En Irak al parecer no los tenían. Realmente estaban en casa, como demostró la prensa conservadora tras los horrendos atentados de Atocha. Medios de destrucción masiva especialmente eficaces en la demolición de prestigios y reputaciones. Si consideran fríamente la realidad, la elaboración del “sanchismo” y el “CIS de Tezanos” responden a una misma matriz discursiva de descalificación que replica idénticos procedimientos. Así, afirman del Presidente Pedro Sánchez sucesos que nunca fueron tal y como sucede con el Presidente del CIS, José Félix Tezanos, redactados y argumentados en formas muy similares.

Ni el Presidente se fue de fiesta a Santo Domingo con una panda de amiguetes, ni Tezanos hace predicciones. Todo es una sucesión de falsedades, mentiras y selección intencionada de la información. Por eso la economía de España va tan mal para los medios conservadores (y se quedan tan a gusto) o el CIS nunca acierta (y lo mismo). Un ejemplo fueron las últimas elecciones autonómicas y locales del mayo pasado. Las mediciones de las autonómicas coincidían casi milimétricamente con las de las principales empresas demoscópicas. Pero el CIS de Tezanos queda simplificado en la medición de las elecciones locales a nivel nacional, que transformada en predicción se convierte en craso error.

Lo interesante es que mientras que en las políticas sociales y económicas del Presidente Pedro Sánchez los analistas progresistas ven claramente el montaje de la opinión conservadora, en el caso de las encuestas la falta de formación hace estragos. El numerólogo Llaneras hace malabares y todos boquiabiertos sin ver la trampa: no puedes tratar como predicción lo que no lo es. A partir de ahí, todo es falso. Tiene no obstante un prestigio indudable entre sus compañeros de profesión. Esos que publican que una encuesta de 30000 entrevistas contiene 1000 entrevistas provinciales, o un Ferreras que se queja de la amplitud de las horquillas de escaños (“cañón del Colorado” las llamó) sin tener en consideración que las horquillas eran la suma de los máximos y mínimos provinciales. Las horquillas son las que son al ser definidas como están y por lo tanto intocables. Quizás debería sospechar, dada la evidencia, de las horquillas estrechas: unas décimas de voto repercuten en decenas de escaños. De hecho, la experiencia muestra que se pueden obtener más votos a nivel nacional y sin embargo muchos menos escaños.

Mejor aún, el ABC en una defensa evidente de la predicción permanente revisable ¡publicando predicciones de escaños que se actualizan cada día! H. Simon, en un artículo clásico de la década de los 50 hablando de predicciones electorales, argumentaba que solo era predicción aquella efectuada meses antes de las elecciones. Y, evidentemente, no se actualizaba dado que era una predicción y no una medición. Si se llega a enterar que en España Gad3 hace predicciones el mismo día de las elecciones, presume de ello y le rinden honores, bombos y platillos diría lo mismo que pienso yo: “tanto trabajo, estudiar, analizar, precisar conceptos y protocolos para qué”, si llega la ignorancia y la mala fe y todo lo arrasa desde una oscuridad absoluta que brilla con esplendor mediático.

Y esto no solo va de periodistas malversadores de la información y opinadores ignorantes del trabajo ajeno. También de políticos. Un candidato a presidente de Gobierno, Núñez Feijóo, que claramente se quedó con el apellido de letras. Así, puede afirmar que 2 por 10 es 22, y que los debates pueden ser a 1 o 7. Recordó la canción de Juan Pardo “me encontré preguntándome a mi yo”. En esos debates consigo mismo Feijóo es donde se encuentra cómodo y siempre sale vencedor.

En el caso de las mediciones electorales del CIS convergen además todo tipo de intereses que dan por cerrado un debate que no llega a abrirse: ¿en base a qué presunciones, modelos y ajustes hacen las empresas demoscópicas sus predicciones? Los medios dan por enteros procedimientos que si lo parecen es por no haber sido ni empezados a debatir. Aquí existe sin duda una dejación clave de los politólogos y sociólogos. No de aquellos politólogos y sociólogos que ni saben ni tienen que saber, que especialidades hay tantas como especialistas, sino de aquellos que sabiendo de metodología de encuestas y dedicados a la sociología electoral algo tendrían que decir. Evidentemente no de aquellos que disfrutan del mercado y la mano estimadora invisible, pero sí de los científicos sociales que respetan la ética de su profesión. Ya saben, que dirá el santo padre que vive en la universidad, que le están “desplumando” a su objeto de investigación. Lo más apasionante de todo es preguntarse si en el futuro las siguientes presidencias del CIS mantendrán la transparencia actual en sus procedimientos de estimación o volverán a las oscuras golondrinas anteriores. Buitres ya los hay volando en círculos dispuestos, eso sí, a cuadrarse.

En otro orden de cosas, un poco de la campaña de Feijóo. Dicen de los gallegos que cuando te los cruzas en una escalera no sabes si suben o si bajan. En esta ocasión, con Vox, el PP no se sabe si sopla o si sorbe. Soplar y sorber simultáneamente parece un imposible, pero intentarlo no lo es. Y así, les sorbe en los gobiernos autonómicos y alcaldías, mientras les sopla buscando el voto útil en generales. Por eso sí pacta, pero no pactará a menos que pactar signifique veintidós. Ideológicamente está en la misma. Sorbe los valores de Vox (violencia intrafamiliar) y sopla que no les molestan derechos sociales. Una campaña de sopla y sorbe que da abanico a todas sus sensibilidades. Para los ex de Ciudadanos ellos no pactarán con Vox, para los votantes útiles de Vox, el PP pactará con Vox. Se han encomendado a Jano, el dios bifronte de las dos caras y están en ello.