“NO” es el nombre de la campaña que derrocó a Augusto Pinochet en el plebiscito de 1988, que el dictador tuvo que convocar presionado por la comunidad internacional. Además es el nombre de la película que narra los hechos y que paso a comentar.

La película “NO” (que fue nominada al Oscar como mejor película de habla no inglesa) sumerge a los espectadores desde el minuto uno en los entresijos de la sociedad chilena de finales de los ochenta, cuando el régimen dictatorial de Augusto Pinochet comienza a acusar presiones internacionales para que se democratice. El dictador decide convocar un plebiscito sobre su persona, con el fin de proporcionar el marchamo de democracia que le exigen al país latinoamericano.

El plebiscito es convocado en 1988 en unas condiciones de presión absoluta contra los llamados “Partidos de la Concertación” (grupo en el que estaban todos los partidos políticos opositores al régimen que eran ilegales), que, con muchas dudas sobre la limpieza del proceso acuerdan participar finalmente para pedir votar NO e intentar derrocar en las urnas a Augusto Pinochet.

La película narra cómo los partidos del NO deciden contactar con un joven publicista de éxito llamado René Saavedra (Gael García Bernal), que es hijo de un exiliado y que ha vuelto a Chile recientemente, para que organice la campaña publicitaria de los partidarios del NO. Y Saavedra se pone a ello reuniendo a la flor y nata de la creatividad del mundo de la comunicación y la publicidad.

El guión del film, basado en la obra de teatro “El plebiscito” de Antonio Skármeta, conduce la acción de manera emocionante contando cómo se monta la campaña desde la premisa de transmitir “Alegría”, “Posibilidad”, “Optimismo”, “Positivismo”, y dejando de lado todo aquello que recuerde a la dictadura, que infunde miedo en los votantes, planteando una campaña totalmente positiva. Consiguen convertir el NO en un SÍ al futuro, en un SÍ a un Chile democrático, sin dictadores.

Para ello, el equipo de publicistas y comunicadores se ponen manos a la obra y con entusiasmo, determinación y grandes dosis de creatividad vencen todos los obstáculos y las zancadillas y presiones (que se dan en todos los ámbitos, desde el personal al laboral) del régimen: consiguen hacer de sus 15 minutos diarios de televisión (que compiten con 23,45 horas de emisión favorable al SÍ) un canto al optimismo, a la alegría, a la posibilidad de un país sin dictadura.

La película está rodada con tono de documental, con acción real, rápida, muchas veces con escenas de cámara al hombro, lo que proporciona una sensación de gran realismo y naturalidad. Se traslada al espectador a ese 1988 de efervescencia en Chile y por un momento parece que se está dentro del film. La película es muy emocionante y transmite de maravilla la ilusión de la lucha para torcer el brazo de una de las dictaduras más sangrientas de finales del siglo pasado. Es encomiable cómo se exploran todas las posibilidades de la inteligencia para colarse por la pequeña rendija que tuvo que abrir la dictadura presionada por las potencias internacionales, entre ellas por los propios Estados Unidos, que fueron durante mucho tiempo su principal sustento.

La pequeña rendija se convierte en una ventana por la que entra un vendaval de luz multicolor con un gran NO a la dictadura.

Recomiendo esta película porque cuenta uno de los hechos políticos más importantes de las últimas décadas y porque explica con sencillez cómo se pueden dar la vuelta a las cosas poniendo el positivismo y la imaginación al servicio de las ideas de transformación, eso sí, apoyado todo ello en una unidad de mínimos –pero qué mínimos- en torno a un NO como un castillo a la dictadura. Los partidarios del NO colocan en la balanza todo lo que pueden conseguir juntos, frente a lo que ya tienen, que es la nada, y hacen valer una unidad gracias a la que se consiguió un cambio histórico.

En otro orden de cosas, esta película puede servir de enseñanza para el momento presente en España, en donde si bien formalmente no tenemos una dictadura, sí parece que se nos aplican políticas económicas y sociales que son dictatoriales, porque no admiten ninguna rectificación desde la propia democracia, aunque se corrobore con la fuerza de los datos que son negativas para la mayoría de la población que está sufriendo grandes aumentos del paro, de las desigualdades y de la pobreza. Además de que el negativismo y la sensación de ahogo ante el futuro se están imponiendo en amplias capas de la sociedad. Este film puede enseñarnos que con inteligencia, con pasión, con alegría, con determinación, organización y cooperación “sí, se puede”. En España sobran las razones para cambiar las cosas y hay muchos sectores movilizados contra los recortes sociales, contra el aumento del paro, contra los desahucios. Muchos decimos continuamente un NO como un castillo a estas políticas regresivas, un NO multicolor que significa un gran SÍ al futuro, porque el futuro o es inclusivo, solidario, igualitario o no será.