Nos encontramos en un momento particularmente delicado en el proceso de transición de una economía y relaciones mundiales gravemente afectadas por las medidas adoptadas para combatir la Covid-19, a una economía y relaciones que, teóricamente, ante los riesgos socioeconómicos, ambientales y del calentamiento global, van modificando –al menos sobre el papel- sus políticas, e introduciendo cambios estructurales que deberían incidir en una mayor “sostenibilidad del crecimiento global”, en palabras de los distintos Organismos e Instituciones asociadas a Naciones Unidas (recordemos el “Informe Nuestra Agenda Común”[1], de Naciones Unidas tratado en los últimos artículos).

La reunión del G-20[2] en Roma (30 y 31 de octubre) se ha centrado en problemáticas diversas y urgentes, que cubren algunos de los aspectos fundamentales que los analistas definen en la actualidad como marco de las tensiones/riesgos globales que afrontar en el presente, muchos de ellos con graves repercusiones sobre España. Así, Economist Intelligence, acaba de publicar su “EIU Risk Outlook 2022”[3], con la consideración de diez Escenarios que podrían impactar al crecimiento global y a la inflación. En concreto, especifica estos Escenarios como resultado potencial de procesos muy directamente relacionados con los temas abordados por el G20[4]. Integrando unos y otros, cabría considerar los siguientes aspectos, a los que añadimos, brevemente, las consecuencias que podrían tener para España.

Calentamiento global/cambio climático.

Sobre el calentamiento global, tema al que nos hemos referido in extenso en el artículo anterior, los avances del G20 han sido escasos en la práctica, pero no en su extensión (en el comunicado final, al apartado Energía y clima se le dedican 9 de los 61 epígrafes de que consta la Declaración final). En todo caso, su Declaración aboca a lo que va a ser la COP26, de Glasgow, iniciada el día 31 de octubre, cuyos resultados tendremos ocasión de valorar en un próximo artículo.

En síntesis, la Declaración del G20 defiende, en el marco de los objetivos de la Agenda 2030, objetivos ya contemplados anteriormente, entre los que podemos destacar:

  • Limitar la subida máxima de la temperatura en 1,5ºC con respecto a niveles preindustriales, para el 2100, objetivo que ya señalábamos imposible de alcanzar con la dinámica real actual; y tratar de alcanzar la neutralidad de las emisiones de gases de efecto invernadero antes o alrededor de mediados de siglo (sin compromisos concretos precisos).
  • Apoyo a la I+D+i en renovables y promoción de las nuevas tecnologías para acercarse a los objetivos de descarbonización, de mejora de la eficiencia energética y de adaptación al cambio climático, favoreciendo la trasferencia de tecnología a los países más desfavorecidos para facilitar su transición ecológica.
  • Poner fin al incumplimiento de los países desarrollados del compromiso de aportar 100.000 millones de dólares anuales a los países más desfavorecidos entre 2020 y 2025 para facilitar su adaptación, descarbonización y eficiencia energética.
  • Necesidad genérica de reducción de las emisiones del metano, imprescindibles para frenar el calentamiento, que habrán de perfilarse en la COP26, promoviendo el establecimiento de un Observatorio Internacional de Emisiones de Metano (IMEO, por sus iniciales en inglés).
  • Necesidad de acelerar el fin de las subvenciones a los combustibles fósiles.
  • Promover las energías renovables y frenar la inversión en centrales consumidoras de carbón en países terceros, desde finales de este año 2021, poniendo fin a la provisión internacional de financiación pública para este fin. Objetivo en contradicción con los intereses de muchos países con grandes reservas de carbón y, en particular, contrario a la dinámica actual de multinacionales (indias y chinas, entre otras, en cuyos países la dependencia del carbón sigue siendo muy elevada), si bien no se señalan trabas que impidan el desarrollo del uso del carbón dentro de los países del G20.
  • Promover la seguridad energética y el funcionamiento adecuado de los mercados, para garantizar el acceso a la energía de las familias vulnerables y de las empresas en términos aceptables.

Pese a la actualidad de esta problemática, para el EIU Risk Outlook 2022 citado, el riesgo económico a destacar de este calentamiento global es la producción de sequías severas que pudieran provocar una hambruna global, si bien con un bajo nivel de probabilidad y un impacto moderado. No obstante, señala que la escasez de agua en el sur de Europa, el Mediterráneo, el suroeste de los Estados Unidos y el sur de África, que son los graneros del mundo, tendría consecuencias a corto y largo plazo para la economía mundial, generando malas cosechas que harían subir los precios mundiales de los productos básicos, muy probablemente de cultivos muy irrigados. como el trigo, el maíz y el arroz, lo que impulsaría la inflación mundial y afectaría el crecimiento y la confianza mundiales. Los efectos de este calentamiento global/cambio climático y los riesgos de fenómenos meteorológicos extremos, para España, ya se han considerado en detalle en artículos anteriores.

