“La historia ocurre dos veces: la primera vez como una gran tragedia, la segunda como una miserable farsa…”.

El autor de la frase, sin duda espanta a nuestros piadosos, nobles y buenos españoles que conforman la “plataforma cívica” a la que se “adhieren” patrióticamente por supuesto, aquellos que no llegaron a tragedia en su primer intento pero que ahora convierten la farsa en indisimuladamente.

De la Plaza de Colón solo quedan los patriotas de siempre, puesta los orígenes del bueno de Don Cristóbal e incluso de los hermanos Pinzones se ponen hoy en duda.

Eso sí, han tenido en esta ocasión, a cuenta de unos hipotéticos indultos, la generosa colaboración de quien otrora, que supongo seguirá pensando que “los lobos nunca saben que son lobos, o los peces probablemente se crean pájaros como nos recordaba el mismo citando a F. Pohl hace varias décadas.

Del mismo modo que el paso del tiempo nos ha hecho pasar de la ética para uno (Amador) a la doctrina para casi todos.

Otros compañeros de plataforma cívica, de menos enjundia filosófica, que no de importancia personal, han transitado sin pudor del mueran las “caenas” a viva la España una grande y libre, simplemente un cambio de look hizo posible tal transmutación.

En menor medida, no han faltado ayudantes, dolorosos ayudantes de ocasión en esta tan novedosa propuesta que como recordó un digno y muy conocido periodista español, no solo es que sea constitucional, es que hunde sus raíces en los tiempos de Amadeo de Saboya.

Así, hemos recibido distintas lecciones estos días, la modestia y nuestra pequeñez nos hacen enmudecer ante semejantes plumas y currículums.

Quizá alguno, como sostiene al respecto Bertrand Russell, su forma de pensar sea responsable de tantas contradicciones como se produjeron en las actuaciones públicas de cara a problemas políticos en los que se llegó incluso a contradecir sus propios criterios humanistas.

Otros, nos llevan sin solución de continuidad a Wittgenstein, dicen sus conocedores, no es el caso, que él mismo empezó a criticar sus teorías casi inmediatamente después de haberlas escrito.

Algunos aplicadores de leyes contra okupas hace demasiado tiempo que ocupan lugares que no debieran ocupar, acusan de autoindultadores los que se autoindultan.

Otros que ocuparon papeles determinantes en gobiernos y partidos, se han erigido en “Averroes” permanentes de los españoles de todos los tiempos.

Para los de dentro y para los de fuera, bueno será recordarles aquello de Don Quijote a su escudero:

“Sábete Sancho, que ningún hombre es más que otro hombre… si no hace más que este…”.

Hacer distinto, por el cargo que un día se ocupó, no es hacer más, añado humildemente.