NO ESTABA MUERTO, SEÑOR RAJOY
Después de estos meses de silencio, quería volver a escribir hablando de Ángel Gabilondo. Un hombre elegante, que derrocha esa virtud tan escasa y necesaria en estos días, llamada ética, en porciones similares a conocimiento. Un hombre de mirada humilde y gran tamaño, al que conocí en unas Jornadas sobre Educación donde cautivó al público convirtiendo en poesía las notas de una pequeña libreta, sujeta con una goma elástica, como si no quisiera dejar escapar ni una de sus reflexiones, donde la sabiduría desbordaba hasta alcanzar el máximo interés de un auditorio maravillado por el derroche de inteligencia que presenciaba, y ávido de consumir atento cada una de sus palabras.
Lee mas