Evolución de la Covid-19 y sus consecuencias.

El segundo aspecto considerado en la Declaración del G20, tras el apartado de Economía Global, al que nos referimos en el apartado siguiente, es el de Salud (apartados 4 a 8), directamente relacionado con la Covid-19, e incluido también en el EIU Risk Outlook 2022.

Hay que valorar la Declaración del G20 señalando que la inmunización frente a la Covid-19 es un “bien público global”, por lo que se señala la importancia de que las vacunas lleguen a toda la población, solventando el riesgo de que se produzcan nuevas variantes o mutaciones de la Covid-19 que sean más agresivas y resistentes a las vacunas actuales. Se trata de evitar que se reproduzcan situaciones pandémicas localizadas en los países más pobres, con solo del orden del 5% de personas vacunadas, frente a los países del G20, donde el nivel de vacunación es del orden de 12 veces mayor.

Según recogía The Economist[5] el 15 de octubre de 2016, las muertes oficiales ya registradas han superado los 5 millones de muertos, si bien los “muertos en exceso” atribuibles a la Covid-19 probablemente se encuentren entre los 10 a 19 millones de personas, con una estimación central de 16,3 millones, y con una mortalidad diaria que se aprecia en la Figura siguiente, junto al ritmo de vacunación registrado.

Fuente: https://www.economist.com/briefing/2021/10/16/how-the-world-learns-to-live-with-covid-19

El principal riesgo, de baja probabilidad, serían nuevas olas de alta mortalidad, pero lo más probable es que, en la Covid-19, se reproduzca lo que sucede con otros virus, y se llegue a una situación endémica con la necesidad de una vacunación anual de refuerzo siguiendo procesos similares a los de la gripe. Para el EIU Risk Outlook 2022, este riesgo es moderado, pero de impacto potencial muy alto. El G20 reitera el objetivo de la Organización Mundial de la Salud (OMS) de lograr el 40% de la población de todos los países vacunados para 2021, y el 70% para el 2022, con las ayudas y removiendo los obstáculos que sean precisos para los países menos favorecidos, siendo conscientes de que los mecanismos de ayuda establecidos han tenido una eficiencia muy parcial, tanto en el acceso a vacunas (propiedad intelectual, fabricación o disposición) o a equipamientos médicos

Economía Global.

La Declaración del G20 se inicia con un primer apartado que enfoca, con optimismo, la marcha de la Economía Global tras la rápida reacción para combatir los efectos de la pandemia, aunque se mantienen fuertes divergencias entre países y sin olvidar los riesgos de futuro presentes (entre ellos la pandemia y el calentamiento global ya citados) relativos a preservar la estabilidad financiera y la sostenibilidad fiscal a largo plazo y protegerse contra los riesgos a la baja en el crecimiento y los efectos indirectos negativos potenciales en el proceso, entre lo que se destacan la dinámica actual de los precios, con presiones inflacionarias –supuestamente transitorias- y las interrupciones en las cadenas de suministro.

En ese sentido, sus preocupaciones se concentran en el resto de apartados recogidos en la Declaración que reproducen de alguna manera los contenidos de los 17 ODS de la Agenda 2020 y en el conjunto de acciones ya en marcha para los campos que consideran que serían: Desarrollo Sostenible; Apoyo a los países vulnerables; Arquitectura Financiera Internacional; Seguridad alimentaria, nutrición, agricultura y sistemas alimentarios; Medio ambiente; Ciudades y Economía circular; Políticas para la transición y una finanzas sostenibles; Sistema impositivo internacional[6]; Igualdad de género y Empoderamiento de la Mujer; Empleo y protección social; Educación; Migraciones y desplazamientos forzados; Transporte y Viajes; Regulación Financiera;  Comercio e Inversión; Inversión en infraestructuras; Productividad; Economía digital, educación superior e investigación; Inclusión financiera; Gaps en datos e información; Turismo; Cultura; Anti-corrupción; Control financiero en la lucha contra el terrorismo.

