca se había hecho. Antes como pueden ver no se hacía.
Por tanto, se puede afirmar que se acusa al CIS de hacer lo que precisamente algunos están haciendo: manipular la opinión pública mediante encuestas, cuyos resultados publicados solo recogen la opinión de los que las encargan.
- Las empresas de encuestas prácticamente nunca publican la intención de voto que expresa la ciudadanía. Juegan a la trasparencia, pero trafican con sobreentendidos: afirman que publican la intención de voto de la encuesta, pero no lo hacen. Llaman intención de voto (el partido que el ciudadano dice que va a votar) a la estimación de voto (alguien corrige lo que el ciudadano ha expresado y dice lo que el ciudadano va a hacer). Y eso tiene un nombre: “fake news”.
- Las empresas de encuestas no publican el modelo por el que llegan a sus estimaciones. Un modelo desconocido apadrinado por el cliente. Por eso, sería bueno, e incluso tendría que ser obligatorio, para que la verdad científica prevalezca, que esas encuestas privadas publiquen, como hace el CIS y se hace en la mayoría de las democracias europeas, sus datos brutos junto a la estimación. No publicar la intención de voto, que es aquello que mide honesta, científica y decentemente desde el punto de vista de la ética de la investigación la opinión de la ciudadanía, lleva a pensar que es porque les contradice la estimación. Y surge la pregunta ¿Por qué no publican la intención de voto? Muy sencillo, porque si el orden entre lo que dicen los ciudadanos que prefieren votar (intención de voto) y la estimación (opinión corregida de los ciudadanos) se contradicen, hay que dar las explicaciones oportunas y prefieren evitarlo.
- El tamaño muestral de las encuestas del CIS es el más grande que se realiza en España, lo que permite obtener mayor fiabilidad y validez a los datos. Cuanto menos duplica, triplica y cuadruplica a las encuestas que aparecen en los medios de comunicación. Los famosos barómetros mensuales se hacen con N:4000, es decir, 4.000 encuestas.
- Los ciudadanos responden a las encuestas del CIS. El porcentaje de personas que se niegan a contestar sus encuestas por razones de “desconfianza política” está entre el 0,6 y 0,8.
Todo lo anterior se puede resumir en dos cosas. La primera, es que la campaña de acoso contra el CIS obedece a una estrategia que comenzó tras la moción de censura del año 2018 para expulsar del poder a un gobierno que determinadas élites políticas, económicas y mediáticas calificaron y califican de ilegítimo, sin importarles el pequeño detalle de que los ciudadanos lo han votado en las urnas.
Dentro de esa campaña, con altibajos, uno de los temas centrales ha sido y es intentar trasladar a la opinión pública una realidad que solo existe en sus caberas y en sus intereses a través de “encuestas ful” o si prefieren “encuestas a la carta”. Pero que pasa, que como el CIS hace encuestas científicas, hay que intentar desprestigiarlo para que no les ponga frente al espejo de la realidad de lo que opinan los españoles.
Ya pasó entre 2018 y las elecciones generales de 2019, donde las “encuestas ful” daban la victoria del PP sobre el PSOE y denunciaban por tierra, mar y aire, que las encuestas del CIS eran una “estafa”. El resultado de las elecciones ya es conocido, como también las encuestas que cada uno hizo.
Continuó en la etapa de Casado al frente del PP donde le daban cincuenta diputados por encima del PSOE y ya sabemos lo que le hicieron y donde acabó. Y ahora vuelven al ataque.
La segunda cosa, también es evidente. Si las estimaciones electorales que hizo el CIS hubieran sido erróneas, como afirmaban algunos en 2019, actualmente estaría gobernando el PP y no el PSOE. Y no parece el caso.
Por último, la campaña de acoso al CIS y su presidente va a seguir creciendo en los próximos meses, y eso que han traspasado ya muchas líneas rojas. Pero les da igual, porque lo único que les importa es el poder a cualquier precio.
En este ambiente, la sociedad española que será bombardeada con constantes “encuestas ful”, al menos sabrá que puede contar con la imparcialidad, la independencia y la profesionalidad de una institución como el CIS, cuyas encuestas reflejarán lo que dicen los españoles en un momento concreto. Sin más pretensiones, sin manipulaciones y sin falsedades interesadas.