Director: Sarah Gavron. Guión: Abi Morgan. Intérpretes: Carey Mulligan, Helena Bonham Carter, Meryl Streep, Anne-Marie Duff, Brendan Gleeson, Ben Whishaw, Romola Garai, Samuel West, Geoff Bell, Natalie Press, Lee Nicholas Harris, Richard Banks, Adrian Schiller, Judit Novotnik, Morgan Watkins

En estos tiempos en que nuestras salas están repletas de sagas interminables de historias épicas de ficción, produce un escalofrío reconfortante encontrar en la cartelera historias reales que explican la grandeza de personajes que contribuyeron decisivamente a cambiar su mundo. Dejando a las futuras generaciones un mundo mejor.

Esta película cuenta la historia del movimiento sufragista en Inglaterra en vísperas de la Primera Guerra Mundial (1914-1918). La mayoría de las sufragistas no procedían de las clases altas, sino que eran obreras que veían impotentes cómo sus protestas pacíficas no servían para nada. Entonces se radicalizaron y, en su incansable lucha por conseguir la igualdad, se arriesgaron a perderlo todo: su trabajo, su casa, sus hijos y su vida. Esta es la historia de una de ellas, Maud (Carey Mulligan), una mujer que reivindicó denodadamente la dignidad de las mujeres y cuando no encontró otra salida hizo todo lo que estaba a su alcance para hacerse oír.

La película nos cuenta la historia de una parte del movimiento sufragista, la de los militantes de la Unión Social y Política de las Mujeres, una organización fundada en 1903 por Emmeline Pankhurst para reinvindicar el derecho al voto de las mujeres en el Reino Unido, partidaria de la acción directa -reuniones públicas y marchas de protesta ante la Cámara de los Comunes- que nace en contraposición a la otra rama del movimiento sufragista británico, el moderado, agrupado en la Unión Nacional de Sociedades de Sufragio Femenino (NUWSS), creada en 1897 y liderada por Millicent Fawcett (1847-1929), dedicada a la convocatoria de campañas y mítines en la más estricta legalidad. El activismo de las llamadas sufragetes (el primero) basado en la provocación y la rebeldía, rompió con la delicadeza y la etiqueta que hasta entonces dominaba en el movimiento sufragista británico, se generalizaron los encarcelamientos y crecieron tanto la represión como las reacciones políticas a esta represión.

En 1918, las británicas obtuvieron el derecho de votar a partir de los 30 años (los hombres podían votar entonces desde los 21 años de edad). La igualdad en este tema llegó diez años más tarde, en 1928, cuando las mujeres fueron autorizadas a votar desde los 21 años de edad como pago a los servicios que habían prestado durante la contienda de la Primera Guerra Mundial.

El film es un relato sin concesiones al lirismo, con la crudeza de los hechos y poniendo en primera línea la incomprensión con la que se encontraron estas mujeres por sus familias y vecinos. La intolerancia de una sociedad que sufría en silencio su miseria y su ausencia de derechos.

Es un documento de obligado visionado para todos aquellos que piensan que las conquistas sociales caen del cielo, sin esfuerzo y sacrificio de miles de personas anónimas.