La afección al proceso de transición tras la Covid-19 se está produciendo, fundamentalmente, a través de las relaciones económicas y monetarias que sufrieron un mayor “shock” como consecuencia de las actuaciones para combatir la pandemia. El comercio mundial y la globalización sufrieron un fuerte impacto con las medidas asociadas al Covid-19, que incidió sobre la ruptura de la tendencia creciente en el comercio mundial de mercancías, mantenida desde marzo de 2009, tras la crisis financiero-especulativa con efectos desde julio de 2008. Tres años después del inicio de la caída de los índices de comercio mundial, estos habían recuperado los niveles previos y su tendencia creciente hasta octubre de 2018; entonces inician un estancamiento/suave descenso, asociado a las políticas de Donald Trump y al auge del nacionalismo y proteccionismo derivado. A partir de marzo de 2020, como se aprecia en la Figura siguiente, hay dos meses de fuerte caída del comercio de mercancías mundial, que recupera rápidamente su alza, para alcanzar los niveles previos de 2019, ya en diciembre de 2020. Desde entonces, el incremento del comercio global de mercancías ha sido muy fuerte hasta abril de 2021, estabilizándose con un suave descenso desde entonces.

Como apreciamos, las interrupciones de la cadena de suministro y los problemas asociados a las cadenas de transporte no están teniendo la repercusión mundial que sí se registra, fundamentalmente en la UE y el Reino Unido, agravadas por el alza de precios del petróleo y de las materias primas, cuya evolución también puede apreciarse en la Figura adjunta.

Tras una caída fulgurante de los precios del petróleo hasta abril del 2020, que llegan a situarse por debajo de los precios de enero de 2000, tanto el petróleo como las materias primas inician una subida meteórica, reproduciendo el proceso generado a partir de marzo de 2009, que, en el caso de las materias primas, parece frenado en mayo de 2021, una vez alcanzado el índice máximo de precios registrado diez años antes. El petróleo también parece estabilizado en valores similares a su máximo de 2018, siendo de esperar que a los países de la OPEP no le interese que dichos precios se sitúen por encima de los 80 $/barril Brent, ya que por encima de este precio entran en rentabilidad muchas de las explotaciones de fracking de américa del norte.

En todo caso, las restricciones generadas para combatir la pandemia, con las interrupciones de las cadenas de suministro, han afectado de forma muy grave a un sector transportes en el que el cierre y desmantelamiento de servicios está teniendo ahora su repercusión para satisfacer una demanda creciente de los mismos. A lo que se une la dependencia de fuentes externas de ciertos productos (semiconductores, de Taiwán, por ejemplo) y el aumento de los precios de la energía y de las materias primas, lo que está generando un crecimiento sostenido de los precios de las manufacturas (véase Figura anterior) con una incidencia clara en la inflación.

Si a ello unimos una política monetaria extremadamente flexible, con incremento de los agregados monetarios interanuales del orden del 16% en el mundo (agregado M2), con del orden del 25% en EEUU (agregado M2), más de dos veces y media su máximo valor desde 2007, o de cerca del 10% en la Zona euro (agregado M3) en niveles similares a los máximos de 2009 y 2012, que se acompaña con niveles de déficit y de deuda pública récord, que se sitúan en valores semejantes a los posteriores a la Segunda Guerra Mundial en EEUU (18% en la actualidad) o en niveles del orden del 7% en la UE, con niveles de deuda pública del orden del 91%, muy lejos ambos de los respectivos 3% y 60% establecidos en su Pacto de Estabilidad y Crecimiento.

Estos factores, unidos a la recuperación de la economía real están contribuyendo a un fuerte repunte de la inflación en EEUU y en la UE, cuya duración y posible integración en la espiral de incremento de precios/salarios es objeto de controversia. Tal vez los actuales niveles de inflación no sean duraderos, pero los Bancos centrales pueden acelerar su política monetaria, ya iniciada, de retirada de sus compras de activos y de posible incremento en los tipos de interés, lo que podría generar una fuerte caída en unos mercados de valores con beneficios récords pese a la crisis pandémica. Lo que podría llevar al inicio de una recesión y a la entrada en un proceso de “estanflación”.

Del conjunto de estos factores, directamente considerados en la Declaración del G20 desde una forma más o menos genérica, el EIU Risk Outlook 2022 destaca la probabilidad muy alta, con un impacto económico severo, de un endurecimiento monetario rápido de la Reserva Federal Estadounidense, que conduciría a una caída del mercado de valores de EEUU, y a su posible traslación a una recesión global. Riesgo acompañado del establecimiento de unas condiciones financieras nacionales y mundiales más estrictas, que descarrilarían la recuperación en los mercados emergentes (Probabilidad e Impacto altos) y favorecerían una recesión que también podría venir alimentada por los riesgos de un colapso inmobiliario en China que llevaría a una fuerte desaceleración económica, con repercusiones mundiales (probabilidad alta e impacto muy alto). Recesión que incidiría sobre un malestar social global, arrastrado desde la crisis de 2008, y magnificado por la pandemia, con repercusión en las desigualdades y en el empeoramiento de las condiciones de vida de la población, que podrían conducir a un colapso del gobierno, aterrorizar a los inversores y provocar salidas de capital desestabilizadoras, mayores primas de riesgo político, e incidir en la dinámica económica global (Probabilidad muy alta. Impacto Bajo).

