Si hay un invento que representa los cambios tecnológicos que se han producido en el mundo los últimos cincuenta años, ese es sin duda el teléfono móvil. Desde aquella primera llamada telefónica realizada a través de un teléfono móvil en 1973, en Nueva York, por el ingeniero Martin Cooper, su uso ha llegado a 5.320 millones de personas en todo el mundo en estos momentos.

No es de extrañar que cuando el Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) ha preguntado a los ciudadanos en la encuesta sobre Tendencias Sociales, cuál le parece que es el objeto (artefacto, aparato, máquina) que identifica y simboliza en mayor grado la época actual, un 57,6 por ciento haya dicho que el teléfono móvil, el smartphone.

La humanidad se encuentra inmersa en una época de cambios vertiginosos que generan, por una parte, muchas incertidumbres, y por otra, grandes esperanzas por conseguir un mundo mejor. De qué lado se incline la balanza, si hacia un mundo con más igualdad, libertad y justicia social, o hacia un mundo donde continúen incrementándose las desigualdades y disminuyendo los derechos, determinará el futuro de la humanidad como especie.

En este sentido, es transcendental que los gobiernos elegidos democráticamente tengan claro cuáles son los deseos y anhelos de sus ciudadanos para que la agenda institucional coincida con ellos. Si esto sucede, se conseguirá mayor bienestar y estabilidad en una época que se caracteriza por la inmediatez y la rapidez de unos cambios no solo políticos, sino también económicos, sociales y culturales.

En España, se pueden identificar con claridad algunos elementos determinantes de las preferencias e inquietudes de los españoles:

  • Seis de cada diez españoles prefieren favorecer la igualdad. Concretamente, cuando se les pregunta: “¿A qué le parece Ud. que debiera darse más importancia en nuestra sociedad, a favorecer la igualdad y solidaridad entre las personas, o a hacer posible que cada cual llegue lo más alto que pueda con su esfuerzo y su trabajo?”, un 60,7 por ciento señala a favorecer la igualdad y solidaridad entre las personas. Un 29,7 por ciento, a hacer posible que cada cual llegue lo más alto que pueda con su esfuerzo y su trabajo. Y un 8,3 por ciento, un equilibrio entre los dos aspectos.

  • Siete de cada diez españoles prefieren la intervención del Estado en la economía. Concretamente, cuando en la encuesta del CIS de Tendencias Sociales se les pregunta: “Hay quienes piensan que el Estado no debe intervenir en la vida económica dejándolo todo en manos de la iniciativa privada. Por el contrario, hay quienes consideran que el Estado sí debe intervenir en la economía. ¿Con cuál de estas posturas está Ud. más de acuerdo?”, un 71,6 por ciento afirma que el Estado sí debe intervenir en la economía. Un 18,7 por ciento que el Estado no debe intervenir en la vida económica. Y un 3,3 por ciento que depende de las condiciones económicas.

  • Existe inquietud con la pérdida de empleo en el futuro por la influencia de la robótica. Concretamente, cuando en la encuesta del CIS de Tendencias Sociales se les pregunta: “¿Le parece a Ud. que la utilización de robots y sistemas automáticos de trabajo en general va a ser causa en los próximos diez años de un aumento del paro, o por el contrario cree que dará lugar a la creación de más puestos de trabajo, o cree que todo seguirá prácticamente igual, que no influirá en el desempleo?”, un 46,4 por ciento piensa que dará lugar a un aumento del paro. Un 31,5 por ciento, cree que todo seguirá prácticamente igual, que no influirá en el desempleo. Y un 16,6 por ciento, que dará lugar a la creación de más puestos de trabajo.

Vistas las preferencias de los españoles por la igualdad y la intervención del Estado en la economía, se puede afirmar que nos encontramos ante la posibilidad de sentar las bases de una España de progreso y bienestar para las próximas décadas. El primer paso ya está dado, al coincidir la agenda del gobierno de la nación con las preferencias de los españoles.

Ahora solo falta, que las fuerzas políticas de la oposición dejen a un lado la crispación y estén dispuestas a cerrar acuerdos de Estado que posibiliten la puesta en marcha de un nuevo contrato social en España para las próximas décadas.

Qué bueno y bonito sería para el conjunto de los españoles, y que lejos se ve, por la miopía electoralista y las ansias de llegar al poder a cualquier precio de algunas formaciones políticas.