Ya somos 8.000 millones de personas en la Tierra, y las previsiones de las Naciones Unidas señalan que en el año 2030 seremos 8.500 millones; en 2050, 9.700; y en el año 2100, 10.900 millones. Todo ello en un mundo finito, como es nuestro planeta, donde el progreso no llega a todos los lugares y las desigualdades son muy acusadas.
Junto a este incremento de la población, otro elemento característico es que se ha agudizado el éxodo de las zonas rurales a las urbanas, estando hoy el mundo cada vez más urbanizado. Concretamente, desde el año 2007, más de la mitad de los habitantes de la Tierra viven en ciudades y se calcula que para el año 2030, 6 de cada 10 habitantes del planeta vivan en ellas.
Esto significa que la libertad, la igualdad, la democracia y el modelo de crecimiento económico en el mundo se va a dirimir en las ciudades, lugares que solo ocupan el 3 por ciento de la tierra. Hoy, como señala la ONU, las ciudades y las áreas metropolitanas son centros neurálgicos del crecimiento económico, ya que contribuyen al 60 por ciento aproximadamente del PIB mundial. Pero al mismo tiempo, son focos de pobreza, desigualdad y modelos insostenibles de desarrollo en algunos casos, como demuestra que representan alrededor del 75 por ciento de las emisiones de carbono mundiales, más del 60 por ciento del uso de recursos y entre el 60 y 80 por ciento del consumo de energía.
El aluvión de personas que continúa trasladándose a las ciudades está creando inmensas extensiones sin ningún control, especialmente en Asia oriental y sudoriental. Barrios pobres, sin infraestructuras básicas de saneamiento y servicios, sin sistemas de agua, carreteras o transporte. Estamos hablando de entornos totalmente degradados, asentamientos informales y barrios marginales, sin condiciones de salubridad, donde viven aproximadamente mil millones de personas, según Naciones Unidas.
Pero el deterioro de las condiciones de vida ocurre en todas las ciudades del mundo. Desde 2016, el 90 por ciento de los habitantes de las ciudades respira aire que no cumplen las normas de seguridad establecidas por la OMS, lo que ocasionó un total de 4,2 millones de muertes debido a la contaminación atmosférica. Pero donde también, en las ciudades de los países más desarrollados, se están desarrollando fronteras invisibles que dividen a los ciudadanos por su condición socioeconómica, generando nuevos guetos que son incompatibles con la igualdad, la libertad y el bienestar de las personas.
La importancia de consolidar las ciudades como espacios democráticos de bienestar, está reflejada en uno de los Objetivos de Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas. Concretamente, en el once, donde se establecen una serie de acciones, que por el bien de la humanidad más vale que hagamos realidad cuanto antes. De aquí a 2030:
- 1Asegurar el acceso de todas las personas a viviendas y servicios básicos adecuados, seguros y asequibles y mejorar los barrios marginales.
- 2 Proporcionar acceso a sistemas de transporte seguros, asequibles, accesibles y sostenibles para todos y mejorar la seguridad vial, en particular mediante la ampliación del transporte público, prestando especial atención a las necesidades de las personas en situación de vulnerabilidad, las mujeres, los niños, las personas con discapacidad y las personas de edad.
- 3 Aumentar la urbanización inclusiva y sostenible y la capacidad para la planificación y la gestión participativas, integradas y sostenibles de los asentamientos humanos en todos los países.
- 4 Redoblar los esfuerzos para proteger y salvaguardar el patrimonio cultural y natural del mundo.
- 5 Reducir significativamente el número de muertes causadas por los desastres, incluidos los relacionados con el agua, y de personas afectadas por ellos, y reducir considerablemente las pérdidas económicas directas provocadas por los desastres en comparación con el producto interno bruto mundial, haciendo hincapié en la protección de los pobres y las personas en situaciones de vulnerabilidad.
- 6 Reducir el impacto ambiental negativo per cápita de las ciudades, incluso prestando especial atención a la calidad del aire y la gestión de los desechos municipales y de otro tipo.
- 7 Proporcionar acceso universal a zonas verdes y espacios públicos seguros, inclusivos y accesibles, en particular para las mujeres y los niños, las personas de edad y las personas con discapacidad.
- a Apoyar los vínculos económicos, sociales y ambientales positivos entre las zonas urbanas, periurbanas y rurales fortaleciendo la planificación del desarrollo nacional y regional.
- b De aquí a 2020, aumentar considerablemente el número de ciudades y asentamientos humanos que adoptan e implementan políticas y planes integrados para promover la inclusión, el uso eficiente de los recursos, la mitigación del cambio climático y la adaptación a él y la resiliencia ante los desastres, y desarrollar y poner en práctica, en consonancia con el Marco de Sendai para la Reducción del Riesgo de Desastres 2015-2030, la gestión integral de los riesgos de desastre a todos los niveles.
- c Proporcionar apoyo a los países menos adelantados, incluso mediante asistencia financiera y técnica, para que puedan construir edificios sostenibles y resilientes utilizando materiales locales.
En las ciudades nos jugamos mucho de nuestro futuro como especie. Pero también en las zonas menos pobladas y rurales. En todo caso, es imprescindible que las personas seamos activas en la configuración de nuestras ciudades y espacios vitales. Ahora, en unos meses, con las elecciones municipales, tendremos una nueva oportunidad de decidir que modelos urbanos y de vida queremos para nuestras ciudades. Participa.