En todo caso, esta dinámica de Riesgos tiene efectos solo superados, en su Informe, por la posibilidad de conflictos geoestratégicos alrededor de los intereses divergentes entre EEUU y China en el oriente asiático (Probabilidad alta, Impacto muy alto), donde considera que el empeoramiento de las relaciones entre Estados Unidos y China podría obligar a un desacoplamiento total en la economía mundial. En concreto, señala que la guerra tecnológica y en el campo de la 5G podría llevar a una partición mundial de países en la esfera de China y de EEUU, respectivamente, reproduciendo ahora en el campo tecnológico, la división que existió en su momento en dos grandes bloques mundiales. El comercio mundial y la globalización sufrirían las consecuencias, incidiendo sobre mayores precios y dificultades de acceso a inputs y outputs para países como España, en gran parte dependiente de importaciones de países en el área de influencia potencial china. Pero este riesgo también se acompaña en el Informe de los asociados al estallido del conflicto entre China y Taiwán, cuya reunificación es una cuestión innegociable para China, que llevaría a una intervención militar de EEUU (Probabilidad baja, pero con Impacto muy alto) e incidiría sobre otro de los riesgos contemplados (con Probabilidad e Impacto moderados) de un empeoramiento significativo de las relaciones entre la UE y China.

Consideraciones y conflictos geoestratégicos que no son únicos ante un creciente clima de desconfianza y tensión entre potencias, países desarrollados o economías emergentes a cuenta de muy variados asuntos que, en muchos casos, tampoco son independientes de las rupturas de los flujos de comercio asociados a los problemas de desabastecimiento y transporte derivados de los efectos tras las medidas para combatir la pandemia, que han incidido de manera diferente en EEUU o la UE, respecto a países con medidas menos estrictas (asiáticos, africanos o latinoamericanos) desequilibrando el tráfico marítimo y de contenedores, dando lugar al cierre de determinadas actividades productivas y de servicios de transporte por la caída en la demanda, a un aumento de los fletes marítimos por escasez de contenedores, y a un aumento de los precios del transporte. Aspectos todos ellos con claras tensiones inflacionistas.

Por último, por considerar en su totalidad el contenido del EIU Risk Outlook 2022, hemos de referirnos al Riesgo –asociado a los conflictos geoestratégicos señalados- de una ciberguerra interestatal que pudiera paralizar la infraestructura en las principales economías mundiales, cuya Probabilidad considera moderada y de Impacto bajo.

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[1] https://www.un.org/es/content/common-agenda-report/assets/pdf/informe-nuestra-agenda-comun.pdf

[2] Conjunto de países donde reside del orden del 60% de la población mundial, concentran más del 80% del PIB mundial y son responsables del 75% del comercio global y de la inmensa mayoría de las emisiones responsables del calentamiento global. Desde 1750 a 2019, de los 1.614 billones de toneladas de CO2equiv emitidos, se estima que EEUU ha emitido el 25%, la UE28, el 23%; China el 14%; y Rusia, el7%. En la actualidad, anualmente China y EEUU recogen del orden del 38% de esas emisiones, y con Rusia, India, la UE, Japón y Brasil superan del orden de las dos terceras partes de las emisiones globales. https://www.g20.org/italian-g20-presidency/documents.html

[3] https://pages.eiu.com/rs/753-RIQ-438/images/risk-outlook-2022-new.pdf?mkt_tok=NzUzLVJJUS00MzgAAAGAYEifHrFvgSOcjSvv_6_DiW2qg6iMlsIQP2mkp3Ph52HXZtUFwG3N_HgJ2aKbWj7RWabSCX-5o9gaAPZIYSpD7slyAwBehY7Ht1WLswaKib8Uvg

[4] https://www.g20.org/wp-content/uploads/2021/10/G20-ROME-LEADERS-DECLARATION.pdf

[5] https://www.economist.com/briefing/2021/10/16/how-the-world-learns-to-live-with-covid-19

[6] Un aspecto destacado en los comunicados oficiales ha sido el apoyo definitivo de todos los países del G-20 al impuesto mínimo global a multinacionales del 15% que deberá implementarse antes de 2023.