Siempre es más fácil estar en la oposición que gobernar, protestar que proponer, movilizar que desmovilizar, etc. Es complicado entender que aquellos que movilizaban, están desmovilizando desde las instituciones, y lo que es más difícil tener que explicarlo.
Podemos está en una encrucijada de la que le va a ser difícil salir. La pregunta del título de este texto es muy oportuna. Un partido político que tiene sus orígenes en el 15-M y que decidió dar el salto a las instituciones (no sin tener en contra una parte del movimiento que no veía con buenos ojos esa conversión en partido político, y no parece que sin razón) se ha chocado de frente con la dura realidad. No dudo de que las pretensiones y objetivos de este movimiento –ahora partido político- fueran muy oportunas, pero desde el momento en el que entras en el sistema te conviertes en parte de él, con sus virtudes y sus defectos. Lo que no sabemos es si estos venían ya de origen o se han empeorado en su institucionalización. Un partido que defendió a ultranza su no estructura piramidal, en el que todos eran iguales, en el que las decisiones se iban a tomar de forma democrática en sus círculos, nunca de arriba abajo, sino de abajo arriba, se ha visto arrollado por la realidad, no es tan sencillo como parecía, o quizá nunca fue su prioridad.
La realidad es que nos podríamos preguntar: a parte de las 4 o 5 personas que rodean al líder de Podemos (sí líder, les guste más o menos) Pablo Iglesias, ¿quiénes están en la toma de decisiones? Y lo que es todavía más pertinente, ¿qué diferencia hay entre la denominada “Casta” y en lo que se ha convertido este nuevo partido político?
Podemos se está dando cuenta (y si no se deberían de dar) de que no es tan sencillo esto de hacer Política en mayúsculas, que no es tan sencillo seguir manteniendo tan altas las expectativas de cambio, cuando formas parte de las instituciones y la realidad te hace que pongas los pies en la tierra. Y lo que es más complicado, seguir generando ilusión de cambio en las bases, y equilibrarlo con lo que realmente puedes o quieres llevar a cabo y que no se te rompa nada en tu estructura. Esto último parece difícil a tenor de lo que está ocurriendo en dicho partido en Madrid, Galicia, Cantabria, P. Vasco, y un largo etc…, demasiadas bases descontentas dentro de él, aunque no es más que lo que ocurría en la vieja política, luchas por el poder.
¿Qué diferencia a la nueva de la vieja política? A tenor de lo que estamos diciendo aquí, poco. Catalogaban a la vieja política de antidemocrática, piramidal, en la que las bases no participaban, en la que a los militantes no se les tenían en cuenta, en la que los líderes eran elegidos a dedo, etc… (y en el principal partido de la derecha sigue siendo así). ¿Y qué ha cambiado? Pues algo sí, pareciera que algunos partidos tradicionales han tomado nota y se han abierto más si cabe a la ciudadanía, a sus bases (como es tradición en el PSOE, ejemplos de primarias, referéndum etc. no faltan desde la República), los secretarios generales y candidatos son elegidos por primarias, donde cada militante tiene un voto. Pero ocurre una paradoja; mientras esto ocurre en algunos partidos tradicionales se ha producido un cambio a la inversa en aquellos que defendían esta reforma en el funcionamiento, se han vuelto casta, se les ha olvidado preguntar a sus bases, se les ha olvidado también esa estructura piramidal a la inversa y en la que solo vemos a su líder tomando decisiones con pocas personas, y en la que se les ha olvidado preguntar, por ejemplo, cuál es la estrategia a seguir en esta época tan crucial que estamos viviendo. Quizá si le preguntaran a sus círculos, a sus bases, a la gente normal (a los que parece haber dejado de pertenecer Pablo Iglesias) cómo se debería actuar, la estrategia sería otra, o no, pero nunca lo sabremos porque aquellos que no eran casta se están comportando de una manera más radical que aquellos a los que denostaban, pareciera que tuvieran miedo a preguntar, no vaya a ser que la respuesta no les guste, impropio del funcionamiento democrático.
Gobernar es complicado y si no que se lo digan a Ada Colau. Alguien que hizo un magnífico trabajo en la lucha contra los desahucios, que se manifestó por las calles de Barcelona multitud de veces, que participó en grandes movilizaciones en contra de los desahucios (con formas a veces bastante cuestionables) y que ahora se ve abocada a actuar en contra de ellas; pero esto es gobernar, tener responsabilidades aunque a veces se les olviden que gobiernan para todos, incluso para los mandos militares.
Podemos, no debería olvidar de dónde viene y mucho menos a dónde les llevaban sus orígenes, con qué objetivos se crearon. Pueden creer que han mejorado y logrado poner en la agenda política temas de importancia, necesarios para un mejor funcionamiento de la democracia (aunque esto lo consiguieron ya movimientos como el 15M y antes el Movimiento Altermundialización), pero todo ello puede verse empañado por la lucha de poder de algunos de sus líderes. Deberían pensar más en la gente que puso su ilusión en la creencia de que otra forma de hacer política era posible. Corren el riesgo de que toda esa ilusión, que toda esa gente “normal”, les catalogue de “casta” por hacer aquello que tanto han reprochado a los políticos tradicionales, anteponer sus objetivos personales a los objetivos comunes.