Vamos todos, quieras o no, a la llamada de la selva. El desparpajo de algunos países y grupos para imponer por la sangre sus intereses y la incapacidad de la civilización para defender el derecho internacional anticipa el porvenir. Más Hobbes y menos Rousseau. La pareja oficial de la historia son Hobbes y Maquiavelo. Las élites están a los suyo y en lo que pueden a por lo de los demás. Cálculo racional del beneficio por encima de las reglas.

Necesitamos con urgencia una pareja de hecho entre Rousseau y Maquiavelo. Una defensa práctica e inteligente de los derechos humanos. No basta con tener la razón, alcanzar regulaciones que defiendan los derechos, libertades y, qué menos, el valor de la vida humana. La racionalidad emocional de Rousseau ya no basta. La racionalidad que viene busca el bien particular y no el general. Aunque para ello use la religión, el nacionalismo y otros tótems como legitimación irracional de objetivos racionales. Necesitamos más Pareto, Weber y Marx al servicio de Rousseau y menos sociólogo norteamericano funcionalista. Para entender el presente más Dahrendorf y menos Durkheim. En definitiva, hay que pedir a los políticos rousonianos que lean urgentemente a Maquiavelo. Lo necesitamos urgentemente.

En ese camino confuso de la realidad, si miras el panorama de las ciencias sociales, el mapa te lleva donde no querías. Algunos economistas de prestigio hicieron excelentemente su trabajo de servicio al capital legitimando teóricamente la “necesaria” desigualdad como camino al bien común. Algunos sociólogos lo hicieron confundiendo y dispersando la realidad; un ejemplo ilustrativo, ¿qué realidad mira un sociólogo o socióloga del opus dei o cualquier otra secta pseudo-religiosa-funcionalista?

El axioma fundacional de la sociología es que excepto lo etológico, todo es artificial y construido social y culturalmente. ¿qué mapa y orientación ofrecen quienes asumen fanáticamente la creencia en un dios verdadero, dos dioses verdaderos o más de dos dioses verdaderos, en occidente generalmente todos varones, según el lugar de nacimiento del sociólogo? Y aquí viene una afirmación fuerte: el sociólogo para comprender la realidad social solo puede ser agnóstico de dioses. Sea la forma identitaria personal o grupal que adopte. La sociología científica no es catalanista, españolista o puede creer en la virgen María o el santo padre que vive en Roma. Se convierte en otra cosa quiera o no quiera.

En definitiva, el incendio del capitalismo tardío ilumina muchas cosas, entre ellas, la quema de las creencias en un orden internacional basado en el respeto a los derechos. Pero también ilumina las humaredas teóricas que se generaron en las ciencias sociales para ocultar la realidad de un conflicto latente que ahora aflora.

Una última adivinanza. ¿Dónde y quién puede escribir algo así (transcripción de la idea): un muchísimo prestigioso, muchísimo sociólogo, muchísimo próximo y muchísimo anónimo dice… y abre la puerta a difamar al por mayor? Efectivamente, Inmundo Dantesco. Es una regla de tres simple. Cuanto más prestigioso es el que difama o descalifica, más anónimo es. Una evidencia más de la violencia del mundo actual y su deriva autoritaria: el apogeo del personaje anónimo y el “según fuentes de”; ya sea existente o figurado, es el comodín de infamias. Y ya que estamos. Cuando tenga un respiro voy a hacer un análisis de contenido con un ranking de famosos anónimos. Es fácil, un conteo de palabras “anónimo, anónima, y sinónimos de camuflaje”. La hipótesis es: cuanto más de derechas es el periódico, por ejemplo, más anónimos tiene en nómina. Ya les contaré el resultado.